Macron se propone “emancipar” a los jóvenes de los suburbios
El presidente francés renuncia a otro plan ambicioso y caro para rescatar los barrios más desfavorecidos
Emmanuel Macron, acusado de ser el presidente de los ricos y de estar desconectado de las dificultades de las clases trabajadoras, presentó este martes sus propuestas para las banlieues, los inestables barrios periféricos de Francia. El suyo es un plan minimalista. No hay medidas espectaculares y no incluye proyectos millones de euros. La idea, por ahora más retórica que práctica, es promover lo que Macron llamó la “emancipación” y la “dignidad” de los habitantes de las banlieues para liberarles del “arresto domiciliario” metafórico que, para muchos jóvenes, bloquea el ascensor social.
Las banlieues, desde los disturbios en los años ochenta y hasta los casos de yihadistas salidos en algunos casos de ellas, son un espacio icónico en Francia. Formadas por distintas oleadas de inmigración, debían ser la puerta de entrada para la integración en una República que debía ser meritocrática, pero con frecuencia han acabado siendo un tapón para la movilidad. Los incontables planes y propuestas para rescatar las banlieues han tenido un éxito variable, pero no han disipado el temor a que se reproduzcan explosiones de malestar como las de 2005, o que se agrave el riesgo de la radicalización islamista.
El presidente francés rechazó la necesidad de un enésimo plan Marshall para rescatar los llamados barrios prioritarios de la ciudad (QVC en sus siglas francesas). Se trata de los cerca de 1.500 barrios más desfavorecidos —no todos técnicamente banlieues—, donde residen más de 5 millones de personas, donde el paro es más del doble de la media nacional y donde el 42% de habitantes vive bajo el umbral de la pobreza.
“Hay que lograr que en todos los lugares de la República nuestros conciudadanos reencuentren la dignidad —los padres, los hijos, los adultos—, que reencuentren aquello a lo que tienen derecho a la República", dijo Macron ante unos centenares de líderes locales y residentes en las banlieues. "Y necesitamos una política de emancipación, es decir, que cada uno pueda ir hacia aquello a lo que aspira, y que ya no exista esta detención domiciliaria social o territorial que hace que, cuando has nacido en un lugar o has tenido un accidente, ya no puedas salir adelante”. Y añadió. “Y esta filosofía de acción nos lleva a cambiar de método. No os presento un plan: no tendría sentido que dos varones blancos que no viven en estos barrios se intercambien un informe y se digan: 'Tenemos un plan'. Esto ya no funciona así”.
El presidente se refería plan presentado al Gobierno hace unas semanas por Jean-Louis Borloo, exministro con los presidentes conservadores Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy. El plan Borloo preveía inversiones cercanas a los 15.000 millones de euros, además de la creación de una fundación para la renovación urbana y de una academia de líderes para formar a las élites de las banlieues, entre otras medidas. Contemplaba incluso la existencia de un “general Patton”, un líder visible —comparable al militar estadounidense de la Segunda Guerra Mundial— que encabezase el combate. Las propuestas de Borloo han quedado en gran parte archivadas, aunque Macron recoge el espíritu de algunas de las propuestas.
Entre las medidas de Macron para los barrios más desfavorecidos, figura la creación de 30.000 plazas de guardería y de 30.000 puestos de prácticas en empresas públicas y privadas para alumnos del curso tercero, de entre 14 y 15 años. Es una vía para que los jóvenes de estos barrios puedan romper el candado que supone el acceso a la vida laboral. El presidente reconoció en su discurso la realidad de la discriminación según el barrio de origen. “Yo no puedo decirle a un joven que la escuela le emancipará si después va a buscar trabajo y le dicen: ‘Gennevilliers [una ciudad de la periferia de París] lo conozco, pero no es la dirección adecuada’”. Macron quiere instaurar controles en las 120 empresas más grandes de Francia para asegurarse de que no discriminan. Otra propuesta consiste en trasladar a las autoridades locales la información sobre las personas sospechosas de terrorismo. El presidente exhortó a construir una “sociedad de la vigilancia”. Precisó que no hablaba de delación, pero se trataría de que fuesen los vecinos quienes alertasen sobre la radicalización de sus vecinos, y no los encubriesen.
Macron hizo campaña en 2017 con la enseña de la movilidad más que de la igualdad. En las banlieues tiene un campo de pruebas para demostrar que sus políticas no benefician sólo a los ricos, sino que una liberalización de la economía beneficiará a un país que algunos sociólogos ven con un riesgo de fractura (entre centro urbano y periferia, entre ciudad y campo, entre personas con educación superior y el resto, entre ricos y pobres, entre blancos y minorías).
El discurso en el Palacio del Elíseo, precedido de varias intervenciones de actores locales, debía marcar un cambio de método, más centrado en la responsabilidad individual y en la descentralización —las empresas, los vecinos, las autoridades locales— que en la fuerza del Estado, más en garantizar la igualdad de oportunidades que en la igualdad a secas. El método Macron —un liberalismo pilotado desde el Elíseo: el presidente en conexión directa con el barrio— aplicado a las banlieues.
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