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JUAN CARLOS CRUZ / Victima de los abusos de la iglesia chilena

“El Papa me pidió perdón, está espantado con los abusos, esto es un tsunami”

Juan Carlos Cruz, una de las víctimas del sacerdote Fernando Karadima, en la sede de la Fundación para la Confianza, en enero pasado en Chile.
Juan Carlos Cruz, una de las víctimas del sacerdote Fernando Karadima, en la sede de la Fundación para la Confianza, en enero pasado en Chile.SEBASTIÁN UTRERAS
Carlos E. Cué
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“The pope apologized to me, he was shocked at the abuse”

Juan Carlos Cruz aún no se recupera de su estupor. Hace tres meses, esta víctima de los abusos del sacerdote chileno Fernando Karadima protagonizaba un choque dialéctico con el Papa, que en pleno viaje al país austral le acusaba de lanzar “infamias” contra el obispo Juan Barros, discípulo de Karadima, que según Cruz estaba presente cuando abusaba de él. Después, el Papa dio un giro de 180 grados, lo invitó una semana a Santa Marta, su residencia, le pidió perdón y le creyó. Y ahora ha visto cómo los 34 obispos chilenos dimitían forzados por Francisco. Un éxito sin precedentes que marca un hito en la lucha de las víctimas de todo el mundo. Cruz contesta por teléfono a EL PAÍS, muy emocionado y confiado en que el giro del Papa es definitivo.

Pregunta. ¿Cómo vive la noticia de la dimisión de los 34 obispos?

Respuesta. Estoy sobrepasado. Después de pasar una semana en casa del Papa hablando con él horas, como si lo conociera de toda la vida, y él tan cariñoso, ahora ver que él en la carta a los obispos chilenos les decía muchas cosas de las que hablamos, que las tomó muy en serio, como cuando habla de la corrupción de los obispos, y los acusa de esconder documentos, o de minimizar las cosas. Me emocionó que él se tomase tan en serio lo que conversamos. Sentí que nuestra visita no fue una cosa de protocolo, de relaciones públicas.

P. ¿Qué le contó?

R. Hablamos de todo, de mi vida, de lo que me pasó, de la inacción de los obispos, de cómo trataron de hacernos sentir culpables. A él le dijeron que yo era una persona desquiciada. El Papa le dijo después a su secretario “Juan Carlos no puede ser más cariñoso, que maravilla haberlo conocido”.

P. ¿Le explicó que viajó a Chile engañado? Él defendió allí que todo eran infamias.

R. Lo primero que me dijo fue “te quiero pedir perdón, a nombre del Papa y de la Iglesia por todo lo que has pasado. Te pido perdón por mí, porque fui causa de esta situación que te causó tanto dolor en estos últimos meses”. Yo le contesté que no puede ser que esté rodeado de personas como el nuncio que es nefasto, al cardenal Errazuriz que lo malinforma, que es tóxico. Y después tiene obispos que son una verdadera mafia, que todo lo tapan, lo minimizan. El Papa estaba espantado. Le dije que esos hombres han hundido su imagen en Chile, por eso se encontró que había poca gente en las misas. Él me dijo que le encantó ir a Chile pero había visto cosas raras. Lo vi dolido por haber ido a Chile con tan mala información, por eso le creo.

P. ¿Le contó los abusos?

R. Sí, con mucho detalle. Yo lloré y a él se le notaba dolido. Me puso la mano en el hombro y me dijo “llora chiquillo”.

P. ¿Le explicó que sigue siendo creyente?

R. Sí, claro. A él le habían dicho que yo no creía, que era enemigo de la Iglesia. Le dije que me da mucha rabia porque yo sigo creyendo, amando a la Iglesia, pensando que esto puede cambiar. “Mi fe es tremendamente importante para mí, Santidad” le dije. Me parece espantoso que hasta eso me traten de destrozar. “Eso es una maldad tremenda”, me contestó. Yo le expliqué que quiero ser una buena persona y no puedo soportar que como me lo hicieron a mí se lo hacen a miles de personas otros obispos en el mundo, y esto tiene que terminar. Le dije que él ya tiene una buena fama de que es un hombre cercano. “Usted puede tener un papado espectacular si toma el toro por las astas y da un golpe fuerte en el tema de los abusos y lanza el mensaje de que el Papa no va a tolerar más esto”, le dije. Él me contestó “ayúdame a que el Espíritu Santo me guíe para yo saber bien lo que tengo que hacer”.

P. ¿Cree que ahora se ha tomado en serio el tema de los abusos?

R. Muy en serio. Me está llamando muchas víctimas. Para mí era muy preocupante que la gente pudiera pensar que a mí me había comprado el Vaticano, que esto era un ejercicio de relaciones públicas. Era muy importante transmitirle el sufrimiento de tanta gente, explicarle que las víctimas sufren horrores y los obispos se cubren las espaldas. Creo que lo entendió, la carta es muy clara. Fustiga a los obispos. Creo que pedirle la renuncia a toda una conferencia episcopal es un paso enorme, no lo habíamos visto antes.

P. ¿Este Papa podría pasar a la historia por un giro en el tema de los abusos?

R. Creo que sí. Está dando pasos inéditos, sabe que esto lo está viendo todo el mundo. Estoy optimista, no quiero pecar de naif pero sí. Todo esto tiene un efecto tsunami, ya está el precedente chileno, pasará en otros países. Estamos muy esperanzados. Esta gente es muy malvada, lo único que queremos en Chile es que se vayan para su casa. El Papa nos trató como reyes en Santa Marta y a los obispos como niños. Está claro que nos creyó a nosotros. Cuando viajó a Chile tenía mala información, quiero darle una segunda oportunidad, se la merece como todo el mundo.

P. ¿Hablaron de su homosexualidad y como le hicieron sufrir más por eso?

R. Sí, hablamos. A él le habían dicho prácticamente que yo era un perverso. Ahí le expliqué que yo no soy la reencarnación de San Luis Gonzaga pero no soy una mala persona, trato de no hacerle daño a nadie. Me dijo “Juan Carlos, que tú seas gay no importa. Dios te hizo así y te quiere así y a mí no me importa. El Papa te quiere así, tú tienes que estar feliz con quien tú eres”.

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