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El regreso en vano de Berlusconi

El exCavaliere pierde el liderazgo en la coalición del centroderecha y su partido registra mínimos históricos

Un activista luce una careta de Berlusconi el día después de las elecciones, este lunes en Roma.Vídeo: MAX ROSSI (REUTERS) | efe

A Berlusconi se lo dijo una activista de Femen el domingo por la mañana, a modo premonitorio, mientras votaba en su colegio electoral de Milán: “estás acabado”, y se lo confirmaron los datos por la noche. Acudía en coalición con la ultraderechista Liga y los xenófobos Hermanos de Italia, con el acuerdo de que quien obtuviera un solo voto más llevaría la batuta y con el convencimiento de que ese sería él. Pero los números le trajeron una dosis de realidad que no esperaba. El temido sorpasso  de la Liga se había materializado. El 17% de los votos de la formación de Matteo Salvini –que partía del 4% de 2013–, frente al 14 % de Forza Italia, en mínimos históricos, no dejaba lugar a dudas: Berlusconi había perdido su partido más importante jugando en casa y con un gol en propia. En un solo día se quedó sin plan A, con el que pretendía guiar en la sombra un gobierno de la coalición conservadora con su delfín Antonio Tajani al frente y sin planes B, C o D, para los que contaba con ser el cabeza del artefacto de derechas y poder ofrecer una fuerza sólida para negociar en el caso de que fuera necesario pescar en otras filas.

En 24 horas su tradicional verborrea, su comicidad, su temperamento de showman y su presencia perenne en las radios y televisiones del país se han transformado en silencio. Había vuelto como el gran aglutinante de la derecha y el salvador de Italia frente al caos de la ingobernabilidad y los populistas y ha pasado a ser el gran derrotado que queda sin apenas opciones de movimiento, humillado por la Liga, el partido que siempre le sirvió de comparsa a cambio de repartirse el norte, desde los tiempos de Umberto Bossi. 

En esta ocasión, la Liga arrebató al partido de Berlusconi prácticamente toda la zona septentrional, con un dominio absoluto en Lombardía , donde alcanzó el 28% de los votos frente al 14 % de FI y en Véneto, donde arrasó con el 34% de los votos en contraposición al 10% de FI. En Venezia, al igual que en otros feudos norteños, cambiaron las tornas, y Salvini y Berlusconi invirtieron papeles. En la ciudad, la Liga pasó del 11% de 2013 a un llamativo 32% el pasado domingo, mientras que Forza Italia cayó desde más de un 30% hasta un 10%.

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Sin embargo, su mayor problema no es haber perdido el duelo con Salvini, sino haberlo hecho sin que la coalición haya conseguido la mayoría y sin la mínima opción de imaginar un gobierno de gran coalición con el PD de Renzi, como sucedió en la pasada legislatura –ahora entre los dos a duras penas superan los resultados en solitario del M5S– sin el incómodo aliado de la Liga capitaneando las decisiones. Las cifras del nuevo Parlamento condenan a Berlusconi a ir a rebufo de Salvini. El leguista jura y perjura que no romperá la coalición, pero está por ver si su candidatura a primer ministro contará con el beneplácito de Berlusconi. Pero si Salvini tanteara acuerdos fuera de la coalición o materializara cualquier acercamiento con el Movimiento 5 Estrellas, para Berlusconi y su Forza Italia sería un completo desastre. Supondría la estocada para el tahúr político que ha sabido inventar mayorías donde no las había, el rey de las opas y las ofertas en el Parlamento.

Para los analistas, este podría ser el punto de inflexión del Caimán: 81 años y 34 en el candelero y con una retahíla interminable de escándalos y procesos judiciales a su espalda, incluida una inhabilitación por fraude fiscal hasta 2019. Italia y medio mundo se han preguntado cómo es posible que siguiera ahí. Los expertos lo empiezan a definir como un líder que ya no es capaz de movilizar y que ha dejado de ser un recurso en términos electorales. Y apuntan a la capacidad de seducción de Salvini, como líder más joven y con las ideas claras, que aún no se ha puesto a prueba y sin trabas judiciales de por medio. La insistencia de Berlusconi en permanecer al pie del cañón y su rechazo frontal a iniciar cualquier proceso de sucesión del liderazgo se han convertido en un bumerán que se le ha vuelto en contra. El triunfo de la Liga evidencia también el endurecimiento del electorado de la derecha, alentado por su discurso centrado en ‘Italia y los italianos primero’, contra la inmigración irregular y contra la Unión Europea.

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Ni siquiera la carta moderada de Antonio Tajani como guiño a Europa para aplacar el mensaje extremo de sus socios le ha servido al magnate para mover a los indecisos e impedir que el aliado al que había subestimado le haya adelantado estrepitosamente por la derecha.

“Nos han penalizado porque yo no he podido presentarme en primera persona como candidato”, contaba el exCavaliere a sus allegados la noche electoral, según el diario La Stampa.

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