Corea del Norte califica las sanciones de la ONU de “acto de guerra”
El régimen considera que la última ronda aprobada por el Consejo de Seguridad equivale a un "bloqueo económico completo"
Corea del Norte rechazó frontalmente este domingo la nueva ronda de sanciones económicas aprobadas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, calificándolas de "acto de guerra". El régimen liderado por Kim Jong-un, que verá mermados de forma considerable sus ingresos por comercio exterior y remesas procedentes del extranjero, achacó este duro castigo económico al hecho de que Estados Unidos está "completamente aterrorizado" por los avances de su programa nuclear, que descarta por completo paralizar.
"Esta resolución manipulada por Estados Unidos y sus seguidores supone una violación grave de la soberanía de nuestra República y es un acto de guerra que viola la paz y la estabilidad en la península coreana y en toda la región", aseguró un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores norcoreano, citado por la agencia local KCNA. Pyongyang denuncia también que las nuevas medidas punitivas son equivalentes a un "bloqueo económico completo" de su país con el resto del mundo.
La resolución, impulsada por Estados Unidos y aprobada por unanimidad -incluso con los votos de China y Rusia- responde a la prueba del misil balístico de alcance intercontinental Hwasong-15, que según los analistas tiene capacidad suficiente para impactar en cualquier punto del territorio estadounidense. Con ese lanzamiento, Corea del Norte se declaró Estado nuclear y dio por "básicamente completado" su programa de desarrollo de armas atómicas.
La ONU decidió el viernes restringir a 500.000 barriles al año las importaciones de Corea del Norte de productos refinados de petróleo -como la gasolina o el queroseno-, una cifra que supone una reducción de prácticamente el 90% del suministro actual. El comercio de crudo también quedará limitado a los 4 millones de barriles anuales. En el lado de las exportaciones, se recorta la compra de productos alimentarios, agrícolas, maquinaria, equipos eléctricos, minerales y tierras, maderas y barcos. Además, todos los empleados norcoreanos que trabajan en el extranjero deberán regresar a su país en un plazo de dos años, en un intento de recortar los ingresos procedentes de sus remesas.
El Ministerio de Exteriores surcoreano estima que estas sanciones reducirán en entre 450 y 750 millones de dólares los ingresos del régimen: 250 millones procedentes de la pérdida de exportaciones, y entre 450 y 750 millones menos en remesas, dependiendo de la celeridad en la expulsión de los 50.000 norcoreanos que trabajan fuera de su país. En cuanto a las importaciones, los recortes de petróleo y sus derivados se estiman en 1.200 millones de dólares anuales, un 30% del valor total de sus compras del exterior. Prácticamente todas las grandes partidas del comercio norcoreano están actualmente afectadas por las sanciones internacionales.
"Estados Unidos, completamente aterrorizado por nuestro histórico logro de completar la fuerza estatal nuclear, actúa con medidas cada vez más histéricas para imponer las mayores sanciones y presión posibles sobre nuestro país", dice el Ministerio de Exteriores, que pide a Washington "abandonar su política hostil y aprenda a coexistir con un país que tiene armas nucleares". Corea del Norte reitera que sus armas atómicas son "de autodefensa disuasoria contra las amenazas nucleares de Estados Unidos y su chantaje".
Pyongyang cargó además con las naciones que han apoyado la nueva ronda de sanciones. "Aquellos países que levantaron sus manos a favor de esto se considerarán completamente responsables de todas las consecuencias de esta resolución y nos aseguraremos que paguen un alto precio por lo que han hecho", un mensaje que supone una advertencia velada para China, antes país amigo y línea de flotación económica del régimen; ahora más lo segundo que lo primero.
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