Okupa y albañil: el ‘sin papeles’ más votado de Bélgica
Mamadou Diallo, de Guinea Conakry, ha sido elegido portavoz de los inmigrantes ilegales
Érase una vez una votación para elegir al líder de los desheredados de Bélgica. Un portavoz para representar a los inmigrantes ilegales ante las instituciones europeas como recordatorio de que son de carne, sangre, sudor y lágrimas. El plantel de candidatos era multinacional y sin papeles. Concurrieron un perseguido de Guinea Conakry. Un afgano —sinónimo de país asolado por la guerra—. Y dos marroquíes curtidos en el tejido asociativo y cultural. Por primera vez en mucho tiempo, sus nombres aparecían para ser elegidos y no para ser rechazados. Cuatro nombres ordenados por orden alfabético, impresos en una papeleta junto a un cuadro en blanco a la espera de un votante que lo rellene de tinta.
No todo el mundo podía participar. Si inusuales eran los aspirantes, exóticos resultaban los criterios para ser elector: los documentos en vigor estaban vetados. Solo un visado o pasaporte caducado daba derecho a ejercer el voto en uno de los cinco puntos habilitados con urnas, dos en Bruselas, otros en Lieja, Namur y Sint-Niklaas. La papeleta solo para aquel que pudiera acreditar su condición de ilegal. 150.000 potenciales sufragios en todo Bélgica.
Pocos van a las urnas. "No tuvimos tiempo para promocionarla lo suficiente", dicen desde la Casa del Pueblo Europeo, los organizadores. Logran 164, 66, 31 y 11 votos respectivamente. Gana el candidato guineano, Mamadou Diallo, 37 años, los seis últimos en Bélgica, los tres últimos durmiendo, comiendo, riendo y llorando en un céntrico edificio ocupado de Bruselas propiedad del Ayuntamiento. El alcalde apoya su decisión de dejar de pasar las noches en albergues o estaciones de metro, aunque pide al Gobierno que los realoje.
No hace falta llamar a la puerta para entrar. Solo empujarla. En la planta baja cuatro hombres ven la televisión. Escaleras. En la primera planta un centenar de pares de zapatos apilados. Habitaciones para hombres y habitaciones para mujeres. 122 africanos viviendo juntos mañana, tarde y noche. Solo 18 mujeres. Unos pocos niños. Un bebé. Casi todos han votado a su compañero de edificio. "Confiamos en él, siempre nos ha defendido". Guineanos, liberianos, cameruneses, senegaleses, togoleños y sierraleoneses. Sin puertas. Cortinas que al ser descorridas muestran camas y más camas. No hay suelo. Ronquidos de siesta a las cinco de la tarde. La siniestra palabra ébola escrita sobre una pared. Mujeres haciendo trenzas a otras mujeres. Carteles anunciando una manifestación por los derechos de los migrantes. Planillos fijando turnos de limpieza. Siete grupos, dos veces a la semana. Martes y viernes.
Y por fin Mamadou Diallo. El flamante jefe de los sin papeles belgas sentado en la cama junto a una pequeña lámpara. Una atmósfera desordenada pero íntima. Carnicero en Guinea Conakry, limpiador y albañil en Bruselas. Hablando de su pasado, presente y futuro. "Tuve problemas por mis opiniones políticas. No gustaron a las autoridades de mi país. Empezaron a buscarme. Intentaron matarme dos veces pero gracias a Dios escapé. No me gusta hablar de esa época. Fue un momento difícil de mi vida. Muy doloroso. No quiero hablar de eso".
Sí hablará en el Comité Económico y Social europeo con funcionarios y responsables de política migratoria. "Reivindicamos la regularización de los sin papeles, el cierre de los centros, la libertad de circulación, el fin de la criminalización". No tiene muchas esperanzas de que cambie nada, pero está preparado para esperar: su mandato, no remunerado, dura dos años. "Europa debe hablar con una sola voz. Los mismos criterios de regularización en todos los países. No confiamos en que hagan gran cosa. Es un combate de largo aliento".
¿Cómo es la situación en Bélgica? "Inquietante, catastrófica, horrible. No paran de encerrarlos en centros". El nuevo jefe de los sin papeles ya arma su discurso para convencer a las autoridades europeas. No era un cuento. La elección, celebrada por primera vez, ocurrió hace ocho días. Mamadou Diallo vive en el edificio ocupado. Su mujer y tres hijos cambiando de domicilio entre Guinea Conakry y Senegal por seguridad. Ayer. Hoy. Mañana.
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