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Insultos, empujones y puñetazos en el Congreso argentino por la reforma de las pensiones

La tensión se deasata en el debate para el primer gran cambio de Macri

El diputado Nicolás Massot habla en la comisión de Presupuesto del Diputados.
El diputado Nicolás Massot habla en la comisión de Presupuesto del Diputados.Twitter

Mauricio Macri está más fuerte que nunca después de la victoria en las últimas elecciones legislativas de octubre, tanto que incluso parece tener los votos para sacar adelante la reforma más polémica de las que ha promovido hasta ahora, la de las pensiones. Sin embargo, aunque Argentina ha dado un giro político radical después de casi 13 años de kirchnerismo, sigue siendo Argentina. Y en el país del peronismo, con los sindicatos más fuertes de latinoamérica, ninguna reforma que afecte a los trabajadores pasa sin problemas. Los peronistas más críticos ya no tienen los votos en el Congreso para frenar a Macri, pero aún tienen una gran capacidad de generar escándalo. En un país acostumbrado a hacer política a las bravas, la primera sesión importante de la reforma en el Congreso acabó con una enorme bronca, con insultos graves, empujones y algún puñetazo suelto, con diputados como el kirchnerista Agustín Rossi que tuvieron que esforzarse para separar a la gente y evitar que la cosa fuera a mayores al estilo de algún Parlamento asiático.

Las imágenes de la larga y tensa bronca son elocuentes. Los responsables de seguridad se enfrentaron de forma grave con algunos sindicalistas y militantes que habían acudido a la sesión y gritaron y empujaron cuando el representante macrista, Nicolás Massot, defendía el proyecto y acusaba a los kirchneristas de haber dejado el país destrozado. “Ustedes prendieron fuego a la casa y ahora se quejan del olor a humo”, les gritaba el joven Massot mientras el grupo de los peronistas más radicales le llamaba de todo y coreaba un “hijodeputa” muy audible. Alguno incluso se acercó para tratar de que se callara, pero el joven Massot hablaba cada vez más fuerte, en lenguaje vulgar, por lo que la sesión se convirtió en una trifulca imparable hasta que Rossi, exministro de Defensa de Cristina Fernández de Kirchner, calmó a los suyos a empujones y subido encima de una mesa para controlarlos.

“No hay derecho adquirido cuando las jubilaciones se pagan con la máquina de hacer billetes. Donde estaban los carteles cuando esperaron a que murieran 300.0000 jubilados esperando a cobrar lo justo. ¡Háganse cargo!”, les gritaba Massot a los kirchneristas mientras arengaba a los suyos para seguir adelante con una reforma que está generando una importante resistencia en los sindicatos pero que algunos peronistas moderados ven como imprescindible, como dice el Gobierno, para mantener las finanzas públicas.

Argentina tiene un déficit fuerte que Macri apenas ha logrado reducir en sus dos primeros años y está aumentando la deuda de manera acelerada, por lo que el presidente y su equipo económico, ahora reforzados por las elecciones, están empezando a tomar medidas de ajuste a las que no se animaron hasta ahora precisamente porque tenían que vencer esos comicios para demostrar que el macrismo vino para quedarse y no es un fenómeno pasajero como es habitual en Argentina.

Massot animaba a su bancada a resistir las críticas de los kirchneristas y los sindicatos. “No sintamos culpa, estamos arreglando lo que otros no tuvieron huevos para arreglar, estamos dándole un destino a este país”. Los kirchneristas le gritaban “Devolvé la guita [el dinero] a los jubilados”, y él contestó. “¿Quieren ir por la guita? ¡Vayamos a Marcos Paz y a Ezeiza! ¡Vamos todos juntos!”. Son los nombres de las dos prisiones donde están los más conocidos kirchneristas encarcelados por presunta corrupción.

Después de los incidentes, que indignaron al Gobierno porque cree que estaban preparados para romper la sesión y dirigidos por kirchneristas reconocidos como el líder del sindicato de maestros, Roberto Baradel, Rossi trataba de relativizar la situación, muy inusual incluso en la acalorada Argentina. “Estas situaciones de tensión siempre se viven cuando involucran a sectores sensible. Parecía que no iban a poder hablar los representantes de sectores de la sociedad civil. Al final pudieron, por suerte. Fue una disputa entre trabajadores, jubilados, y otros trabajadores, los representantes de seguridad”, señaló.

La reforma, que es mucho más suave que la que se está promoviendo en Brasil, llevará muy probablemente a un ajuste de las pensiones en un país con una inflación desatada –este año superará el 25% y en diciembre se ha vuelto a descontrolar- donde cualquier pequeño frenazo hace perder rápidamente poder adquisitivo. El momento cumbre se vivió la semana pasada cuando el diputado oficialista Pablo Tonelli dijo que los jubilados "podrían perder plata pero no poder adquisitivo" con la reforma. Con una inflación del 25% eso es casi una burla, por eso fue recibido por decenas de insultos.

El Gobierno insiste en que con la reforma solo se trata de hacer más previsible el esquema de aumentos para los jubilados y asegura que no perderán poder adquisitivo, pero para eso tendrían que cumplirse las previsiones de inflación del Ejecutivo, que han quedado ampliamente desbordadas en los dos primeros años de Macri. La reforma tiene el rechazo de buena parte de la oposición pero Macri cuenta con sacarla adelante, y de hecho a pesar de la bronca el dictamen pasó el primer trámite, de momento en comisión. El presidente está en racha y parece contar con los votos para seguir, pero en Argentina todo cambia rápidamente.

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