Turquía acelera la guerra de drones contra la guerrilla kurda del PKK
Un tercio de los 2.000 milicianos abatidos en 14 meses lo fueron con aviones sin piloto, según los cálculos de un analista. Es uno de los pocos países que usa estas armas en su territorio
Es de los pocos Ejércitos que emplean drones en misiones antiterroristas dentro de sus propias fronteras. Desde el inicio de la operación militar contra la guerrilla kurda del PKK en 2015, la industria de defensa y aeroespacial de Turquía ha adaptado la producción nacional del sector a la demanda de las fuerzas de seguridad que combaten en el sureste del país. Los UAV’s (Vehículo Aéreo No Tripulado) “es uno de los mejores inventos de Turquía en los últimos años”, dijo el ministro de Interior Suleyman Soylu, sobre la guerra asimétrica contra los insurgentes kurdos en un área esencialmente montañosa.
La ofensiva sin pilotos pretende sustituir el uso de tropas y cazas tripulados en las misiones antiterroristas de Turquía. De los más de 2.000 individuos que han sido “neutralizados” desde septiembre de 2016, casi un tercio (unos 600) fueron abatidos por drones, según el analista de seguridad turco Metin Gurcan. Recientemente, estos vehículos militares han matado a al menos 72 militantes del PKK —considerado grupo terrorista por Turquía, la UE y EE UU— en sólo dos meses, como publicó el vice primer ministro Fikri Isik. Y la cifra asciende hasta los 986 muertos, heridos o capturados en operaciones apoyadas por drones durante los primeros nueve meses de 2017.
En la actualidad, la flota está formada por 38 unidades del ejemplar turco más representativo, el TB2 —de la compañía privada Baykar— y otra decena del legendario ANKA —de la empresa semipública TAI y de mayores dimensiones— además de cientos de “mini drones” con los que los soldados hacen labores de reconocimiento e inteligencia. El Ejército, la Policía y la Gendarmería tienen acceso a ellos para la ejecución de sus maniobras. "A finales de 2015", con la intensificación del conflicto, “se les ha incorporado munición”, mantiene el consultor de defensa Arda Mevutoglu. Lo que ha dado lugar a nuevos prototipos como el ANKA-S, que incorpora armamento inteligente.
“Ha supuesto un cambio de juego”, sigue Mevutoglu, “estos UAV’s armados son favorables al sensor-to-shooter [el tiempo que transcurre desde que el enemigo es detectado hasta que es atacado]. Cuando los soldados perciben al militante deben destruirlo al momento porque quizá en cinco minutos desaparece. Y esta es una capacidad propia de los drones [armados]”, explica. La rapidez y efectividad, pero también la reducción de los riesgos para las tropas y sobre todo los costes, están fomentando la presencia de drones en el espacio aéreo del sureste del país.
La industria se vuelca con el dron
La fabricación del sector se ha adaptado a la evolución del conflicto y los nuevos dispositivos se han podido ensayar en una guerra real. “Es una reacción en cadena”, afirma Mevutoglu, “porque el Ejército y la Policía tienen necesidades técnicas urgentes. Para satisfacerlas han tenido que recurrir a los suministros locales”. La producción nacional ha sufrido un incremento debido a las reformas legislativas del mercado armamentista de Estados Unidos. En 2015, la Administración Obama decidió restringir las exportaciones de drones armados a los países que hicieran un uso ilegal de la fuerza contra la población nacional.
“[El dron] es totalmente efectivo porque no perdemos nada”, defiende con orgullo Yilmaz Kuçukseyhan, el presidente de la Asamblea de la Industria de Defensa, un lobby formado por los directivos de las principales compañías armamentistas. “Los cazas tripulados son muy caros. No puedes dejar que el enemigo derribe una aeronave tan cara. Los drones son más baratos, por el valor de un F16 fabricamos cinco o seis drones”. El general retirado, que en ese momento firma la supervisión de una nueva producción de unidades Bayraktar, recuerda que el dron turco está siendo el producto estrella en las ferias de defensa. Un sector con notables aspiraciones que destina un 30% de los 6.000 millones de dólares (5.124 millones de euros) de ingresos a investigación y perfeccionamiento.
Muerte de civiles
Pero Turquía todavía no dispone de un marco legal que regule la coordinación de los drones en el espacio aéreo del país. Estos vehículos operan a una altitud —hasta 30.000 pies— similar a la de los aviones de pasajeros. En el caso de producirse un accidente, el responsable o la compensación serían difíciles de determinar. Además, un piloto de UAV's inexperto, que opera a distancia y con imágenes obtenidas a metros de altitud, puede confundir los objetivos y provocar importantes daños colaterales.
Es lo que ocurrió supuestamente el pasado 31 de agosto, cuando un proyectil lanzado desde un dron Bayraktar alcanzó a cuatro aldeanos que “celebraban un pícnic” en la provincia de Hakari, según el informe elaborado por la organización de derechos humanos IHD. Uno de ellos, Mehmet Temel, murió tras el impacto y los otros heridos fueron rápidamente detenidos. El gobierno municipal sostuvo que las víctimas eran colaboradores del PKK que se habían reunido previamente con los terroristas. “Creemos que este incidente deber ser investigado”, mantienen desde la organización, y sugieren que bajo el actual estado de emergencia y en el contexto de una operación antiterrorista, el uso de aviones no tripulados sin supervisión puede provocar la muerte de civiles inocentes.
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