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Lombardía y Véneto avalan con su participación pedir más autonomía

Las dos prósperas regiones superan los mínimos de participación fijados en la consulta autonomista para que el resultado fuera tomado en consideración

Roberto Maroni, presidente de Lombardía, vota en el referéndum autonomista.Vídeo: MATTEO BAZZI (EFE)
Daniel Verdú

La participación no ha sido desbordante, pero suficiente para comenzar el proceso que ambas regiones se habían propuesto llevar a cabo con la autorización de sus ciudadanos. Lombardía y Véneto, dos de las tres regiones más ricas e industrializadas de Italia, han aprobado mediante sendos referéndums solicitar al gobierno de Italia más autonomía. La consulta, a la que estaban llamados unos 12 millones de ciudadanos, no era vinculante y se realizaba dentro del marco de la Constitución y la “unidad” de Italia, como la propia pregunta subrayaba, e iba a servir para que los dos presidentes regionales (de la Liga Norte ambos) tengan más fuerza a la hora de negociar en Roma mayores competencias.

La victoria del sí —a las 24.00 todavía continuaba el recuento—estaba fuera de duda. De modo que la participación era la clave. Lombardía, presidida por Roberto Maroni, no se había fijado un mínimo legal para dar validez al mandato que saliese de las urnas. Su presidente, había señalado, que se conformaría con un 34% y finalmente ha sido superado. Sin embargo, la región de Véneto, liderada por Luca Zaia, se había comprometido a no tomar en consideración los resultados si no se llegaba al 51% de la participación y el resultado final ha sido de 59,5%.

Ambos procesos, liderados por una Liga Norte que ha insistido en separarlo totalmente de lo que sucede en Cataluña, y respaldados públicamente por Silvio Berlusconi y Forza Italia, comenzarían a ejecutarse antes de las elecciones de primavera y serán una pieza importante de la campaña electoral. Pero hoy lunes ningún ciudadano notará la diferencia. Tampoco en las próximas semanas o meses. Porque lo que pedirán ambos presidentes es la transferencia del mayor número posible de las 23 competencias que pueden pasar a las autonomías según la Constitución—educación, tutela de la sanidad, complemento de pensiones— y unos 27.000 millones de euros para pagarlas (en el caso de Lombardía) ya que se trata de la mitad del déficit fiscal que alegan y que reclamarán.

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Los críticos alegan que se podía pedir sin referéndum. De hecho, Emilia-Romania, gobernada por el PD, seguirá ese procedimiento. Pero Roberto Maroni discrepaba en una entrevista con EL PAÍS la semana pasada. “En 16 años, muchas regiones lo han pedido, pero el Gobierno siempre lo ha negado. Así que si mucha gente vota ahora, nos daría más fuerza para negociar”.

Más allá de la cifra de participación, el referéndum reabre la polémica sobre la falta de solidaridad del norte con el sur y puede complicar el discurso en clave nacional de La Liga Norte de Matteo Salvini. De hecho, uno de sus principales aliados —Fratelli di Italia, de Giorgia Meloni— ya se ha desmarcado de él y lo ha criticado abiertamente. Sin embargo, grandes alcaldes del PD en la región, como Giuseppe Sala (Milán) o Giorgio Gori (Bérgamo) se han apuntado a la iniciativa y han mostrado abiertamente su apoyo. Siempre, desmarcándolo del caso catalán.

De hecho, Salvini, que ha calificado las competencias que se reclaman como “política de kilómetro 0”, se ha referido así a la consulta: “Mientras en Barcelona y Madrid se pelea, aquí tenemos un referéndum lícito”. Sin embargo, desde los salones políticos de Roma se siguen viendo estas iniciativas como la semilla para una futura amenaza. Las dos regiones, que suman el 34 % del PIB italiano, quieren reducir su déficit fiscal, la brecha entre lo que aportan al Estado y lo que este devuelve, un monto que algunos estudios cifran en 54.000 millones para Lombardía y 18.000 millones para Véneto.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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