Los seguidores de Navalni amargan el cumpleaños a Putin con decenas de protestas
La policía detiene a decenas de fieles del líder opositor, entre rejas por convocar las marchas
Tanto para la oposición aguafiestas como para allegados y aduladores, el 65 cumpleaños del presidente Vladímir Putin se convirtió el sábado en el acontecimiento del día en la política rusa. Unos y otros están ya impacientes por confirmar cuanto antes si, como se pronostica, el jefe del Estado, el hombre fuerte de Rusia desde 2000, va a acudir a las urnas en marzo de 2018 con el fin de prolongar su estancia en el Kremlin por seis años más. Para su aniversario, Putin no planeó nada especial, según dijo el jefe de prensa Dmitri Peskov, pero debía mantener numerosas conversaciones telefónicas y una reunión del Consejo de Seguridad. Tradicionalmente, el presidente celebra su cumpleaños en compañía de sus próximos. Lejos quedan las fiestas en familia como la de 2001, cuando el jefe del Estado conmemoró su aniversario junto con su esposa Liudmila (hoy divorciada y retirada de la vida pública) y sus hijas María y Yekaterina (ambas casadas y con hijos y, como en el pasado, apartadas de la atención de los medios).
En su 64 cumpleaños, Putin se reunió con el ministro de Defensa Serguéi Shoigú, y jugó en un partido de hockey en Socia. En otras ocasiones, el dirigente ruso ha estado de viaje (en Balí en 2013 y en la taiga en Siberia en 2014) y en otras, en San Petersburgo, su ciudad natal, donde celebró su sesenta aniversario. En la lista de regalos recibidos a lo largo de los años destacan animales, como un tigre del Usuri, un cocodrilo, un caballo y un cachorro canino.
Los seguidores del político de oposición Alexéi Navalni siguieron las consignas de éste y salieron a la calle en decenas de ciudades de Rusia para pedir que el abogado, bloguero y director de un fondo contra la corrupción pueda participar en las elecciones presidenciales. Navalni no acudió a la cita porque el 2 de octubre le fue impuesta una pena administrativa de 20 días de prisión por convocar un acto no autorizado. Desde la cárcel, Navalni pidió a sus representantes en ochenta ciudades que organizaran piquetes en todo el país y según la página informativa del servicio Meduza, en esos piquetes, que tuvieron lugar en decenas de ciudades, incluida Vladivostok, en el océano Pacífico, y numerosas localidades de Siberia, participaron desde varias decenas de personas a centenares.
Alerta por enésima vez
Jornada de alarma el viernes en Moscú, una más, en una racha de sobresaltos que no cesa. Más de 100.000 personas fueron evacuadas a consecuencia de 150 casos de “terrorismo telefónico” con amenazas de bomba que no se verificaron. Desalojados fueron los aeropuertos de la capital, cuatro estaciones de tren, el parlamento municipal, escuelas, centros comerciales y sedes administrativas. En total quedó interrumpida la cotidianeidad de un centenar de edificios con costes de centenares de millones de rublos en concepto de tiempo laboral y comercial perdido y las medidas de inspección y seguridad pertinentes.
Y eso que el jueves, el jefe del Servicio de Seguridad de Rusia, Aleksandr Bórtnikov, había anunciado que habían sido detectados los culpables de este tipo de alarmas que desde hace semanas sacuden Moscú y otras ciudades de Rusia. Se trata, según el alto funcionario, de cuatro ciudadanos rusos que operan desde el extranjero encubriendo su delito con tecnología móvil y que tienen cómplices en Rusia. Los analistas se hacen cábalas y barajan variadas hipótesis sobre las razones de las enervantes llamadas y sus supuestos protagonistas, entre ellas un programa de entrenamiento especial de la Guardia Nacional (en su preparación para la lucha antiterrorista) o la deliberada creación de un clima de inseguridad, pasando por el desvío de la atención de los problemas reales de los rusos (bajos salarios, disminución del nivel de vida). Hay hasta quien dice que podría tratarse de una operación para reforzar el apoyo social y la comprensión por la operación bélica rusa en Siria, cuya popularidad se ha reducido sustancialmente.
La manifestación más esperada era la de San Petersburgo, que, como la de Moscú, no estaba autorizada y para la cual se habían desplegado decenas de coches y furgones policiales, según informaba el canal de televisión Dozhd, que retransmitía en directo el acontecimiento. A las siete de la tarde. hora de Moscú (una hora menos en España), esta fuente informaba de la participación de centenares de personas y la detención de decenas de ellas en la concentración de San Petersburgo.
Antes de que comenzara el mitin en la segunda ciudad de Rusia, el servicio OVD-Info contabilizó 23 mítines y 124 detenidos. En Moscú, los medios y el servicio OVD calcularon la asistencia en menos de mil personas y se produjo un detenido, que fue puesto en libertad. Varios analistas consideraron que la participación en los mítines fue más escasa que en otros anteriores, lo que explicaron en parte por la ausencia de Navalni y en parte por la falta de nuevas consignas. La mayoría de los manifestantes tenia un aspecto muy joven. Según la legislación rusa, Navalni no puede competir en las elecciones presidenciales por haber sido juzgado y condenado a prisión.
En el terreno de la lisonja al jefe del Estado se situó el líder de la república caucásica de Chechenia, Ramzán Kadírov, según el cual Putin “devolvió a la sociedad el sentimiento del amor y el respeto a su patria, el sentimiento de fidelidad a ella y la seguridad en sus fuerzas”, además de declarar la guerra al terrorismo internacional, que había inundado el sur del país y Chechenia. Según Kadírov, Putin dio a entender a todos que en esa lucha apoyaba totalmente al primer presidente de Chechenia, el héroe de Rusia, Ajmat Jadzhí Kadírov (el padre de Ramzán, asesinado en un atentado), y siempre fue fiel a su amistad. “Chechenia se ha convertido en el único territorio del mundo donde se ha vencido y se ha erradicado totalmente el terrorismo” y con “el firme apoyo de Vladímir Vladímirovich, Chechenia no solo ha sido reconstruida, sino que se ha transformado en un floreciente y bello rincón de la tierra”. “Rusia fue es y será un gran país y un poderoso imperio”, concluyó Kadírov.
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