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“A la Argentina le falta modestia”

Uno de los empresarios más ricos e influyentes de Argentina analiza el cambio económico impulsado por Macri y critica la tendencia de los gobiernos a arrancar siempre desde cero

El 22 de octubre, Mauricio Macri se enfrenta a su primera gran prueba: las elecciones de medio término, que renuevan buena parte del Congreso. Su gran rival es Cristina Fernández de Kirchner, que se presenta a senadora en Buenos Aires. EL PAÍS inicia una serie de entrevistas a empresarios, activistas, intelectuales y artistas para analizar la situación del país.

Hugo Sigman, fotografiado por EL PAÍS en su oficina de Buenos Aires.
Hugo Sigman, fotografiado por EL PAÍS en su oficina de Buenos Aires.Enrique García Medina
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Hugo Sigman (Buenos Aires, 1944) es uno de los hombres más ricos e influyentes de Argentina. Dirige un emporio farmacéutico, Chemo, presente en 40 países, pero también tiene intereses en la industria agrícola y en el mundo cultural: es editor y un exitoso productor de cine, responsable de Relatos Salvajes, entre otras. Sigman viene del comunismo, estuvo exiliado en España durante la dictadura, y fue un hombre cercano al kirchnerismo. Pero sobre todo es uno de los empresarios clave de un país que conoce como pocos.

Pregunta. ¿Cuál es el gran problema de Argentina, el que le impidió un desarrollo como el de Australia, un país similar en población y recursos naturales?

Respuesta. Desde 1930 el gran problema fue su inestabilidad democrática. Frente a cada crisis se modifica el modelo económico e incluso la inserción internacional, quien viene siente que va a revolucionar el país, no da continuidad a lo bueno que hicieron los anteriores.

P. ¿Está pasando otra vez con Mauricio Macri?

R. Pasó muchas veces. El kirchnerismo se planteó como gran revolución y ahora el macrismo también. No necesitamos más cambios dramáticos. Es cierto que el macrismo está actuando con inteligencia, porque están manteniendo las medidas de soporte para los sectores más carenciados. Necesitamos un poco más de modestia para darnos cuenta de que los cambios son procesos largos. A Argentina le falta modestia,reconocer los límites. Creo que la crisis ha disminuido esa soberbia argentina, antes teníamos mala imagen en Latinoamérica, hoy ya ni en el fútbol se puede decir que somos tan superiores.

P. ¿Por qué es tan difícil cambiar Argentina?

"Apoyé al kirchnerismo mientras era socialdemócrata. Después me distancié"

R. Hay una enorme confrontación en la base del pensamiento argentino. Ser empresario, por ejemplo, no es bien visto por la sociedad. Siempre se piensa que está ahí por sus contactos políticos.

P. ¿Los sindicatos ayudan?

R. Discutir con los sindicatos en Argentina no es fácil. Manejan las obras sociales, se ocupan de la salud y de las vacaciones de los trabajadores, tienen muchos recursos. Cuando hablás con dirigentes sindicales en off te dicen "yo pondría un salario por productividad pero si hago eso pierdo el 50% de apoyos en mi gremio, no lo puedo decir". Yo veo que en España cuando cambia un Gobierno hay matices pero no una ruptura brusca con lo anterior. En Argentina vivimos en un River-Boca permanente.

P. ¿El de Macri es un gobierno liberal?

R. No lo diría. Hay gente que tiene gran influencia del sector social de la iglesia, como [Gabriela] Michetti, [María Eugenia] Vidal, [Jorge] Triaca [altos cargos del macrismo] que cuidan a la gente con problemas de marginación. Hay 4.000 villas miserias en Argentina donde viven cuatro millones de personas. Son situaciones muy precarias. Un sector del Gobierno tiene la mirada puesta en eso, son menos de mirar Excels.

P. ¿El empresariado está molesto con el Gobierno?

R. Siente que dialoga poco, pero también confía en el modelo. Se lamentan pero lo apoyan porque el modelo del kirchnerismo no los atrae.

P. ¿Hay empresarios en Argentina o son hombres de negocios que viven del Estado y del proteccionismo?

"En Argentina vivimos en un River-Boca permanente"

R. No hay que generalizar, se olvida que mucha gente quebró, yo conozco muchos. Ha habido empresarios irresponsables y corruptos, claro. Pero no la mayoría. Si vas al campo, uno se imagina grandes propietarios, pero está lleno de pequeñas y medianas industrias, que dan servicios. Es avanzadísimo. Hablan de agricultura satelital, drones. Escucho hablar más de tecnología en el campo que en el laboratorio. Uno de los grandes errores del kirchnerismo fue no conocer el campo argentino. Suponían que era un sector reaccionario.

P. A usted le asociaban con el kirchnerismo y se asume que ahora le irá peor con el macrismo. ¿Así es Argentina?

R. Nunca tuvimos negocios de Estado, como la construcción. Yo apoyé al kirchnerismo con entusiasmo mientras era un modelo socialdemócrata. Cuando dejó de serlo me distancié. Ahora podrían decir que somos macristas porque seguimos invirtiendo, pero es nuestra obligación. Los mismos empresarios que se decían kirchneristas hoy están con el macrismo.

P. ¿El kirchnerismo quedará como una ocasión perdida?

R. La crisis a partir de 2008 golpeó mucho a estos países latinoamericanos. Se llegó a una situación crítica. Estos gobiernos nacen como consecuencia del fracaso del consenso de Washington de los 90, pero muchos no terminaron bien. El kirchnerismo en su primera etapa tenía superávit fiscal, balanza comercial positiva, después se le complicó y generó una gran división en la sociedad.

P. ¿Hay mucha corrupción en Argentina?

R. Hay focos de corrupción, sin duda. Cuando vos sentís que pagás para recibir un servicio te cuesta pero lo hacés, como en Europa. En Argentina la sociedad que paga para tener salud, educación, seguridad no la recibe como querría. Si ves la parte de su salario que gasta un trabajador medio en salud, educación, seguridad privada, ¿por qué va a querer pagar impuestos? Se hace más anárquico, si puede saltar la ley se la salta.

P. ¿Por qué no llegan las inversiones extranjeras previstas?

R. El Gobierno debería mirar al empresario nacional, mejorar la financiación, promover los planes público-privados, que están muy desprestigiados por esto de que todo esté teñido por la corrupción. Argentina invierte el 0,6% del PBI en Investigación y Desarrollo. Y de eso, el 85% lo pone el Estado. La media europea es el 2,2% del PBI y el 75% viene de los privados. El divorcio entre el público y privado en Argentina es enorme. Nosotros hicimos una planta de vacunas con colaboración público-privado. Se invirtieron más de 100 millones de dólares, trabajan 270 personas, y calculamos que el Gobierno se ahorró en importaciones 300 millones de dólares.

P. ¿Argentina tiene arreglo entonces?

R. Los países no mueren. Claro que es posible. Pero el Estado tiene que volver a facilitar la vida de los ciudadanos, como sucede en Europa. No pueden estar solo mirando el control del déficit, aunque haya que hacerlo. Cuando se generan entusiasmo y estímulos a la economía la cosa cambia. El optimismo hay que estimularlo, Argentina necesita tener un sueño.

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