Stalin, el último busto en llegar a la “avenida de los dirigentes” de Moscú
La capital rusa rinde homenaje a las armas y el poder. El grupo escultórico se rematará oficialmente con la escultura de Boris Yeltsin en febrero del año que viene
Moscú acoge en su territorio nuevos y polémicos monumentos que unos ven como grotescos y otros como trágicos. Las estatuas glorificadas por las autoridades rusas, en unas ocasiones causan estremecimientos y en otras risas. En ambos casos, no obstante, reflejan la estética oficial imperante, que algunos etiquetan ya como el “nuevo realismo patriótico”, un estilo figurativo y arcaico, realizado con prisas y destinado a resaltar la fuerza y el poder.
A partir del viernes, Moscú ya tiene su busto de Josef Stalin, el dirigente comunista soviético responsable de los padecimientos de millones de personas en el “Gulag”, los campos de internamiento y trabajo. El busto está en una serie de siete, que “con fines pedagógicos”, fueron instalados en centro de la ciudad para completar la llamada “avenida de los dirigentes”. Hasta ahora, esta “avenida”, inaugurada por el ministro de cultura Vladímir Medinski la pasada primavera, contaba con 33 figuras de líderes y caudillos rusos, desde príncipes medievales hasta miembros del gobierno provisional de 1917.
El grupo escultórico se rematará oficialmente con el busto de Boris Yeltsin, que ya está listo, pero que se inaugurará el 1 de febrero
Ahora, a ellos se han sumado los “soviéticos”: Vladímir Lenin, Stalin, Nikita Jruschev, Leonid Breznev, Yuri Andrópov, Konstantín Chernenko y Mijaíl Gorbachov. El presidente de la URSS es el único personaje vivo entre los homenajeados. Según el servicio de noticias RBK, Gorbachov ha manifestado no tener objeciones y ha dicho que es la sociedad la que debe decidir qué estatuas deben erigirse.
El grupo escultórico se rematará oficialmente con el busto de Boris Yeltsin, que ya está listo, pero que se inaugurará el 1 de febrero, fecha del cumpleaños del que fue el primer presidente de Rusia. El autor de los bustos es Zurab Zereteli, artífice de algunos de los monumentos más kitsch de Moscú, tales como la estatua de Pedro I y los personajes de fábulas rusas que decoran las inmediaciones de la plaza Roja. El busto de Lenin es el primero dedicado al líder del proletariado mundial que se inaugura en la Rusia post soviética.
La creación de la “avenida de los dirigentes” fue una iniciativa de la Sociedad de Historia Militar de Rusia, la misma institución que esta semana ha inaugurado (también en el centro de Moscú) una estatua del ingeniero militar Mijaíl Kaláshnikov. En el capítulo de lo grotesco hay que situar el fallo garrafal detectado en el monumento al inventor del fusil de asalto más famoso del mundo, el Ak-47.
No se había desvanecido aún la impresión causada por el conjunto escultórico, cuyo núcleo es la figura de Kaláshnikov sosteniendo el fusil como si fuera una guitarra, cuando el historiador Yuri Pashólok, detectó que en uno de los bajorrelieves detrás de la figura del inventor, se representa el fusil de asalto alemán Sturmgewehr 44 (STG44), usado por los nazis alemanes, en lugar de lo que hubiera debido ser una de las modificaciones del AK-47. Durante la tarde del viernes y como colofón, unos operarios —que habían conseguido aserrar el bajorrelieve que reproducía el arma germana—, fueron momentáneamente arrestados por la policía al considerarlos "unos gamberros".
El STG44 fue una invención del ingeniero alemán Hugo Shmeisser, quien después de la Segunda Guerra Mundial fue llevado a la URSS y obligado a trabajar en la industria de armamento soviética. El fusil de Shmeisser tiene un sistema de funcionamiento muy diferente al de Kaláshnikov. Salavat Scherbakov, autor del grupo escultórico, admitió que pudo cometer un error al copiar la imagen del fusil Kaláshnikov de Internet. El consorcio Kaláshnikov, que fabrica los fusiles y armas del mismo nombre, ofreció asesoramiento técnico para corregir el entuerto y la Sociedad de Historia Militar de Rusia guardó silencio.
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