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La recuperación económica de Francia da aire a Macron

El presidente francés se beneficia de las políticas de su precesor y del Banco Central Europeo

El presidente francés Emmanuel Macron el jueves durante una visita a Rumanía. En vídeo, el primer ministro francés, Édouard Philippe, apuesta por incrementar los sueldos de los trabajadores.Vídeo: DANIEL MIHAILESCU (AFP) / REUTERS-QUALITY
Marc Bassets

Quizá sea la baraka, la buena fortuna de Emmanuel Macron, uno más en la sucesión de golpes de suerte que jalonan el ascenso fulgurante del presidente francés y que él siempre ha sabido aprovechar. Cuando acaban de cumplirse los cien primeros días de su mandato, y en vísperas de su primer pulso con la contestación en la calle, se acumulan los datos positivos sobre la economía. El crecimiento despega, regresa el optimismo y algunos economistas ven el pleno empleo en el horizonte. Pese a la caída de la popularidad y los primeros tropiezos, Macron disfruta de una coyuntura económica mejor que las de sus antecesores.

No es exactamente el efecto Macron, porque la recuperación ya estaba en marcha antes de que el político centrista ganase las elecciones presidenciales de mayo. "El 60% de la mejora se debe a la coyuntura mundial, el 20% al BCE y el 20% a Hollande", dijo al dominical Le Journal du Dimanche el economista Patrick Artus.

Y así es. Las causas del renovado optimismo hay que buscarlas en algunas políticas de su antecesor, el denostado François Hollande. También en las decisiones del Banco Central Europeo (BCE), que con su programa de compra de bonos y el mantenimiento de los tipos bajos ha contribuido a reactivar el continente, no sólo en Francia.

Sin el contexto europeo y global, difícilmente el ministro de Economía y Finanzas, el conservador Bruno Le Maire, podría haber afirmado, como hizo el fin de semana, que "desde la elección de Emmanuel Macron, sí, Francia vuelve a arrancar".

Le Maire se hacía eco de la portada del Le Journal du Dimanche que, con una frase similar —"sí, Francia vuelve a arrancar"— presentaba una batería de cifras que demostraban que la sexta economía mundial sale de la crisis: desde la tasa de paro, que ha bajado hasta el nivel previo a la llegada de Hollande al poder en 2012, al boom de una industria turística que ha superado los atentados, y pasando por el consumo privado y los beneficios de las empresas. El crecimiento del producto interior bruto (PIB) debe ser de entre un 1,6 y un 1,8% este año, según las previsiones, un nivel todavía débil pero superior al de los últimos años.

El mundo empresarial recobra la confianza. El índice del Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos (Insee, en sus siglas francesas), publicado este jueves, mejoró en agosto por cuarto mes consecutivo, y alcanzó su nivel más alto desde 2011. En el sector industrial, el índice recuperó el nivel de 2007, antes de la Gran Recesión. El índice se elabora a partir de un sondeo entre jefes de empresas de los principales sectores.

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La recuperación, más tardía que en otros países europeos, presenta claroscuros. La agencia francesa de empleo, Pôle emploi, registró en julio un aumento de un 1,1% de las personas en busca de trabajo, según datos publicados el jueves. El Insee, que usa otro método, ha registrado una caída del paro en el segundo trimestre hasta un 9,5% de la población activa, el nivel más bajo desde 2012.

La disputa sobre los méritos ha comenzado. Macron lleva demasiado poco tiempo en el Elíseo para haber podido adoptar ninguna medida efectiva, pero sus promesas para liberalizar la economía caen bien entre los inversores y pueden haber contribuido a la mejora de la confianza. Su mentor, Hollande, que abandonó el poder en mayo como el presidente más impopular de la V República, salió esta semana de la autoimpuesta discreción para atribuirse el mérito, y criticarle.

"Ahí están los resultados", dijo. "Ya habían aparecido en los últimos meses de [mi] quinquenio y ahora son más evidentes. Lo vimos desde 2015: el crecimiento volvía, el desempleo empezaba a disminuir y me alegro por mi país. Lo que cuenta no es llevarse los laureles, aunque antes de los cumplimientos hubo reproches. Lo importante es que los franceses tengan mejores condiciones de vida".

El expresidente aludía, sin citarlas, a medidas como las rebajas de impuestos para las empresas durante su mandato. Pero fue más allá. Avisó de que la reforma laboral que el nuevo Gobierno francés debe presentar la semana próxima puede poner en peligro la recuperación. Además de la flexibilización del despido, el Elíseo contempla algunas medidas de reducción del gasto que, según algunos economistas, podrían ralentizar el crecimiento.

El debate en París es si Macron debe aprovechar el crecimiento económico para imponer reformas aplazadas durante décadas, o si la buena coyuntura permite retirar el pie del acelerador y volver a aparcarlas.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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