Los obispos venezolanos buscan el respaldo del Papa en el Vaticano
Una delegación de la Conferencia Episcopal Venezolana se ha reunido con el Pontífice y le ha entregado un dossier con los 70 muertos de los últimos dos meses
Una delegación de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) se reunió ayer con el papa Francisco para abordar la grave crisis que atraviesa el país. El grupo de obispos solicitó la reunión hace algunos días y ha querido transmitirle al Pontífice su clara posición en defensa del pueblo y contra las políticas del Gobierno de Maduro, que consideran “erradas”. Según la propia delegación, Francisco está consternado por la grave crisis humanitaria y la violencia en la represión de las manifestaciones que ha dejado ya 70 muertos en los últimos meses. El Vaticano no se ha pronunciado al término del encuentro.
El grave conflicto de Venezuela es uno de los pocos asuntos en los que el Papa no ha logrado llevar a buen puerto su habilidad para fraguar acuerdos. Cada vez que el Pontífice afronta el tema —y lo ha hecho recurrentemente— termina atrapado en el fuego cruzado de una crisis en la que tiende a ser instrumentalizado por el Gobierno o criticado por algunos sectores de la oposición, que le reclaman menos tibieza en sus posiciones. Por eso, la reunión con los obispos venezolanos puede interpretarse también como una petición para que se involucre más en la resolución del conflicto. La hoja de ruta está clara: apertura de canal humanitario, elecciones generales, libertad de presos políticos y respeto a la Asamblea Nacional.
Al término de la reunión, el presidente de la CEV, Diego Padrón, ha explicado algunos detalles del encuentro, en el que han entregado al Pontífice un dossier con los 70 muertos en manifestaciones de los últimos dos meses. "El Papa no se explica cómo un país con tantos recursos puede llegar al extremo de no tener comida ni medicinas”, ha señalado. La delegación de obispos ha subrayado que no representa a la oposición y que tiene su propia línea de pensamiento, pero para Padrón la solución al conflicto está clara: “El Gobierno de debe admitir que sus políticas son erradas. Tiene que haber un reconocimiento a las necesidades del pueblo”.
La cita con el Papa se produce en medio de la gravísima crisis institucional que golpea a Venezuela desde que, a finales de marzo, el Tribunal Supremo dejara sin competencias al Parlamento. La oposición redobló el pulso al Gobierno de Nicolás Maduro en la calle, con protestas casi diarias en las que ya han fallecido 70 personas. La respuesta del Ejecutivo consistió en la convocatoria de unas elecciones a una nueva Asamblea Constituyente, que se celebrarán el 30 julio, con unas reglas del juego que favorecen al aparato chavista. En esta situación de bloqueo, en la que toda posibilidad de diálogo parece haberse quebrado, cualquier mediación internacional puede resultar decisiva, al menos, para rebajar la tensión.
Francisco está abierto al diálogo. De hecho, en el vuelo de vuelta de su viaje a Egipto aseguró que estaría dispuesto a participar de nuevo en una mediación con los tres expresidentes iberoamericanos que acompañaron el proceso la última vez: José Luis Rodríguez Zapatero, de España; Martín Torrijos, de Panamá; y Leonel Fernández, de República Dominicana. “Todo lo que se pueda hacer por Venezuela hay que hacerlo, pero con las garantías necesarias. Si no, jugamos al pin-pin-pirulero”, señaló. Sin embargo, también deslizó que en aquella ocasión la oposición no estaba totalmente unida. “Está dividida, y los conflictos se agudizan cada vez más”, señaló. Algo que no sentó bien a ese sector y que fue usado por el oficialismo para exculparse del fracaso de las negociaciones.
Ese tema también se ha discutido en la reunión, en la que ambas partes han hablado del riesgo de instrumentalización que entraña cada intervención del Papa. Pero la CEV insiste en que su poder para internacionalizar el conflicto es crucial. “El Papa tiene un gran radio de acción. Todos sus contactos y la moral que tiene para hablarle a los gobiernos puede hacer mucho en favor de Venezuela. Confiamos en que esa visión internacional nos ayude. No sabemos si el Gobierno escuchará, pero hay una situación objetiva de la que todos están hablando”, ha señalado Padrón.
En cualquier caso, el Vaticano conoce bien la situación. De hecho, el actual secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, fue Nuncio Apostólico de Venezuela de 2009 a 2013, cuando Francisco lo quiso en junto a él en el cargo actual. Bajo el pontificado del argentino Jorge Mario Bergoglio se han producido algunas señales que han alimentado las esperanzas de la oposición. Desde el pasado octubre, por ejemplo, la Congregación General de la Compañía de Jesús tiene a un venezolano al frente, Arturo Sosa Abascal. A finales de 2016 forzó uno de los últimos intentos de negociación entre Maduro y los partidos de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD), que se dividieron sobre las condiciones de esas conversaciones. Tuvo que intervenir la Conferencia Episcopal de Venezuela, apelando a la figura del papa Francisco.
Esa tentativa fracasó. Y ese “respeto a la Constitución” corre el riesgo de quedarse en agua de borrajas también en las filas oficialistas, puesto que Maduro quiere cambiar incluso la Carta Magna de Hugo Chávez, lo que ha provocado el distanciamiento de líderes vinculados al expresidente e incluso de la fiscal general del país, Luisa Ortega Ortiz. Algo sobre lo que también se han pronunciado los obispos con cierta ironía. "Hasta hace unos meses teníamos la mejor Constitución, así que ahora no se justifica una reforma. No hace falta hacer todo ese trabajo si ni siquiera hay dinero para comprar comida".
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