Los jóvenes tunecinos se consagran al arte desengañados por la política
La Primavera Árabe no ha satisfecho las aspiraciones de muchos jóvenes, que canalizan sus energías hacia la producción artística
Después de varios años de estira y afloja entre los partidos políticos, la Junta Electoral de Túnez anunció por fin que el próximo 17 de diciembre se celebrarán las elecciones municipales. Serán unos comicios históricos, por ser los primeros locales del periodo posrevolucionario y porque abrirán el proceso de descentralización en un país muy centralista y con grandes desigualdades socio-económicas entre regiones. Sin embargo, la noticia fue acogida por la mayoría de la población, y sobre todo por los jóvenes, con indiferencia. Si en las elecciones legislativas del 2014 la participación ya solo fue del 35%, en las municipales podría desplomarse.
A pesar de haber protagonizado la pulsión contestaría que hizo caer el tirano Ben Alí en 2011, desencadenando por contagio la llamada Primavera Árabe, los jóvenes tunecinos no se sienten beneficiados de los cambios políticos experimentados durante los últimos seis años. En parte, este desencanto con la política está relacionado con una tasa de paro juvenil que supera el 35%. Pero no es el único problema.
"Esta sociedad no confía en los jóvenes. Y es un problema que empieza por las propias familias, que no confían en las decisiones de vida de los jóvenes y no las asumen ", denuncia Jihed Khemiri, un percusionista de 28 años, que recuerda que el presidente del país, Beji Caïd Essebsi es nonagenario, que el líder el partido más poderoso, los islamistas de Ennahda, suma ya 75 años, y raro es el partido que incorpora a los jóvenes en sus cúpulas.
Al ver cómo la clase política tradicional se atrincheraba en el poder, el compromiso político de la juventud, vigoroso a inicios de la década, ha ido languideciendo. "Durante la Revolución y los meses siguientes, fui muy activo políticamente. Milité en un partido de izquierdas y también en el sindicato estudiantil, pero después de un año lo dejé al darme cuenta que era demasiado burocrático y sus objetivos eran diferentes de los míos ", explica Majd Mastoura, un actor de 25 años que saltó a la fama internacional el año pasado gracias a la obtención del Oso de Oro en Berlín por su actuación en el película Hedi.
Menos compromiso en lo político, más en lo social
Una parte de las energías de esta generación rebelde y soñadora, desengañada por las prácticas de la política formal, se han canalizado hacia el arte. Mastoura o Khemiri son un buen ejemplo de ello. De aquellos excitantes meses del 2011, en los que las movilizaciones duraron meses para empujar los Gobiernos interinos hacia un cambio irreversible, ha quedado un poso de compromiso más social que político.
Por ejemplo, Mastoura fundó en 2012 un grupo de poesía en la calle que tenía como objetivo acercar el arte a los barrios y las regiones desfavorecidas. Aún hoy participa en sus talleres, y es una razón por la que vive a caballo entre Túnez y París, una ciudad que le ofrece más posibilidades como actor. Sin embargo, la frustración ha empujado a otros hacia empresas menos loables: entre 3.000 y 5.500 tunecinos se han alistado en organizaciones yihadistas dirigirse a zonas de conflicto.
Noha Habaieb, una joven dibujante de cómics del colectivo de artistas Lab619, aboga por un planteamiento parecido. "Como muchos jóvenes, no sigo de cerca la política formal. Estoy decepcionada con los partidos. Ahora bien, nuestras viñetas tocan temas políticos y sobre todo sociales como, por ejemplo, la inmigración o la sexualidad", Habaieb. En sus obras, los siete dibujantes son provocativos pero Habaieb admite no haber encontrado "líneas rojas" que no hayan podido cruzar. "Quizás porque tampoco tenemos una difusión de masas y no llegamos a unos sectores sociales más conservadores", dice.
No todos los jóvenes han perdido su fe en la política. “Se dan las condiciones para crear un nuevo partido que no solo esté liderado por jóvenes, sino que aporte nuevas ideas y prioridades. Estamos empezando ya a organizarnos de cara a las legislativas del 2019”, afirma el activista Amén Alah Jauhari, muy interesado en la experiencia de Podemos. La presentación, hace unos días, de una ley que podría amnistiar a los implicados en casos de corrupción durante la dictadura de Ben Alí ha galvanizado los movimientos juveniles y podría contribuir a crear sinergias entre ellos.
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