Trump visitará Arabia Saudí, Israel y el Vaticano antes de las cumbres de la OTAN y el G 7
La primera gira internacional del presidente estará marcada por asuntos terroristas, religiosos y militares
Oriente Próximo será el primer destino en el extranjero de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. El republicano viajará el 19 de mayo con rumbo a Arabia Saudí e Israel, para después desplazarse a Europa para participar, como ya se había avanzado, en las cumbres de la OTAN (día 24) y el G 7 (26). Antes de asistir a esas citas multilaterales, Trump visitará el Vaticano para entrevistarse con el papa Francisco.
El itinerario, anunciado este jueves por la Casa Blanca, manda varios mensajes sobre las prioridades internacionales del mandatario. Las paradas en Arabia Saudí e Israel llegan en un momento en que Washington trata de impulsar un proceso de negociación entre israelíes y palestinos con el apoyo de países árabes. También busca reforzar la campaña contra el Estado Islámico y elevar el tono ante Irán, rival regional de Jerusalén y Riad.
Con la cita en el Vaticano, habrá visitado los epicentros de las tres mayores religiones monoteístas del mundo. Y le permitirá hablar por primera vez con el papa Francisco, que criticó a Trump el año pasado durante la campaña electoral y del que recelan algunos republicanos por su retórica sobre la desigualdad económica y el cambio climático.
“La tolerancia es la piedra angular de la paz”, dijo Trump en un acto en la Casa Blanca al hablar de su viaje. En Arabia Saudí, está previsto que se reúna con líderes del mundo musulmán para fijar un nuevo “fundamento” de cooperación contra el extremismo y de apoyo a los jóvenes. Pero no se espera un discurso de calado como el que dio Barack Obama en 2009 en Egipto, en su primer viaje a la región y con el que buscaba reparar lazos. “Nuestra tarea no es dictar cómo otros viven sino construir una coalición de amigos que comparten el objetivo de luchar contra el terrorismo y traer estabilidad a Oriente Próximo”, señaló Trump.
En Israel y, presumiblemente Cisjordania, se reunirá por separado con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el presidente palestino, Mahmud Abbas.
Trump saldrá por primera vez de EE UU como presidente cuando ya lleve cuatro meses en el poder, un ritmo mucho más lento que Obama. El viaje rompe con la tradición de los últimos mandatarios de visitar primero Canadá o México, con los que el republicano mantiene una relación tirante en asuntos comerciales y migratorios. Pero la elección de los países no es sorprendente y recupera la práctica, rota por Obama en su primer viaje, de visitar en una misma gira Arabia Saudí e Israel, los dos principales aliados norteamericanos en Oriente Próximo.
La gira, explicó un asesor a la prensa, demostrará que el principio aislacionista de Trump de “América primero es totalmente compatible con el liderazgo estadounidense en el mundo”. El presidente carece de una doctrina exterior definida —que combina dureza militar y equidistancia diplomática—, pero la ha ido modulando hacia posiciones más tradicionales tras amenazar como candidato con romper los pilares exteriores de la primera potencia en las últimas siete décadas.
El periplo finalizará en Bruselas y Sicilia, donde Trump acudirá a las cumbres de la Alianza Atlántica y del club de los siete países más industrializados del mundo. Las reuniones supondrán el estreno del republicano en la arena multilateral y en Europa, que fue blanco de algunos de sus ataques como candidato. Según sus asesores, el mandatario ha fortalecido las alianzas de Washington y ha propiciado un reparto más justo de las cargas.
Antes de asumir la presidencia, llamó a la OTAN una organización obsoleta por no luchar lo suficiente contra el terrorismo. También amenazó con declarar a China como manipuladora de su moneda e imponerle elevados aranceles comerciales, criticó a la canciller alemana, Angela Merkel, y cuestionó la alianza de seguridad con Japón.
Sin embargo, tras asumir el poder, Trump ha rebajado esas posiciones y ha tendido puentes. El republicano ha insistido en que los socios de la OTAN deben aumentar su gasto en defensa y esa demanda monopolizará su visita a Bruselas.
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