Hillary Clinton culpa de su derrota a los ataques informáticos rusos y al director del FBI
La demócrata habla por primera vez del resultado electoral y asegura que hubiera sido presidenta de no ser por la interferencia de Rusia
Hillary Clinton atribuyó este martes su derrota en las pasadas elecciones presidenciales a la interferencia de Rusia y a la carta publicada por el director del FBI once días antes de los comicios. Se trata de la primera vez que la excandidata demócrata culpa públicamente al gobierno de Vladímir Putin, acusado por Estados Unidos de influir en las elecciones a favor de Donald Trump. Clinton participaba en un evento en Nueva York en el que también hizo autocrítica, analizó la política exterior del presidente Trump y reivindicó la lucha por los derechos de las mujeres como “el asunto pendiente del siglo XXI”.
Clinton analizó el resultado electoral y los primeros tres meses de Trump durante una conferencia sobre la igualdad de las mujeres y las niñas en todo el mundo, pero acabó ligando casi todas sus respuestas a la victoria del republicano. La ex secretaria de Estado mostró su versión más agresiva y contundente, frente al rostro más comedido y didáctico de la campaña, hizo bromas y guiños al público, y anunció que está escribiendo un libro —“no diría que es terapia, pero sí me resulta catártico”—, donde dará la versión completa de lo que ocurrió hasta el ocho de noviembre de 2016.
“Yo iba camino de ganar hasta que la combinación de la carta de [James] Comey y Wikileaks despertaron dudas entre algunos de mis votantes y se asustaron”, dijo la demócrata. Clinton se refería al comunicado del director del FBI que, once días antes de las elecciones, aseguraba que había encontrado correos nuevos que podían ser relevantes para la investigación de la candidata. Entonces fue interpretado como “la sorpresa de octubre” que podría hacer descarrilar sus opciones de victoria.
La ex secretaria de Estado habló duramente sobre la “interferencia” del Kremlin en las elecciones a través de varios ataques informáticos a la sede demócrata y el robo de los correos de su director de campaña —“Nosotros ya alertamos de que las elecciones habían sido manipuladas”— y habló de su relación con Putin. “En 2012 los rusos salieron a la calle y protestaron en varias ciudades. Él dijo que yo había enviado a los manifestantes. Básicamente todo fue mal desde ese momento”.
Clinton tiró de su experiencia al frente de la diplomacia estadounidense entre 2009 y 2013 para criticar algunos de los últimos pasos de Trump. La demócrata reconoció que apoya el ataque a una base aérea siria en respuesta por el uso de armas químicas por el régimen, pero admitió que “no ha solucionado nada”. “Debemos prestar atención a los acuerdos ocultos que se hayan hecho con los rusos, hay muchas cosas que aún no sabemos”, denunció.
Sobre Corea del Norte, admitió que “es uno de esos problemas envenenados” con los que lidian todos los presidentes, pero también criticó a Trump por ignorar que Pyongyang puede verse beneficiado por la voluntad de negociar de EE UU. “Eso mejora su posición”, dijo Clinton. “Las negociaciones son críticas, pero deben ser parte de una estrategia más amplia, no de un tuit que escribes una mañana cualquiera. Eso no funciona”. La demócrata se ganó un aplauso cerrado al decir que Trump debería “preocuparse menos de las elecciones, y de que yo ganase el voto popular, y ocuparse más de otras cosas”.
La veterana política regresó al ámbito doméstico para alertar de que EE UU se encuentra en riesgo de retroceder en materia de derechos de las mujeres. “Hemos avanzado pero no es suficiente”, dijo. Cuando la periodista Christiane Amanpour le preguntó si consideraba que la misoginia había sido un factor en su contra en las elecciones, Clinton interrumpió con media sonrisa “¿tú crees?” para después reivindicar que su victoria hubiera sido “muy importante”.
A lo largo de la charla, la ex secretaria de Estado asumió la responsabilidad por los errores de su campaña y reconoció que uno de sus puntos débiles fue la falta de conexión emocional con el electorado, al que nunca consiguió electrizar como su oponente. Sobre su mensaje y sus propuestas, admitió que “no son tan ilusionantes como destruirlo todo y empezar de nuevo”, en referencia al planteamiento de Trump.
Pero Clinton golpeó de nuevo. “Ahora creo que eso mismo le está trayendo problemas porque no consigue cumplir lo que ha prometido”, dijo sobre la falta de logros contundentes de Trump. A las declaraciones del mandatario sobre la complejidad del sistema sanitario, contestó que “sí, el sistema de salud es complicado”. Y a su reflexión sobre las dificultades de la presidencia, añadió: “Si es fácil, el asunto no llega a la mesa del presidente”.
La demócrata ha recuperado poco a poco sus apariciones públicas con eventos dedicados a los derechos de las mujeres y las niñas. “No estamos hablando de un lujo del que debemos ocuparnos cuando hayamos resuelto todo lo demás”, afirmó. “Es una cuestión de seguridad nacional”. Y así, regresando a uno de los asuntos a los que ha dedicado gran parte de su carrera, Clinton confirmó qué lugar ocupará a partir de ahora. “Soy una ciudadana activista. Formo parte de la resistencia”.
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