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El principal estratega de Trump vive sus horas más bajas

El presidente sugiere que podría prescindir de Bannon, su asesor más radical y enfrentado a su yerno

Trump y Bannon, el pasado enero en la Casa Blanca
Trump y Bannon, el pasado enero en la Casa BlancaMANDEL NGAN (AFP)

Steve Bannon ha sido señalado. Vive sus horas más bajas en la Casa Blanca y su futuro es incierto. “Yo soy mi propio estratega”, ha dicho Donald Trump. Es difícil adivinar las verdaderas intenciones del presidente estadounidense, pero si se leen entre líneas sus últimas declaraciones, ha sugerido claramente que podría prescindir de Bannon, su estratega jefe en la Casa Blanca que está enfrentado con Jared Kushner, asesor y yerno del mandatario.

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Bannon, de 63 años, es un hombre recluido y camaleónico: ha sido militar, ejecutivo del banco de inversión Goldman Sachs, productor de películas y responsable de Breitbart News, publicación de referencia para la llamada alt-right, la derecha más radical estadounidense.

Nacionalista y populista, acusado de antisemitismo y defensor de que Estados Unidos está en una encrucijada histórica, Bannon fue designado el pasado agosto jefe de campaña de Trump. Faltaban dos meses y medio para las elecciones presidenciales. Se le atribuye haber pulido los exabruptos de Trump y haberle conectado con el sentir de las bases conservadoras.

Tras ganar los comicios, el republicano nombró a Bannon responsable de estrategia en la Casa Blanca, el gurú que debía trasladar el rupturismo de la campaña a la realidad de la presidencia y ejercer de cordón umbilical con los sentimientos más extremos de los votantes. Su nombramiento desató protestas ciudadanas y supuso una victoria para la extrema derecha: un hombre con el que simpatizan trabajaba junto al presidente más poderoso del planeta.

Sin embargo, en los casi tres meses de mandato de Trump, Bannon ha ido diluyéndose. Su dogmatismo y varios fracasos -se le atribuye parte de la responsabilidad en la reforma sanitaria y el veto migratorio- han hecho que el presidente se haya inclinado cada vez más por el pragmatismo que abandera el círculo de Kushner en la Casa Blanca, mientras se especula con que podría reestructurar a su equipo.

Trump tomó el pasado miércoles dos decisiones que pueden revelar la pérdida de influencia de su estratega jefe. El presidente anunció que ya no considera que China manipule su moneda y mostró su apoyo al Export-Import Bank, una entidad gubernamental que promueve la expansión internacional de empresas pero que muchos republicanos asocian a un intervencionismo excesivo.

La semana anterior, Trump aprobó la salida de Bannon del Consejo de Seguridad Nacional ante la presión de los militares que advirtieron del riesgo de impregnar de demasiada política e ideología la toma de decisiones clave en geopolítica.

Bannon promueve la agitación dentro y fuera de EE UU: romper con el statu quo, luchar contra la globalización, “deconstruir” el Estado y arremeter contra la prensa, que ha llamado el “partido de la oposición”.

Trump es imprevisible pero parece estar alejándose, al menos verbalmente, cada vez más de esos postulados. Con sus elogios esta semana a la OTAN, la Reserva Federal y China, y sus críticas a Rusia, se asemeja más a un presidente tradicional que al que prometió cambiar el funcionamiento de Washington: “El establishment se protegió a sí mismo, pero no a los ciudadanos de este país”, dijo el 20 de enero en su discurso de investidura, inspirado en la doctrina Bannon.

La amenaza de Trump

“Steve es un buen hombre, pero les he dicho que lo solucionen o yo lo haré”, dijo Trump el martes en una entrevista al diario The New York Post en referencia a la tensión entre Bannon y Kushner. A instancias del republicano, ambos se reunieron el pasado viernes para tratar de limar sus asperezas. Se desconoce si alcanzaron una tregua.

“Me gusta Steve, pero tienes que recordar que no estuvo involucrado en mi campaña hasta muy tarde”, asegura Trump en la entrevista. A las pocas semanas de ser designado oficialmente el candidato republicano a las elecciones, Trump contrató a Bannon tras forzar la dimisión de Paul Manafort, acechado por sus oscuros lazos con Ucrania y Rusia.

“Ya había derrotado a todos los senadores y gobernadores, y no conocía a Steve. Yo soy mi propio estratega y no era como que fuera a cambiar de estrategias porque me iba a enfrentar a la deshonesta Hillary”, prosigue el republicano, usando el apodo descalificativo que empleó contra la demócrata Hillary Clinton durante la campaña.

Dentro de su universo megalómano, Trump, que bautiza con su nombre todas sus propiedades empresariales, apenas admite personas que le hagan sombra. Según fuentes de su entorno citadas por medios estadounidenses, al magnate inmobiliario le disgustó una portada en febrero de la revista Time en que se describía a Bannon como el genio detrás de su victoria electoral.

Otros hablaban del “presidente en la sombra”, pero, en una entrevista el miércoles con el diario The Wall Street Journal, Trump fue tajante sobre su concepción de Bannon: “Un hombre que trabaja para mí”. La incógnita es si es solo un aviso o el principio del fin de su estratega jefe.

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