Víctimas de la avalancha en Colombia buscan por su cuenta a los desaparecidos
Los damnificados piden al Gobierno que disponga de recursos para continuar con la búsqueda
La tragedia de Mocoa, un pueblo en el sur de Colombia arrasado por una avalancha el pasado 1 de abril, está muy lejos de terminar. La cifra de muertos llegó a 320, los virus y brotes se asoman entre quienes sobrevivieron y permanecen entre las ruinas de este lugar en el departamento del Putumayo y los desaparecidos, casi que como en la misma historia de Colombia, empiezan a quedar en tan solo una cifra, un dato más. Se habla oficialmente de 103 personas, pero en los barrios que se fueron al piso las familias que se salvaron no se resignan a pensar que sus seres queridos se esfumaron como ocurrió con sus casas.
Laura Montoya contesta su teléfono en una orilla del inmenso río Caquetá, que discurre en la parte sur en el departamento del Cauca y baña poblaciones próximas a Mocoa. Es la frontera natural entre los dos departamentos. Desde allí, con otros vecinos del barrio Los Pinos, uno de los que se borró del mapa tras la lluvia que desbordó el agua y generó la tragedia, Laura cuenta que busca a tres personas de la familia de su esposo. Como ella, pero en otro punto de la zona, hay un grupo más de ciudadanos haciendo labores de búsqueda. No aceptan la cifra que da el gobierno y aseguran que hay mucha más gente desaparecida. “Hace casi cinco días que dieron por terminado el trabajo de buscarlos y poco a poco la ayuda ha desaparecido. Creemos que hay al menos 400 cuerpos que no han sido encontrados y sabemos que cuando se buscaron no se hizo de forma exhaustiva”, dice Montoya, periodista, sobreviviente y ahora rescatista.
“El jueves pasado caminando entre las ruinas encontramos el cadáver de una niña de 9 años. Estaba en la superficie. ¿Cómo los expertos no la habían encontrado?”, se pregunta. A través de una improvisada, pero unida organización que han bautizado Grupo incansable de búsqueda, han elevado recursos jurídicos y peticiones formales para que el tema de desaparecidos en esta tragedia, una de las peores de la historia reciente de Colombia, no quede simplemente en un ítem más del nefasto saldo de la avalancha. “Rechazamos la decisión unilateral de los equipos de búsqueda y rescate de suspender los operativos que se deben adelantar en las zonas del desastre donde están nuestros allegados, y conservamos la esperanza de encontrar sus cuerpos y darles digna sepultura. Exigimos los derechos que tenemos como víctimas para que el gobierno disponga de los recursos necesarios para continuar con la búsqueda y recuperación de los cuerpos de manera inmediata con la maquinaria, recursos humanos, técnicos y financieros y demás equipos necesarios para este objetivo”, reclaman en un comunicado firmado por varios líderes del pueblo.
Exigen que el gobierno busque los cuerpos o que gestione recursos para que la comunidad pueda hacerlo. También piden que, de forma oficial, les entreguen un informe de cuerpos encontrados y aclaren si se encuentran en sepultura temporal. Solicitan además en detalle, quiénes son, con nombres, apellidos, edad y sexo, las personas desaparecidas, según la lista oficial. También requieren las identificaciones de los cuerpos que nadie ha reclamado y un álbum de registro de personas fallecidas que llegaron al hospital y que fue visto en las primeras horas de la emergencia, pero que ahora no se tiene su ubicación.
“A nadie parece interesarle. Son desaparecidos y ahí termina. Como ya no representan votos ni sirven políticamente, creen que no importan”, dice Laura, que asegura que aunque sea de forma manual (con sus únicas herramientas: bolsas de plástico y linternas) seguirán buscando a sus muertos. La desinformación, la falta de conexión entre las entidades, el hambre, las difíciles condiciones que aún se viven en el pueblo han hecho que la tragedia continúe. Entre las peticiones que hasta ese jueves no habían tenido respuesta oficial, también está el registro fotográfico del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía sobre los cadáveres encontrados, un informe de los niños y niñas que están en poder del Instituto de Bienestar Familiar (entidad estatal de protección al menor) y reiteran sobre la necesidad de que haya un acompañamiento psicosocial a los familiares de los desaparecidos, que vaya más allá de lo mediático. Ahora que el foco de los noticieros ya no está en Mocoa, sus habitantes piden que no los olvidemos.
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