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Un héroe nuclear en la sala de espera

Toyohiko Tomioka, Premio Príncipe de Asturias en 2011, ha sido considerado como uno de los "Héroes de Fukushima"

Gonzalo Robledo
Toyohiko Tomioka en su cuartel de Kamata, en Tokio.
Toyohiko Tomioka en su cuartel de Kamata, en Tokio.GONZALO ROBLEDO

La producción de energía nuclear en Japón sigue estancada tras el accidente de la central de Fukushima y muchos ciudadanos esperan que nunca más se vuelvan a necesitar los servicios de expertos en siniestros como el bombero Toyohiko Tomioka, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2011 y uno de los "Héroes de Fukushima".

Cuenta que a menudo lo califican de "hombre extraordinario" por haber recibido el premio Príncipe de Asturias

El 18 de marzo de 2011 Tomioka y su equipo entraron en la central nuclear Fukushima Daiichi con la misión de enfriar con agua de mar el reactor número 3, que contiene plutonio. El edificio que alojaba el reactor había sido sacudido por un terremoto de intensidad 9 en la escala Richter, arrasado por el consiguiente tsunami y volado por una explosión.

"Conocíamos los antecedentes de Chernóbil y Three Mile Island pero otra cosa era estar allí en persona", afirma Tomioka. La radiactividad pululaba en el aire y su única protección, aparte de trajes que sus colegas comparan con guardapolvos pues frenan las partículas radiactivas pero no los rayos gamma, eran los dosímetros.

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Caminando entre escombros llegaron al mar, conectaron metros de mangueras y las elevaron con grúas para rociar el reactor. "Terminé mi trabajo en cuarenta minutos y la alarma de mi dosímetro no había sonado", dice y explica "que su cuerpo recibió 4 milisie­verts (mSv/año)" de un límite previsto de 30 mSv/año. En los sucesivos exámenes médicos ninguno de los que participó en la misión ha tenido problemas. "Incluso algunos de los más jóvenes han sido padres", puntualiza.

La heroica misión, en la que colaboró un contingente de soldados, policías y empleados de empresas relacionadas con la central, evitó la fuga de radiación masiva a la atmósfera

La heroica misión, en la que colaboró un contingente de soldados, policías y empleados de empresas relacionadas con la central, evitó la fuga de radiación masiva a la atmósfera y fue el inicio de un lento proceso que culminará con el desmantelamiento de los reactores en un período que puede durar varias décadas.

El peor desastre nuclear desde Chernóbil, en 1986, produjo un cierre generalizado de las centrales para inspecciones y generó un fuerte sentimiento antinuclear entre los ciudadanos que conocieron la alarmante ineptitud del sistema regulador japonés para supervisar los casi sesenta reactores atómicos repartidos en un archipiélago volcánico propenso a los sismos.

Tomioka se refiere a su arriesgado trabajo en Fukushima como una misión "incierta", un calificativo que sonaría a típico recato nipón si el que lo pronuncia no le hubiera visto varias veces la cara a la muerte como miembro del Hyper Rescue Squad (Brigada de Grandes Rescates) de Tokio.

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Hoy, con 53 años, está alejado de la acción, viste a diario de corbata y ocupa un despacho como segundo comandante del cuartel de Kamata, en el sur de Tokio. Cuenta que a menudo lo califican de "hombre extraordinario" por haber recibido el premio Príncipe de Asturias.

El galardón fue otorgado a los Héroes de Fukushima por "representar los valores más elevados de la condición humana" en una ceremonia en Oviedo. Tomioka leyó el discurso de agradecimiento en japonés y cerró con un coqueto "¡Viva España!" que cosechó sonrisas de las autoridades presentes, entre ellos el entonces Príncipe de Asturias.

El ahora rey de España lo citó junto a los otros héroes que estuvieron en Oviedo para una audiencia en su segundo día de su visita a Tokio. Tomioka afirma que además del reencuentro con Felipe VI en el que recordaron sus días en Oviedo, le emocionó la invitación a la cena ofrecida en honor del monarca español por el emperador Akihito en el palacio imperial.

A pocas calles de la entrada al palacio está la sede de TEPCO (Tokio Electric Power Co.) la empresa administradora de la central accidentada y uno de los pocos edificios del céntrico barrio donde desde hace seis años las luces nunca se apagan.

Los datos tras el desastre nuclear

Hasta marzo de 2017, 53 reactores nucleares en Japón permanecen cerrados por inspecciones o han sido clausurados. Tres están funcionando. La Autoridad de Regulación Nuclear de Japón (NRA), ha recibido 26 peticiones para la reapertura de plantas nucleares en 16 localidades del archipiélago.

El pasado 17 marzo de 2017 el tribunal de Maebashi, al noroeste de Tokio, determinó que el gobierno central y TEPCO obraron con negligencia al no haber preparado medidas anti-tsunami en Fukushima, y ordenó indemnizar a un grupo de evacuados de la zona que habían interpuesto una demanda colectiva.

Unos 120.000 evacuados por el terremoto, el tsunami y el accidente nuclear, siguen habitando en viviendas temporales y unos 40.000 viven aún en unidades prefabricadas estilo contenedor.

La evacuación forzada por el temor a la radiactividad ha sido señalada como la principal causa de enfermedades entre los desplazados de Fukushima. Se han llegado a dar casos de hostigamiento escolar de niños desplazados a otras regiones.

TEPCO continúa el desmantelamiento de la central de Fukushima Daiichi donde la medición más alta de radiación fue registrada a mediados de marzo de 2017 y alcanzó los 650 sieverts por hora, capaz de destruir un robot sonda en menos de dos horas.

Tras el desastre de 2011, Japón estableció una Dirección de Reconstrucción (Reconstrution Agency) y fijó una agenda de 10 años hasta 2020 con un presupuesto de unos 315.000 millones de dólares.

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