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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El elefante en el Rin

Mientras Brexit y desafío migratorio copan la atención, no se habla de las divergencias de Berlín y París sobre la crisis del euro

Andrea Rizzi
François Hollande y Angela Merkel, junto a otros líderes europeo, en la cumbre de Roma del pasado 25 de marzo.
François Hollande y Angela Merkel, junto a otros líderes europeo, en la cumbre de Roma del pasado 25 de marzo.Franco Origlia (Getty Images)

Mientras el Canal de la Mancha se convierte en océano con el Brexit, y el Mediterráneo en un inmenso cementerio con el desesperado flujo migratorio hacia Europa, conviene fijar la atención en otro curso de agua: el Rin. En estos procelosos tiempos para Europa, la relación franco-germana, histórico motor del proyecto europeo, vuelve a ser esencial. Berlín y París muestran unidad en muchas políticas. Sin embargo, fuera de los focos, el eje sufre grietas en un punto crítico para el futuro de la UE.

Mientras el Brexit y el desafío migratorio copan la atención, el elefante en la habitación del que no se habla es la crisis no resuelta de la zona euro y las divergencias de Berlín y París sobre cómo superarla. Si el Brexit constituye una dolorosa pero no letal amputación, y si la oleada de refugiados representa gasolina para la peligrosa pero contenible fiebre populista, la crisis de la zona euro conforma una amenaza letal. Una implosión en el área monetaria común destruiría la UE tal y como la conocemos. Y si bien la economía europea muestra síntomas de mejora, Grecia e Italia proyectan largas sombras sobre el euro.

Atenas afronta importantes vencimientos en verano, inasumibles sin el desembolso de un nuevo tramo del préstamo, y el desacuerdo entre los prestamistas es profundo. A la vez, Italia sigue gestando una importante crisis bancaria, con un Gobierno en estado de casi parálisis desde hace mucho tiempo: primero se paró todo por el referéndum de diciembre sobre la reforma constitucional, y después por el frágil liderazgo del actual Ejecutivo. El tamaño de la economía italiana y el auge de las formaciones que abogan por un referéndum sobre su pertenencia a la zona euro hacen de la cuestión italiana un asunto inquietante.

Una década de crisis de la eurozona ha demostrado que, al margen de las coyunturas, esta sufre graves defectos en su arquitectura. Alemania y Francia comprenden la necesidad de avanzar hacia una mayor integración; pero divergen sobre cómo hacerlo.

La diferencia tiene raíces profundas, en la concepción del Estado y en la visión económica. Alemania observa con recelo muchos de los principales conceptos franceses: el intervencionismo y el gigantismo del Estado, la fe keynesiana, el mimo a los campeones industriales, cierta flexibilidad/laxitud fiscal. Estos elementos son centrales en la visión de futuro para la zona euro. Francia aboga por un gobierno económico de la UE, que haga de contrapeso al BCE, que cuente con un Parlamento propio, presupuesto, eurobonos, garantía común de depósitos bancarios. Alemania entiende la necesidad de avanzar en la integración, pero teme verse entrampada en un sistema que la utilice como fondo de garantía para todo y reclama que la disciplina fiscal prime sobre la flexibilidad.

Estas divergencias deben además ser afrontadas en medio del cambio en el equilibrio de fuerzas entre las dos naciones —a favor de Alemania—, lo que obliga a una compleja redefinición de la relación.

El reto es mayúsculo, y quizá más existencial para la UE que el Brexit. Pero hay margen para el optimismo. Alemania y Francia han construido el proyecto europeo, y nunca tuvieron los mismos intereses. Pero a menudo lograron hacerlos converger. Se construyeron muchos puentes sobre el Rin.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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