La esposa de Fillon, imputada también en el caso de empleos ficticios
El caso enreda aún más la campaña del candidato presidencial conservador
No por esperado el golpe ha sido menor para el candidato presidencial de la derecha, François Fillon. Su esposa, Penelope, también ha sido imputada, este martes, por “complicidad y encubrimiento de desvío de fondos públicos, de abuso de bienes sociales y de estafa agravada”.
La noticia se conoce 14 días después de la imputación de su marido y aspirante al Elíseo —con cada vez menos posibilidades, precisamente debido a este escándalo conocido como Penelopegate— por cargos similares debido a los supuestos empleos ficticios que consiguió para su mujer como asistente parlamentaria. Más grave aún para el candidato de Los Republicanos, la decisión de los jueces, dada a conocer tras la declaración jurada que realizó Penelope Fillon este martes durante varias horas ante las autoridades judiciales, se conoce en el tramo final de la carrera electoral que su marido hace no tanto creyó tener prácticamente ganada.
Desde las revelaciones de los supuestos empleos ficticios de la esposa del ex primer ministro, publicadas primero por el semanario satírico Le Canard Einchaîné, las encuestas sitúan a Fillon fuera de la segunda vuelta presidencial, el 7 de mayo.
El candidato conservador, que se cree víctima de un intento de “asesinato político”, ha tratado de contraatacar en los últimos días acusando a su vez al Ejecutivo del socialista François Hollande de haber creado un gabinete negro o una especie de gobierno en la sombra destinado a vigilar y destruir a sus rivales políticos. La maniobra, que ha sido descalificada como una “huida hacia adelante”, fue desmentida de inmediato tanto por el presidente saliente como por los periodistas del semanario satírico, autores del libro que Fillon mencionó como base de su acusación.
El empleo de familiares por parte de legisladores es una práctica común y, hasta ahora, tolerada. Pero las altas cantidades percibidas por Penelope Fillon durante años por unas actividades cuanto menos vagas y, en vista de la decisión de los jueces, poco convincentes, han puesto en tela de juicio ahora esta tradición que muchos franceses desconocían.
La semana pasada, el ministro del Interior y peso pesado del Partido Socialista, Bruno Le Roux, se vio obligado a dimitir de manera fulminante después de que se revelara que también él había empleado, durante su época de parlamentario, a sus hijas adolescentes como ayudantes, pese a que, como en el caso de Penelope Fillon, no hay rastro de su paso por la Asamblea Nacional. Desde el destape del Penelopegate, buena parte de los candidatos presidenciales se han comprometido a una mayor transparencia y ética en sus futuros gabinetes, de ser elegidos.
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