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¿Por qué el presidente de Filipinas reniega ahora del matrimonio gay?

Rodrigo Duterte declaró hace solo dos años que las uniones igualitarias eran “algo bueno”

El presidente filipino Duterte en un encuentro con la comunidad de su país, en Myanmar.
El presidente filipino Duterte en un encuentro con la comunidad de su país, en Myanmar.EFE

La Iglesia Católica de Filipinas se llevó una sorpresa inesperada hace unos días cuando trascendió unas declaraciones del presidente de su país acerca de la aprobación del matrimonio homosexual. Rodrigo Duterte, que ganó las elecciones en mayo de 2016, afirmó que no impulsará ninguna ley que apoye este derecho entre el colectivo LGTB. Este sorprendente cambio de parecer, viene después de que declarara públicamente y tan solo un año antes, que la unión entre personas del mismo sexo era “buena" debido a que "todo el mundo merece ser feliz”.

Portada de la revista TIME del 16 de marzo.
Portada de la revista TIME del 16 de marzo.

El político aludió hace unos días a una reciente publicación de la revista TIME en la que se trata la cuestión de género y su expansión en la sociedad estadounidense. “En esta revista se dice que no existe distinción entre sexos porque tú puedes ser chico o chica…. Esa es su cultura, pero solo la de ellos. Eso no está permitido aquí porque nosotros somos católicos”, explicó. La citada publicación incluía en su portada un reportaje con el título: Más allá de Él o Ella: Cómo una nueva generación está redefiniendo el significado de género.

La religión mayoritaria de Filipinas es la católica en un país donde ocho de cada diez personas profesan esta creencia religiosa. El obispo Ruperto Santos — representante de la diócesis de Balanga, una población a 120 kilómetros de la capital (Manila)—, declaró que las palabras del presidente “demuestran que este aún se asocia con las enseñanzas católicas”, y añadió: “El matrimonio entre un hombre y una mujer es un pilar sólido que da estabilidad y seguridad a la sociedad”. Sin embargo, el buen entendimiento entre el clero y el presidente filipino no siempre ha sido tan visible. El obispo emérito Teodoro C. Bacani llegó a acusar la posición política de Duterte debido a que “Filipinas no debería seguir el mal ejemplo de otros países en esta materia”.

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Duterte venció en los pasados comicios presidenciales con un amplio margen sobre su inmediato perseguidor al hacerse con casi el 40% de los votos, frente al 23% de su contrincante. Si quisiera, el mandatario podría impulsar un proyecto de ley que ampliara los derechos del colectivo LGTB en la lucha por el matrimonio entre personas del mismo sexo, promesa que anunció en precampaña. Hoy en día, su compromiso se ha roto y sus aliados políticos no van a acelerar el proceso porque “no lo consideran prioritario”.

En la actualidad, 47 naciones en el mundo reconocen las uniones de parejas igualitarias según los datos recogidos por la organización ILGA, en su último informe de junio de 2016. En el extremo opuesto se encuentran los países donde declararse homosexual implica entrar en prisión (en 73 de ellos) o, incluso, la pena de muerte como es el caso de Mauritania, Sudán, Irak o Yemen, entre otros. Filipinas todavía no admite el cambio de nombre ni de género en su legislación.

Pese a su carácter autoritario y su forma de hablar —en algunos casos amenazante y grosera—, Duterte es consciente de que las sociedades se transforman rápidamente. De hecho, el presidente filipino ha querido dejar claro “su fe profunda y duradera en Dios”, pero ha afirmado “que no cree en el mito católico de la Creación” y ha afeado la forma en que el clero maneja el control de la natalidad. “Filipinas está saturada de gente. Estoy embarcado en un control más enérgico de los nacimientos porque realmente son demasiados y esto contribuye a la miseria del país”. Un problema que el dignatario atribuye a la religión. “La Iglesia siempre sanciona con el lema ‘irás al infierno’”, sentenció. De momento, la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en Filipinas tendrá que esperar.

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