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El juez Gorsuch defiende su independencia de Trump

El nominado al Tribunal Supremo asegura que “nadie, ni siquiera el presidente” está por encima de la ley

El juez Neil Gorsuch, en un instante de la audiencia.
El juez Neil Gorsuch, en un instante de la audiencia. CHIP SOMODEVILLA (AFP)

El juez Neil Gorsuch dictaría una sentencia en contra del presidente de Estados Unidos. Gorsuch es el nominado para convertirse en juez vitalicio del Tribunal Supremo y el presidente que le ha elegido para ese puesto es Donald Trump. Este martes, el juez federal de Colorado comparece ante el Comité de Justicia del Senado, encargado de determinar si ejercerá en la máxima autoridad judicial del país con plena independencia. La cuestión es más relevante que nunca. Gorsuch compareció un día después de que el director del FBI revelara que mantiene abierta una investigación por los posibles vínculos entre la campaña de Trump y Rusia.

“No tengo ninguna dificultad en votar a favor o en contra de nadie, basándome siempre en la legislación y los hechos relativos a cada caso”, defendió Gorsuch con un argumento que reiteró en varias ocasiones a lo largo de toda la sesión. “No he hecho ninguna promesa, a nadie, de cómo voy a dictar mis sentencias y tampoco creo que fuese adecuado como juez".

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Gorsuch tenía una misión este martes: distanciarse de las posturas más radicales del presidente para no despertar ninguna duda acerca de su independencia. Durante la campaña electoral, sin embargo, Trump prometió que nombraría a un candidato para el Supremo dispuesto a revocar el derecho al aborto, reconocido en 1973. Cuando un senador preguntó a Gorsuch si Trump le había pedido que vote para prohibir el aborto, el juez contestó firmemente: “Hubiera abandonado la reunión”. Momentos antes, Gorsuch había afirmado momentos antes que aquel dictamen “sentó precedente” y debe ser considerado como la ley en vigor.

Los demócratas desafiaron una y otra vez a Gorsuch, intentando que el juez revelara si sus posturas son realmente tan conservadoras como han presumido los republicanos. El jefe de gabinete de Trump, Reince Priebus, aseguró recientemente que Gorsuch ayudará a cambiar leyes vigentes de los últimos 40 años. “Priebus no habla en mi nombre”, respondió él. El magistrado argumentó este martes que a lo largo de sus 10 años de carrera judicial, su voto coincidió en un 99% de casos con el de la mayoría del tribunal.

El resto de la audiencia de Gorsuch giró alrededor de los temas más espinosos que han pasado por el Tribunal Supremo a lo largo de su historia, desde el aborto hasta el derecho al de portar armas, la financiación de las campañas electorales, la libertad religiosa o incluso el resultado de las presidenciales de 2000.

Preguntado por el senador demócrata Patrick Leahey si el presidente tiene derecho a autorizar el uso de tortura en interrogatorios, incluso cuando las leyes lo prohíben, Gorsuch respondió que “nadie está por encima de la ley, ni siquiera el presidente”. Cuando le recordaron que los republicanos consideran que su nombramiento puede ayudar al veto migratorio de Trump, contestó que “mucha gente dice muchas tonterías”. Minutos después, presionado sobre la legalidad de la normativa migratoria del presidente, solo garantizó una cosa: “como juez, yo me limito a aplicar las leyes”.

Gorsuch ofreció las mismas respuestas en el caso de la sentencia de las elecciones presidenciales en el año 2000 a favor de George Bush o la que abrió la financiación ilimitada a las campañas electorales, conocida como Citizens United. El juez evitó dar su opinión sobre los dictámenes porque, según él, “estaría sugiriendo a los abogados litigantes que ya he decidido sus casos, no sería un juez justo”.

A sus 49 años, y con experiencia como ayudante de dos jueces en el Supremo, además de ejercer en el Departamento de Justicia durante la Administración de George W. Bush, Gorsuch ha dominado la sesión con respuestas pausadas y aderezadas con un sentido del humor poco habitual en escenarios como el que ocupa este martes. Frente a él, los republicanos han destacado su pasado como juez federal, mientras que los demócratas intentan subrayar sin éxito las amenazas que puede suponer su ascenso hasta el Supremo.

Gorsuch ha sido apodado como “el nuevo Scalia”, en referencia a Antonin Scalia, uno de los jueces más conservadores de la corte y defensor de la interpretación más estricta del texto original de la Constitución. Tras la muerte de Scalia, Trump se comprometió a nombrar a un sustituto que haga honor esa herencia —invitó a la viuda de Scalia a la ceremonia en la Casa Blanca donde reveló la identidad del nominado— y apoyó los esfuerzos de los republicanos para bloquear al sustituto que nombró el expresidente Obama, hace casi un año, para impedir que el equilibrio entre los jueces fuese favorable a los progresistas.

Ese compromiso ha puesto difícil conseguir votos demócratas a favor de Gorsuch. Los republicanos quieren que la confirmación se produzca en abril, antes de que empiece el último tramo del curso judicial. Los demócratas, sin embargo, podrían intentar ralentizar aún más el proceso. Este lunes, el líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer, defendió que se retrase la nominación hasta que se esclarezca la investigación del FBI a Trump. La senadora Elizabeth Warren se sumó a este argumento. “El director del FBI acaba de testificar que está investigando al presidente por posible colaboración con Rusia”, escribió Warren en Twitter. “La confirmación de cargos vitalicios puede esperar”.

Grosuch necesita 60 votos a su favor para ser confirmado y los republicanos solo tienen 52, por lo que exigiría el apoyo de al menos ocho demócratas. En una segunda votación, sin embargo, solo se requiere una mayoría simple, por lo que los republicanos pueden conseguir muy pronto el puesto en el Tribunal Supremo por el que han peleado durante más de un año.

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