La brutal represión en Egipto debilita a los Hermanos Musulmanes
La feroz persecución del régimen Al Sisi y las divisiones internas han dejado seriamente tocado al movimiento islamista
Con sus líderes encarcelados o en el exilio, alguno condenado a la pena de muerte, y sus bases desmoralizadas y diezmadas, los Hermanos Musulmanes se hallan seriamente tocados. Esta no es la primera vez para una organización con cerca de nueve décadas de historia repleta de conflictos con las autoridades egipcias. Sin embargo, a la represión estatal se añaden actualmente otros problemas: una amarga división interna que amenaza de escindir el grupo y la posibilidad de ser incluido en la lista de organizaciones terroristas de EE. UU. Esta puede ser la más larga y dura travesía por el desierto de la Hermandad, que fundó el islamismo moderno.
La llegada a la Casa Blanca de Donald Trump ha sido toda una bendición para el presidente Abdelfatá Al Sisi, el autoritario mariscal que derrocó a través de un golpe de Estado a Mohamed Morsi, uno de los dirigentes de los Hermanos Musulmanes. Trump, que ha definido a Al Sisi como “un tipo fantástico”, comparte su visión de que se debe luchar contra todos los movimientos islamistas, incluidos los moderados.
Por primera vez, la petición del mariscal a los Gobiernos occidentales para que declaren a la Hermandad “organización terrorista” no ha caído en saco roto. La Casa Blanca está estudiando esta posibilidad, y el secretario de Estado, Rex Tillerson, situó en la misma categoría a Al Qaeda y los Hermanos Musulmanes en su sesión de confirmación en el Senado.
“No creo que acabe pasando”, opina Abdel Maugud Dardery, exdiputado del Parlamento egipcio por el Partido de la Libertad y la Justicia, considerado el brazo político de la Hermandad. Sin embargo, Dardery, que vive exiliado en Estados Unidos desde el golpe de Estado, niega que exista un vínculo orgánico entre su partido y el movimiento islamista: “Los Hermanos Musulmanes no están presentes en territorio estadounidense”.
De momento, y a la espera de la reunión entre Al Sisi y Trump en Washington a principios de abril, la Casa Blanca parece haber decidido aplazar la decisión después de un informe de la CIA que desaconsejaba esta medida argumentando que “podría disparar el extremismo”. La agencia sostiene que los Hermanos Musulmanes “han rechazado la violencia como política oficial y se han opuesto a Al Qaeda y al ISIS”. Durante los últimos meses, numerosos académicos estadounidenses han expresado esta misma opinión, y han recordado además que tal política podría perjudicar las relaciones de EE UU con aquellos países donde las filiales de la Hermandad y partidos afines son legales o incluso participan en el Gobierno, como en Marruecos o Túnez.
Fuertes divisiones internas
El Ejecutivo de Al Sisi ha acusado a la cúpula de la Hermandad de estar detrás de una miríada de atentados terroristas en Egipto, que sufre el azote de una tenaz insurgencia de inspiración islamista integrada por diversos grupos, algunos de oscura procedencia. “Existen crecientes evidencias de que miembros de los Hermanos Musulmanes han perpetrado actos violentos -y bastante mortales-, pero no se ha establecido el apoyo de los líderes”, sostiene H. A. Hellyer, investigador del think tank Atlantic Council. El año pasado, un informe del Parlamento británico descartaba la naturaleza terrorista de la organización, pero advertía que, en algunos casos, la pertenencia al grupo había marcado el inicio de un proceso de radicalización.
Precisamente, la cuestión de en qué condiciones es legítimo el uso de la violencia, sobre todo a tenor de la despiada represión padecida por sus miembros, es una de las que ha suscitado un acalorado debate en una organización históricamente caracterizada por un acerado sentido de la jerarquía y la disciplina. De hecho, nunca antes se habían ventilado públicamente las diferencias entre las diversas facciones a través de comunicados públicos, llegando incluso a la formación de dos Consejos de la Shura ("consultivos") paralelos.
“La fragmentación de los Hermanos Musulmanes va en aumento y hay diversos escenarios posibles. Entre ellos, la escisión de la Hermandad entre un grupo que es en esencia como el vigente entre 2013 y 2015, y otro que es un grupo insurgente que usa la violencia”, asevera Hellyer. En general, la principal falla interna divide a la vieja guardia que pudo exiliarse tras el golpe, y que apuesta por buscar una salida dialogada al conflicto con el régimen, y una generación más joven e inflexible que, presente sobre el terreno, reclama una mayor libertad de maniobra.
Así las cosas, entre inéditas luchas intestinas y una persecución con ambición erradicadora de la que no se han librado los centenares de organizaciones sociales afines, los Hermanos Musulmanes egipcios experimentan quizás el momento más crítico de su dilatada historia. No obstante, el movimiento islamista ha mostrado siempre una sorprendente capacidad de adaptación y resistencia que le ha permitido resurgir de sus cenizas en diversas ocasiones. Y, probablemente, lo mismo sucederá esta vez. A su favor cuentan con la incapacidad del régimen militar de gestionar el país, que padece unas graves crisis económicas, sociales y ambientales.
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