“Muchos ciudadanos sienten que se les ha faltado el respeto”
Martin Schulz clama contra la austeridad en su despedida como líder de la Eurocámara
Cuando Martin Schulz (Hehlrath, Alemania, 1955) llegó por primera vez al Parlamento Europeo, en 1994, sus hijos tenían, respectivamente, ocho y cinco años. Esta semana, esos niños de entonces han regresado a la Eurocámara con motivo de la despedida de su padre, que cierra cinco años como presidente de la institución el próximo martes y aspira a un puesto aún por decidir en la política alemana. La hija de Schulz participó de la despedida en compañía de su marido. Y el hijo se permitió “dar lecciones sobre la historia de la Unión Europea”. Con esta anécdota, ilustrativa de los más de 22 años que Schulz ha pasado en la esfera parlamentaria, arrancaba el presidente saliente la última entrevista concedida el pasado jueves a periódicos europeos, entre ellos EL PAÍS.
Pese a declararse optimista, el político socialdemócrata ofrece un diagnóstico bastante sombrío de la policrisis que aqueja al proyecto comunitario. “La UE está en una situación verdaderamente difícil. Pido a los Estados miembros que dejen ese juego de la culpa que consiste en decir a sus ciudadanos que las decisiones que adoptan son un dictado de Bruselas”, critica.
De entre todos los problemas, sobresale uno existencial para Europa: la salida de Reino Unido. “A ambos lados del canal [de la Mancha], se ha infravalorado el drama del Brexit. La segunda economía europea, con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y miembro del G-7 abandona la UE. ¿Pero por qué está Reino Unido en el G-7? Principalmente, por el acceso ilimitado al mercado único europeo. Nadie ganar en este proceso”, advierte. Al mismo tiempo, quiere ver en el divorcio entre Londres y Bruselas “una oportunidad para definir el futuro de la UE en el siglo XXI”.
Otros desafíos aguardan este año. Las decisivas elecciones nacionales en Francia y en Alemania “influirán enormemente” en el panorama europeo. Schulz abandona toda prudencia para alertar contra una posible victoria del Frente Nacional en Francia: “Si Marine Le Pen se convirtiera en presidenta, eso llevaría a la UE y a Francia al desastre”. Pero el todavía líder del Parlamento no cree que vaya a ocurrir.
“El PSOE muestra su responsabilidad: primero el país, después el partido”
Schulz conoce bien a Le Pen y a Nigel Farage, las dos caras más visibles del populismo extremista que gana peso en Europa, porque ambos ejercen desde hace tiempo como eurodiputados. El presidente saliente cree que solo se puede luchar contra estas corrientes “dando solución a las preocupaciones de la gente corriente” y recurre a su historia para concluir que muchos ciudadanos “sienten que se les ha faltado el respeto”. “La generación de mis padres hizo sacrificios para todo. Trabajaban más, con menos salario y menos prestaciones que yo, y lo hacían porque el Gobierno les decía que era por el bien de sus hijos. Ahora muchos Gobiernos le dicen a su gente que tiene que trabajar más, con menos salario, menos pensiones y menos ventajas, mientras sus hijos están desempleados. ¿Y para qué? Para salvar a los bancos”.
Con este discurso, el socialdemócrata alemán trata de distanciarse de las políticas de austeridad aplicadas en los últimos años, pese a que muchos dirigentes socialdemócratas también las han aplicado con profusión. Schulz evita la autocrítica y esgrime los “éxitos” que ha procurado la cooperación del Parlamento con la Comisión Europea, dirigida por el socialcristiano Jean-Claude Juncker. “Concurrí a las elecciones [europeas de 2014] con la idea de que hay que gravar los beneficios de las empresas allí donde se generan. Y ahora la Comisión trabaja en eso. Lo mismo con el plan de inversión para Europa. Los considero también mis éxitos”, defiende.
Elogios al PSOE
“A ambos lados del canal se ha infravalorado el drama del Brexit”
Ese pragmatismo de gran coalición a la alemana, integrada por democristianos y socialdemócratas, lo lleva a elogiar la nueva estrategia del PSOE en España. Preguntado sobre si cree que la cooperación con el Gobierno de Mariano Rajoy beneficia a los socialistas, Schulz hace una larga pausa y contesta: “Al final el PSOE tomó una decisión muy difícil que refleja un gran sentido de la responsabilidad: primero el país, después el partido. A corto plazo no hay beneficios. Pero si el país se recupera, si la cohesión social aumenta, si se mantienen las pensiones… Se ve que fue esa responsabilidad la que lo hizo posible. A largo plazo, los partidos se benefician de esto. Creo que el PSOE tiene una buena oportunidad ahí”.
Pese a todo, el máximo ejemplo de esa cooperación, que es la de su partido en Alemania, no ha producido grandes réditos al SPD, al que las encuestas atribuyen un 20% de apoyo (en las últimas elecciones federales obtuvo un 25%).
Schulz rehúsa despejar la gran incógnita sobre su futuro: si disputará la candidatura a canciller a su amigo personal Sigmar Gabriel, actual líder del SPD, o se limitará a ocupar la cartera de Exteriores que deja vacante el también socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, que debe asumir la presidencia del país el próximo febrero. La prudencia que emplea al aludir a dos de los mandatarios extranjeros más controvertidos —el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder ruso, Vladímir Putin— invita a pensar que su destino está más próximo a dirigir la diplomacia alemana.
Pese a afearle que haya recibido a Farage, Schulz insta a “respetar a Trump y también a pedirle respeto a él”. Incluso augura que, tras los desaires iniciales hacia Europa, especialmente en el marco de la OTAN, Trump “descubrirá lo fructífera que puede ser una cooperación con la UE”. En lugar de criticarlo, el presidente saliente insta a asumir que ha ganado. “Tenemos que vivir con ello”, concluye. Schulz emplea una cautela similar al referirse a Putin, aunque concede: “Si se demuestra que Rusia realmente influyó en las elecciones estadounidenses, es un gran problema y debería servirnos para nuestras elecciones en Europa”.
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