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Columna
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Adiós a Obama

Se va el primer presidente que asumió los límites del poder de EE UU

Francisco G. Basterra
Obama en una cena de despedida las Fuerzas Armadas organizada en su honor, el pasado miércoles en Virginia.
Obama en una cena de despedida las Fuerzas Armadas organizada en su honor, el pasado miércoles en Virginia.Susan Walsh (AP)

A Barack Obama solo le quedan 13 días en la Casa Blanca. Se va el primer presidente que asumió los límites del poder de EE UU. Llega un presidente inexperto e intuitivo, que replegará al país sobre sí mismo y volverá al viejo proteccionismo comercial, aprovechando el pinchazo de la globalización tal como la conocemos. Entramos en aguas turbulentas no cartografiadas. Todo es posible en el mundo de lo impensable inaugurado precisamente con la llegada de Donald Trump a la presidencia.

Hoy corresponde despedir a Obama y valorar su presidencia, la primera ejercida por un negro, cualidad esencial, y que sin duda ha lastrado su doble mandato. La misma noche de su elección, en 2008, Barack Obama se refirió a “la esperanza sin límites” que se abría por delante en “el país en que todo es posible”. La inmensa expectativa inicial que provocó en medio mundo su llegada a la Casa Blanca, agoniza ocho años después. El desequilibrio entre las esperanzas desatadas con el “podemos” germinal, y lo conseguido, no permite calificar la suya como una gran presidencia. No ha sido un presidente transformador, al estilo de Franklin Roosevelt, pero resolvió más problemas de los que provocó.

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A Obama le resultó más fácil encandilar con la palabra que pasar leyes en el Congreso. En su pasivo destaca el incumplimiento de su sueño inicial de unir al país. Deja un EE UU polarizado. Pero la historia recordará que Obama llegó a la Casa Blanca con una gran crisis económica, la peor desde el Crack de 1929; consiguió rescatar la economía y el sistema financiero, tras dejar quebrar a Lehman Brothers, y salvar la industria automovilística. Sin duda, el principal éxito de su presidencia. Se va con un paro inferior al 5%.

El Partido Republicano, derrotado en las elecciones de 2008, le negó el pan y la sal deslegitimándole desde el primer día, envenenando la vida política y obstruyendo el Congreso. Hasta el punto de negar que Obama fuera estadounidense, burda invención de Trump, que abrió la época de la posverdad. Luego se puso en circulación la patraña de que Obama era un socialista cuando logró aprobar el Obamacare, que con carencias, consiguió que 20 millones de estadounidenses tuvieran por primera vez seguro médico. Un paso histórico en política doméstica.

El presidente multilateralista, reflexivo, capaz de retirar a EE UU de las guerras de Irak y Afganistán, naufragó en Siria, la Ruanda de su presidencia, al no reaccionar ante el traspaso de la línea roja que había marcado. Provocó con ello la vuelta de Rusia a Oriente Próximo. Obama fracasó en el reinicio de la relación con Rusia y ha agrandado a Putin. El primer presidente del Pacífico deja la Casa Blanca sin haber logrado el reequilibrio hacia la región Asia Pacífico, y sin una estrategia clara hacia China. El acuerdo nuclear con Irán y la apertura a Cuba suman en su haber. Pocos ocupantes de la Casa Blanca han aguantado una oposición tan desmesurada. Finalmente, su indeseada herencia es un orden global sin liderazgo claro.

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