El aleteo de una mariposa
La estrategia de Trump y su equipo para formar el nuevo Gabinete está produciendo una convulsión mundial
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, necesita urgentemente que alguien le explique con claridad en qué consiste el llamado “efecto mariposa”. Según esa teoría, el aleteo de un insecto en Hong Kong puede desatar —por la interconexión de todos los fenómenos— una tempestad en Nueva York.
La estrategia de Trump y su equipo para formar el nuevo Gabinete, salpicada de esos saltos esporádicos entre sus declaraciones y sus explosiones emocionales en forma de tuits, está produciendo una convulsión mundial cuyos efectos podrían cambiar la historia moderna.
Seguramente, el magnate neoyorquino tampoco ha oído hablar de la “teoría del dominó”, que provocó que Washington terminase en la guerra de Vietnam. Si el Departamento de Estado no hubiera cometido el error de no distinguir entre el comunismo de la Unión Soviética y el de China, se hubiera podido evitar toda la catástrofe del sudeste asiático y hoy el mundo sería diferente.
Es muy tarde para saber cómo sería Estados Unidos si, tras su éxito en la Segunda Guerra Mundial, no se hubiese producido el apogeo de la industria bélica. Pero ahora, como denunció Eisenhower en su mensaje de despedida al terminar su mandato en 1961, el complejo industrial-militar tiene una gran relevancia. Y, en caso de duda, solo hay que observar cómo bajaron las acciones de Lockheed Martin tras el tuit de Trump que tachaba de excesivo el costo de un avión de combate fabricado por esa empresa.
Esperemos que los excesos cometidos por Trump sean rectificados en el Senado, que deberá sancionar los nombramientos del Gabinete
El mundo es y ha sido interdependiente. Lo fue en la época de Theodore Roosevelt cuando decidió junto con su secretario de Estado, John Milton Hay, enviar buques de guerra y marines para liberar a un playboy grecoestadounidense llamado Ion Hanford Perdicaris secuestrado en Marruecos, lo que desató un incidente en el que Washington trató de involucrar sin éxito a Francia y a Reino Unido para emprender una acción militar conjunta y lograr el rescate.
En ese sentido, es urgente que alguien le explique al señor Trump que, más allá de un juego travieso o de la razón desnuda de la rentabilidad, el mundo también depende de pequeños factores que, en cualquier momento, pueden precipitar una tragedia de proporciones innegables y desconocidas.
Es tanta la ignorancia y la violencia de los planteamientos del presidente electo del imperio del Norte que solo queda la constancia de que Estados Unidos es un país serio, lleno de errores, pero también de gente competente, un Estado que tiene sentido del papel que juega y de su trascendencia.
Por lo tanto, esperemos que los excesos cometidos desde el penthouse de la Quinta Avenida, en esa desacralización que estamos presenciando en la que se confunde la formación del Gobierno de la primera potencia del mundo con la venta de souvenirs, sean rectificados en el Senado que deberá sancionar los nombramientos del primer Gabinete del republicano. Aunque se ha hecho tanto daño que ya nadie podrá cambiar esa nueva forma de ejercer la democracia que está fuera de los hábitos tradicionales del poder.
Pero, mientras tanto, por favor que alguien le explique que el problema no es que quiera levantar un muro en la frontera con México, sino que Los Ángeles es la ciudad con mayor cantidad de hispanos del país. Que alguien le explique que su acercamiento a Taiwán no sólo debilita la relación con China —el mayor soporte de su estabilidad financiera—, sino que las posibles implicaciones de todo eso pueden llevar a su país y al resto del mundo a una catástrofe nunca vista.
En la Guerra de Corea, los chinos se enfrentaron a las tropas estadounidenses y ante las amenazas del general Douglas MacArthur de atacar bases en territorio chino y el peligro latente del uso de armas nucleares, Truman, que no quería un conflicto abierto, destituyó al héroe de la Segunda Guerra Mundial, que volvió a Washington para someterse a juicio.
La historia no se puede ignorar y Trump debe saber que Estados Unidos lleva más de un siglo en guerra con Rusia, primero la imperial, luego la comunista y hoy la de Putin. Y debe saber que el aleteo de la mariposa en la geoestrategia del Pacífico no comenzó con el bombardeo de Pearl Harbor en 1941, sino en 1905 en Port Arthur (China) cuando la Armada japonesa, con el auspicio de los Gobiernos inglés y estadounidense, destruyó la Armada Imperial rusa en el Pacífico y se anexionó Corea.
No debemos olvidar que todo está interrelacionado en el mundo y este juego de niño travieso en EE UU sólo puede traer sangre, sudor, lágrimas y holocausto.
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