Netanyahu se aferra al control de la radiotelevisión pública israelí
El primer ministro trata de hacer abortar el nacimiento de canales estatales independientes
Tras haber impulsado hace dos años la creación de la Corporación Pública de Radiotelevisión, para modernizar el histórico ente estatal Autoridad de Radiotelevisión de Israel, Benjamín Netanyahu maniobra ahora para hacer abortar su nacimiento. El primer ministro conservador no ha visto con buenos ojos la designación profesional de directivos y periodistas que considera rivales a su política al frente de la nueva Corporación, que tiene previsto tomar el relevo en las ondas con un marchamo de independencia el próximo 1 de enero.
El Comité de Economía de la Knesset (Parlamento israelí) fue escenario este miércoles de la comparecencia del presidente de la Corporación, Gil Omer, quien confirmó que los canales del nuevo organismo estaban preparados para comenzar sus emisiones en la fecha prevista. El debate sobre el nuevo modelo de radiotelevisión pública acapara el debate político en Israel en un momento en el que la atención parecía estar concentrada en las elecciones en Estados Unidos, el aliado militar y financiero insustituible.
El interventor general del Estado, Yossef Shapira, anunció también que iba a examinar si se han producido desviaciones financieras y establecer las oportunas responsabilidades. En un comunicado citado por France Press, Shapira advirtió del elevado importe de la operación de cancelación de la Corporación, que implicaría unas pérdidas anuales de entre 300 y 400 millones de euros y que afectaría además a cientos de empleados públicos.
Periodistas críticos
Netanyahu intenta salir del embrollo en el que parece haber derivado la reforma de ida y vuelta del sector audiovisual público mediante una derogación total o parcial de la ley de la Corporación y la recuperación de la misión original de la Autoridad. A cambio deberían ser destituidos el presidente, el director y los técnicos y periodistas que ya habían sido contratados para el primer ente, a fin de volver a contar con los del segundo, que se enfrentaban a un expediente regulador de empleo con un sueldo medio de 5.500 euros al mes, tres veces más que la media nacional israelí. Además, la operación de la nueva Corporación debía financiarse en parte mediante la venta de los céntricos estudios de la radiotelevisión pública en Tel Aviv y Jerusalén. Se da la circunstancia de que Netanyahu acumula, entre otras carteras, la responsabilidad sobre la de Comunicación, que supervisa el sector audiovisual.
La Corporación fue creada en 2014 precisamente con el objetivo de dotar de independencia, eficacia empresarial y agilidad presupuestaria a la cadena estatal de televisión. El canal 1 languidece ante la hegemonía de los canales privados 2 (conservador y mayoritario) y 10 (elitista y de perfil progresista) entre la audiencia israelí, acostumbrada además a contar con plataformas por cable o satélite con decenas de cadenas locales en varias lenguas y todo tipo de emisoras internacionales. Varios de los responsables designados al frente del nuevo organismo proceden del grupo editorial del diario Yedioth Ahronoth, que mantiene una línea editorial crítica con la política de los sucesivos Gobiernos de Netanyahu. Otros han sido tachados por su partido, el Likud, simplemente de izquierdistas, expresión con la que la mayoría social conservadora de Israel suele descalificar a los partidarios de una solución negociada al conflicto palestino.
La número dos de la oposición de centro-izquierda, la exministra Tzipi Livni, ha advertido de que Netanyahu pretende poner los canales públicos y privados “bajo un mismo único mando”. “Su decisión implica optar entre dictadura y democracia”, destaca. El ex primer ministro laborista Ehud Barak ha alertado también de que “solo una persona ciega o hipócrita puede dejar de ver lo que se oculta tras esta decisión. Sin una prensa independiente, que sepa ser incisiva cuando es necesario, no hay democracia”.
Amenaza de comicios anticipados
En la reunión de los seis partidos que integran la coalición de Gobierno israelí celebrada el pasado domingo se escenificó la brecha que la propuesta de cancelación de la Corporación de Radiotelevisión ha abierto entre Benjamín Netanyahu y su ministro de Hacienda, el centrista Moshe Khalon, que aporta casi una cuarta parte de los diputados que sostienen al Ejecutivo. El primer ministro iba a presentar sus planes ante sus socios, pero Kahlon boicoteó la sesión. Si ambos no logran un acuerdo antes del próximo Consejo de Ministros, previsto para el domingo, en el que se propondrá resucitar al antiguo ente público y enterrar la corporación antes de su nacimiento, la amenaza de una crisis política y de la convocatoria de elecciones anticipadas empezará a planear sobre Israel.
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