El gas contribuye al deshielo entre Turquía e Israel
Ambos países estudian la construcción de un gasoducto que sirva para exportar a Europa
El titular de Energía del Gobierno israelí, Yuval Steinitz, se convirtió este jueves en el primer ministro de su país en visitar Turquía en los últimos seis años. Las relaciones entre ambos Estados, grandes aliados en los noventa, se resintieron a finales de la pasada década hasta llegar al punto de ruptura a causa de la defensa de la causa palestina por parte del Gobierno turco y del ataque israelí a un barco de la Flotilla de la Libertad, que en 2010 intentaba romper el bloqueo de Gaza y en el que murieron diez ciudadanos turcos. Sin embargo, las grandes reservas de gas halladas en la cuenca marina israelí y las crecientes necesidades energéticas de Turquía han contribuido a este deshielo, tras la firma de un acuerdo de normalización de relaciones el pasado junio, que incluye unas disculpas de las autoridades israelíes por el asalto marítimo y permitir que la ayuda humanitaria turca alcance Gaza.
“Esta visita es una prueba del proceso de normalización que acaba de comenzar entre nuestros dos Estados. Estoy seguro de que la mayoría de la gente quiere ver paz y estabilidad en la región y buenas relaciones y cooperación económica entre Turquía e Israel”, afirmó Steinitz tras reunirse con su homólogo turco, Berat Albayrak, yerno del presidente, el islamista Recep Tayyip Erdogan. En el encuentro, se trataron “cuestiones de cooperación energética” y los mecanismos de diálogo entre ambos países.
El ministro de Energía israelí, que invitó a empresas turcas a participar en el sector energético israelí, explicó que el Estado judío tiene depósitos probados de unos 900.000 metros cúbicos de gas, pero aseguró que nuevas exploraciones hacen estimar que las reservas podrían aumentar hasta los 3 billones. “Eso es mucho gas, mucho más de lo que puede consumir un país pequeño como Israel (que tiene ocho millones de habitantes)”, admitió Steinitz. Por ello, se han firmado acuerdos para exportarlo a países vecinos como Egipto y Jordania, pero la clave reside en cómo hacerlo llegar hasta Europa.
Las autoridades israelíes esperan que el pago, el mes pasado, de 18 millones de euros por parte de Israel a Turquía en concepto de indemnización por el asalto a la Flotilla, abra la puerta de Europa al gas israelí a través del territorio turco. Es un proyecto que aún está en pañales y del que Turquía espera obtener también cerca de 900 millones de euros en beneficios, si finalmente cuaja la propuesta de que sean los turcos realicen gran parte de la reconstrucción de la devastada Franja de Gaza.
En el mejor de los escenarios, el gas israelí alcanzaría la costa turca en tres años. Un horizonte en el que los israelíes trabajan contrarreloj para lograr posicionarse ante Europa y Turquía como una alternativa segura al gas ruso.
En los últimos años, cuando las relaciones turco-israelíes pasaban por su peor momento, Grecia y Chipre ofrecieron establecer una tubería desde Israel hasta territorio europeo. El ministro israelí no descartó esta opción, pero reconoció que la posibilidad de que el gasoducto se construya hacia Turquía es “muy importante”. Una fuente del sector consultada por este diario explicó que la opción turca es mucho más factible ya que la instalación de este tipo de tuberías submarinas “es muy costosa” y mientras un gasoducto hacia Anatolia —para el que varias empresas ya han iniciado contactos exploratorios— tendría 470 kilómetros, la alternativa greco-chipriota sería cuando menos del doble de esta longitud.
Con todo, un eventual gasoducto turco-israelí se enfrenta al obstáculo de que debería atravesar aguas de Chipre, país con el que Ankara no mantiene relaciones, o de Líbano, considerado “enemigo” por Tel Aviv. “La opción de que pase por aguas libanesas está fuera de la mesa, así que queremos ver a Turquía y Chipre solucionar sus diferencias”, subrayó una fuente diplomática israelí en declaraciones a EL PAÍS.
Otra de las cuestiones que los representantes de ambos países trataron es la situación humanitaria en la Franja de Gaza, sometida al bloqueo israelí, y en Cisjordania. Turquía pretende suministrar energía y electricidad a ambos territorios palestinos. “Si el Gobierno turco y las compañías turcas quieren contribuir a mejorar la vida de la gente común en Gaza, nosotros haremos lo que esté en nuestra mano por permitirlo”, prometió Steinitz, si bien advirtió que se tendrán que tener en cuenta los criterios de “seguridad” impuestos por el Gobierno israelí.
En una región de alianzas pendientes de un hilo por el devenir de la guerra en la vecina Siria, Israel no quiere apostar todo a una misma carta y el pasado 26 de septiembre anunció un acuerdo con Jordania para suministrarle 45.000 metros cúbicos de gas a 15 años. Un acuerdo “histórico” en palabras de Steinitz que acerca un paso más a Israel hacia el objetivo de convertirse en una potencia regional en la de los hidrocarburos. Como parte de la estrategia de diversificación israelí, el grupo israelí Delek y la estadounidense Noble Energy —principales inversores en la explotación del Leviathan y otros yacimientos de hidrocarburos de la costa israelí— amparados por el gobierno hebreo, pretenden repetir el éxito jordano, ahora con Turquía y más adelante con Egipto, Grecia o Chipre.
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