Bhumibol, el rey que encarnó a Tailandia durante 70 años
Protegido por draconianas leyes de lesa majestad, ha sido una figura unificadora en un país dividido
El rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, ha muerto este jueves a los 88 años, según ha informado la casa real en un comunicado. El soberano había sido sometido a un proceso de hemodiálisis el sábado, pero desde entonces se encontraba "inestable" y no logró superar una infección en la sangre. Su muerte sume a Tailandia en un periodo de incertidumbre. Su heredero, su único hijo varón Vajiralongkorn, de 64 años, no goza del mismo prestigio que su padre. La ausencia del hombre que ha permanecido en el trono durante 70 años -el monarca de reinado más largo en la actualidad mundial y en la historia de su país- puede sumir al país en una crisis política, que a su vez tendría consecuencias económicas.
La Tailandia de hoy es muy diferente de la de 1946, cuando Bhumibol se convirtió en el rey Rama IX. Es un país moderno, con una pujante clase media y convertido en la segunda economía del sureste asiático, por detrás de Indonesia. Pero también es una nación dividida, de crecimiento estancado, gobernada por una clase alta tradicionalista poco dispuesta a renunciar a sus privilegios. El soberano, omnipresente en retratos por todo el país, está considerado casi un semidiós, protegido por unas leyes draconianas de lesa majestad que prohíben la más leve insinuación de una crítica.
Aunque estas leyes hacen difícil verificar hasta qué punto las manifestaciones de lealtad son sinceras, y pese a que desde el exterior se le ha criticado por su silencio en torno a asuntos como los derechos humanos, en general Bhumibol ha sido considerado un soberano ampliamente popular. Desde que comenzó a hacerse pública la gravedad de su estado, los tailandeses se han agolpado frente a las puertas del hospital, vestidos del auspicioso color rosa, para desearle una mejoría. La suya ha sido una figura unificadora y que ha evitado en varias ocasiones el caos en un país que en 8 décadas ha visto sucederse 19 Constituciones, 19 golpes de estado y una miríada de primeros ministros civiles y militares.
El noveno rey de la línea de Chakri nació el 5 de diciembre de 1927 en Cambridge (Massachusetts, EE. UU.), donde su padre, el príncipe Mahidol Adulyadej, cursaba sus estudios. Fallecido su padre cuando el pequeño Bhumibol apenas tenía dos años, el príncipe se educó principalmente en Suiza, a donde se trasladó a residir su madre, Sangwan, de sangre plebeya.
Bhumibol llegó al trono en 1946, después de que su hermano mayor, Ananda, Rama VIII, falleciera de un misterioso disparo en su habitación del palacio real en Bangkok. No fue coronado inmediatamente: regresó a Europa para continuar sus estudios incluso antes de que concluyeran los 100 días de luto oficial. La ceremonia para entronizarlo no ocurriría hasta 1950, ya casado con Sirikit, a quien había conocido mientras el padre de ella era embajador tailandés en Francia y con quien ha tenido cuatro hijos.
Si sus primeros años en el trono los pasó a la sombra de líderes militares fuertes -el absolutismo había sido abolido en 1932, y desde entonces la monarquía había atravesado una etapa de decadencia- su papel empezó a adquirir un nuevo protagonismo a partir de 1957, cuando asumió el poder el general Sarit Dhanarajata. Desde el trono se aportaba legitimidad al militar y el primer ministro protegía el papel del soberano. Se recuperaban entonces formalismos abandonados un cuarto de siglo antes y que hoy día son parte integral del protocolo, como la práctica de prosternarse ante el soberano en una audiencia.
Mediante visitas a las provincias, un interés genuino en la agricultura -tiene registradas varias patentes a su nombre, incluido un método para conseguir lluvia artificial- y aficiones que varían desde la fotografía a la vela pasando por el jazz, logró forjarse una imagen de soberano piadoso y benévolo.
Aunque privado en teoría de influencia en la política de su país, no ha dejado de ejercer un papel, a veces en la sombra y a veces de manera directa.
En 1973 acogió en el palacio real a manifestantes en favor de la democracia perseguidos por los soldados. Pero esa posición no fue la misma tres años más tarde, cuando la región vivía aún las repercusiones de la guerra de Vietnam y la corte tailandesa había visto con horror cómo un régimen comunista ponía fin a la monarquía en Laos. El 6 de octubre de 1976 grupos paramilitares y Fuerzas Armadas tailandesas masacraban a estudiantes de izquierda en la Universidad de Thammasat, en una jornada que aún hoy muchos consideran el día más negro de la política tailandesa moderna.
Pero la influencia más notoria del soberano tuvo lugar en 1992, cuando docenas de manifestantes fueron tiroteados mientras protestaban por los intentos del antiguo general golpista Suchinda Kraprayoon de convertirse en el nuevo primer ministro. El rey convocó a Kraprayoon y a su rival, el general retirado Chamlong Srimuang, a palacio. La imagen de los dos poderosos militares genuflexos ante el soberano en una audiencia televisada causó una profunda impresión entre los ciudadanos. Poco después, la democracia quedaba restaurada.
Más ambiguo ha sido su papel en los incidentes de 2006, durante el mandato de Thaksin Shinawatra, un político que suscita una amplia aversión en los círculos palaciegos tradicionalistas. Mientras la salud del soberano empezaba a declinar -desde ese año ha residido la mayor parte del tiempo en el hospital-, Bhumibol públicamente declinaba intervenir en la crisis. Pero muchos vieron su mano detrás de la anulación en los tribunales de las elecciones que habían dado el mando al magnate de las comunicaciones. Y los detractores del gobierno de Thaksin o del de su hermana, Yingluck Shinawatra, han invocado con frecuencia el nombre del rey. El último de ellos, el general Prayut Chan-ocha, que en agosto de 2014, y con la bendición del soberano, se convertía en primer ministro tras un golpe militar. El enésimo golpe del reinado de Bhumibol.
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