Los sindicatos argentinos amenazan a Mauricio Macri con la primera huelga de su mandato
La CGT anuncia una protesta de 24 horas, pero no pone fecha
La tregua que los sindicatos argentinos dieron al presidente Mauricio Macri se acerca a su fin. La Confederación General del Trabajo (CGT), donde se agrupan los gremios más poderosos del país, ha amenazado al Gobierno con una huelga de 24 horas, aunque no le ha puesto fecha. A cargo del anuncio estuvo Juan Carlos Schmid, integrante del triunvirato que desde el 22 de agosto conduce a la CGT unificada, al término de un encuentro con 120 secretarios generales. “Tenemoslas facultades en la mano para llevar adelante una medida de fuerza con un paro de 24 horas”, dijo Schmid. El anuncio, sin embargo, no debe hacer creer que la medida es inminente. Héctor Daer, otro miembro del triunvirato, aclaró que las negociaciones con el Gobierno seguirán. “Lo único que falta es la dimensión de la medida de fuerza y el momento. Eso será lo que esta conducción amerite que tenga que hacer. Si anunciamos hoy un paro no dialogamos más”, aclaró. Los sindicatos argentinos habían acordado hasta ahora garantizar la paz social a cambio de aumentos salariales y más dinero para sus organizaciones. Pero la negativa de Macri a reabrir las paritarias para discutir nuevas subidas ha sido interpretada en la CGT como una declaración de guerra.
La relación entre Macri y los sindicatos nunca ha sido fácil. El Presidente recibió a los siete sindicalistas más poderosos en la Casa Rosada nada más asumir en diciembre, en un intento por demostrar dentro y fuera del país que respeta su poder. Los sindicatos representan al peronismo con mayor capacidad de movilización. Macri, en tanto, debe romper un maleficio político que indica que el último presidente democrático no peronista en terminar su mandato fue el radical Hipólito Irigoyen, en 1922. Otro radical, Raúl Alfonsín, estuvo cerca en 1989, pero tuvo que adelantar el traspaso de diciembre a julio al peronista Carlos Menem, acorralado por una crisis económica que derivó en hiperinflación. La CGT de entonces convocó a 13 paros nacionales contra Alfonsín, pero se desmovilizó durante el menemismo. El kirchnerismo, en tanto, perdió la confianza de los “gordos”, como se llama a los líderes sindicales que llevan décadas al frente de sus gremios, hacia el final de su Gobierno. El más notorio fue Hugo Moyano, al frente del poderoso gremio de los camioneros, quien incluso hizo campaña por Macri. Pero el amor no duró.
Moyano se distanció y la CGT, dividida hasta agosto en tres grandes centrales, se reunificó. Y desde entonces aumentó la presión contra Macri. La amenaza de un paro sin fecha precisa ha sido el último capítulo. Los “gordos” llevarán la amenaza al ministerio de Economía cuando se reúnan con su titular, Alfonso Prat-Gay, el próximo 29 de septiembre. Allí presentarán una vez más sus reparos a la situación económica. Los últimos datos oficiales indicaron que el Producto Bruto Interno (PIB) cayó 3,4% en el segundo trimestre y el desempleo subió al 9,3% en julio. “Los únicos que aplauden al Presidente son los extranjeros, pero los argentinos no estamos conformes. Podremos seguir dialogando, pero hoy no tenemos respuesta a la inflación, la pérdida del poder adquisitivo del salario y los puestos de trabajo”, dijo Schmid.
Los sindicatos cerraron paritarias durante los primeros meses del año con subidas salariales por encima del 30%, a tono con la inflación. Pero ante el deterioro de la situación económica exigieron abrirlas otra vez. Macri se negó, sobre todo por el impacto que puede tener una nueva actualización salarial en la inflación, una de las principales batallas que enfrenta el Gobierno. Las previsiones anuales indican que la subida del IPC podría superar el 40% en 2017, pese a que los últimos registros dan cuenta de una ralentización. Los gremios más combativos fueron hasta ahora los agrupados en la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), fuerte entre los empleados públicos. Pero la CGT, más cercana al peronismo tradicional, decidió jugar a una negociación bajo presión, sin movilización de calle. La declaración de un paro nacional sin fecha precisa es un paso más en esta estrategia.
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