Un pueblo de Vermont se divide sobre la acogida de 100 refugiados sirios
Para el alcalde de Rutland, la llegada sería un impulso multicultural. Por el contrario, sus detractores ven en los migrantes una amenaza contra su seguridad y su cultura
Las carreteras de Vermont nos recuerdan a las de Auvernia, rodeadas de pequeños cerros alineados, como si se tratara de cuencos invertidos. Y ahí, lejos de cualquier aglomeración urbana, se encuentra Rutland, un pequeño municipio que refleja al detalle la composición demográfica de este Estado del Noreste de los Estados Unidos: 99 % de blancos, según el último censo de 2010. Y es en esta antigua ciudad industrial en declive, como otras muchas de las que existen en la región, donde los ánimos no paran de encenderse en torno a una polémica que dura ya cinco meses. En abril, el alcalde independiente Chris Louras anunció ante la prensa que Rutland acogería a 100 refugiados sirios.
"La noticia creó un amplio movimiento solidario", asegura el alcalde. De hecho, se creó un grupo de voluntarios de forma espontánea tras el anuncio de la decisión. "Nos hemos dividido en subgrupos: unos se encargan de recoger muebles viejos, otros trabajan en la escolarización de los niños, otros en la enseñanza del inglés...", precisa Erica Wallstrom, profesora de 37 años.
Con sus más de 20 años en la política local de la ciudad, Chris Louras está convencido del apoyo de sus conciudadanos. Pero, tras los últimos incidentes implicando a refugiados sirios, se está creando no pocos detractores. "Se nos ha expuesto ante un hecho consumado", comenta Dion Chioffy, profesor jubilado de 71 años. En su opinión, Chris Louras ha actuado "en secreto" y se ha extralimitado en sus funciones, tomando una decisión sin someterla a voto público.
Sin embargo, la auténtica confrontación se presenta en el ámbito cultural. El alcalde muestra abiertamente su voluntad de "diversificar" la población de Rutland. "Somos el arquetipo de la población blanca, de clase media, aburrida y de mente cerrada. Tenemos que cambiar eso", nos afirma. "La ciudad pierde habitantes, especialmente jóvenes. Y todos sabemos que este tipo de población busca un entorno abierto y multicultural. La llegada de estos refugiados que lo han perdido todo en su país solo puede enriquecernos." Comentarios que hacen estallar a Dion Chioffy: "¿Qué es lo que pueden aportarnos como beneficio cultural unos árabes musulmanes? ¿La sharia? ¿La supresión de las comidas a base de cerdo en los comedores de nuestros hijos? ¿La condena a muerte de los homosexuales y la lapidación de las mujeres? ".
Otros vecinos no son tan explícitos. "Estamos enfadados con el alcalde", precisa una empleada de un hotel. "Debería empezar ocupándose de los suyos, que no llegan en muchos casos a final de mes". Brandon y Lisa, estudiantes de secundaria, se muestran bastante prudentes. "¿Cómo vamos a alojarlos? ¿Y cómo van a aprender inglés?", se pregunta Brandon. Lisa continúa: "Cuando ayudé a mi hermana a buscar trabajo estuvimos en ello varios meses...". Multitud de preguntas a las que habrá que responder cuanto antes, ya que las primeras familias llegarán en diciembre.
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