Mayordomos para la élite china

La escuela holandesa The International Butler Academy abrió en 2014 un centro en la ciudad china de Chengdu, situada en el centro del país, para cubrir esta necesidad. La escuela forma estos días a su sexta promoción de mayordomos. Son seis semanas de cursos intensos, con jornadas diarias de entre 12 y 16 horas, donde una decena de alumnos aprenden a servir el té en una bandeja de plata, a colocar los cubiertos al milímetro para un banquete de diez platos o a recomendar qué vino es mejor para cada uno de ellos, entre otras habilidades.

Pero lo más difícil, cuenta Harry Huang, director de proyectos de la academia, es lograr la actitud correcta para este tipo de trabajo. "Uno tiene que poner todo su empeño y corazón en el servicio y, sobre todo, ser muy paciente. Una de nuestras pruebas es asignar un trabajo repetitivo a cada alumno y ver su reacción. Ser mayordomo puede parecer algo lujoso, pero detrás hay un duro trabajo: uno puede estar seis u ocho horas de pie solamente pendiente de que los invitados pasen, algo que sin duda requiere de mucha paciencia y buena actitud". La discreción y la capacidad de ser invisible son otras de las cualidades que se esperan de un buen profesional.

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La escuela aplica los estándares europeos en su entrenamiento y la mayoría de los profesores son extranjeros. "Históricamente China solía valorar la etiqueta, pero se perdió debido a varios errores culturales y actualmente la calidad del servicio está bastante por detrás de los estándares internacionales", explica Huang. Pero con el desarrollo de la economía y la aparición de una nueva clase alta, el sector vuelve a florecer.

Lian Xiaodan, de 29 años, se graduó de la escuela en marzo. "Durante el curso solamente dormí tres o cuatro horas diarias. Sentí que era una disciplina casi militar, pero fue muy útil especialmente para aprender a adelantarse a las demandas de los clientes", asegura. Antes masajista, ahora es jefa de servicio de un club de alto nivel en Pekín, con doce subordinados bajo su responsabilidad.

"Todos nuestros graduados tienen trabajo. Cada día nos llaman desde clubs, inmobiliarias, hoteles o familias pidiendo mayordomos. La demanda es muy superior a la oferta, especialmente en ciudades como Pekín, Shanghái o Cantón", explica Huang. Las clases se llevan a cabo en un lujoso piso situado en una de las zonas más exclusivas de la ciudad y en una mansión en las afueras para que los alumnos se familiaricen con lo que podrían encontrarse una vez se gradúen. La matrícula asciende a 50.000 yuanes, unos 6.700 euros. La escuela afirma que sus alumnos pueden llegar a cobrar 20.000 yuanes cada mes (casi 2.700 euros), pero su director de proyectos matiza: "estos generalmente son los que trabajan en hogares, lo que supone mucha carga laboral y jornadas muy largas. No todo el mundo es capaz de soportar estas condiciones durante mucho tiempo".

Lian es una de las que descarta trabajar con una familia aunque pudiera ganar más. "Soy muy joven y me queda mucho por aprender. Si estuviera todo el día en una casa acabaría desconectando de la sociedad", explica. Esto no significa que su trabajo esté libre de sacrificios: en una ocasión la joven se escaldó las manos para evitar que una bandeja con café que traía una de sus empleadas cayera encima del móvil y la valiosa pulsera de una clienta. "Pensarás que tuve suerte, pero para ser un buen mayordomo hay que estar siempre preparado para cualquier emergencia y tener en cuenta que la atención a los invitados siempre es lo primero".