Maduro ofrece casa y dólares a los deportistas venezolanos que asistieron a Río
El gobernante también prometió la construcción de un centro nacional de alto rendimiento donde espera contratar a los mejores entrenadores
Con una medalla de plata y dos de bronce, Venezuela ha superado el mejor desempeño en unas Olimpiadas en cuanto al número de medallas conseguidas. Hasta el domingo, en la lejana justa de Los Ángeles, en 1984, una delegación de 26 deportistas había obtenido tres terceros lugares. Y como premio a esta reciente actuación el presidente Nicolás Maduro ha prometido viviendas y dólares a los 87 atletas que participaron en la edición que recién culminó en Río de Janeiro.
Dos de los medallistas -el boxeador Yoel Finol y la ciclista Stefany Hernández- encabezaron la delegación que regresó a Caracas y visitó el palacio de Miraflores, la sede del gobierno central, donde escucharon el saludo del jefe del Estado venezolano y recibieron condecoraciones acordes con su desempeño. Hernández y Finol recibieron la orden Francisco de Miranda en su primera clase, mientras que los doce atletas que clasificaron entre los primeros ocho y recibieron diplomas olímpicos fueron reconocidos con la distinción José Félix Ribas, también en primera clase.
El dinero, según anunció Maduro, será parte de una bonificación especial que les permitirá encarar tanto a los atletas como a los entrenadores la preparación del nuevo ciclo olímpico, que comenzará en 2017 con los Juegos Bolivarianos. El gobernante también prometió la construcción de un centro nacional de alto rendimiento donde espera contratar a los mejores entrenadores.
Asimismo, el gobierno espera desarrollar en breve un plan para identificar talentos deportivos. El modo cómo fue descubierta la medallista de plata en el Salto Triple, Yulimar Rojas, apuntala ese sueño. Rojas, que no asistió al homenaje porque se prepara para continuar sus compromisos en la Liga de Diamante, fue captada en un programa para la formación de atletas en el estado Anzoátegui, en el oriente venezolano, y luego respaldada por el Estado en su sueño de prepararse en Madrid con el laureado cubano Iván Pedroso, nueve veces campeón mundial de Salto Alto.
En Río de Janeiro se confirmaron los pronósticos que otorgaban preseas a Rojas, campeona mundial en su prueba en competencias bajo techo, y Hernández. La medalla obtenida por el peso mosca Finol resultó una sorpresa, pero compensó las estimaciones del Comité Olímpico Venezolano, que anticipaba que el boxeador Gabriel Maestre ocuparía uno de los tres lugares del podio.
La delegación volvió al país en medio de la satisfacción por una actuación que no deja de ser sorpresiva. La crisis económica supuso un lastre en la preparación de algunos atletas como el nadador fondista Erwin Maldonado, quien denunció después de su participación que tuvo que vender su vehículo para poder cumplir con el plan de entrenarse fuera del país antes de la prueba de los 10 kilómetros en aguas abiertas.
Fue inevitable también que brotaran las diferencias políticas. La esgrimista y exministra del Deporte, Alejandra Benítez, bordó en su uniforme la enigmática mirada del fallecido presidente Hugo Chávez, que también se imprime en camisetas o en los edificios de la Gran Misión Vivienda Venezuela, el programa social que ha entregado viviendas a damnificados por las lluvias de 2010. El gesto de Benitez significó que algunos de sus compatriotas desearan su derrota, a lo que ella respondió en redes ratificando su adhesión al régimen chavista.
No fue la única polémica política. También participó en la equitación Enmanuel Andrade, hijo de un exministro de Hugo Chávez, Alejandro Andrade, quien acumuló una fortuna difícil de explicar para un asalariado que ni siquiera pertenecía a la clase media en los albores de la llamada revolución bolivariana. También Enmamuel Andrade sufrió el desprecio de sus compatriotas opositores al régimen chavista. Su actuación merece solo una mención al margen porque no logró la clasificación a las instancias finales.
Las tres medallas constituyen un logro que en la víspera muy pocos podían anticipar, aunque el abanderado de la delegación, el esgrimista Rubén Limardo, había asegurado al recibir la insignia nacional que la delegación pelearía hasta por cinco medallas. Maduro no tomó en cuenta los cálculos y prefirió celebrar la cosecha. “Felicidades a nuestra generación de oro, han dejado nuestra tricolor en lo más alto”. Venezuela culminó en el puesto 65 de un total de 206 países.
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