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La batalla de Alepo amenaza la supervivencia de 1,5 millones de civiles

Naciones Unidas ha pedido una urgente “pausa humanitaria” para enviar ayuda

Juan Carlos Sanz

La encarnizada batalla por el control de la dividida ciudad de Alepo, la principal del norte de Siria, amenaza la supervivencia de 1,5 millones de civiles asediados entre los frentes de combate. Naciones Unidas ha pedido una urgente “pausa humanitaria” para enviar ayuda y recuperar el suministro de agua, cortado desde hace cuatro días, en medio de la canícula. Las fuerzas del régimen y las rebeldes, mientras tanto, siguen concentrando tropas para una ofensiva general.

Un niño en la zona de Alepo controlada por el Gobierno.
Un niño en la zona de Alepo controlada por el Gobierno.RODI SAID (REUTERS)

Después de más de cinco años de hostilidades, más de 290.000 muertos y con la mitad de la población del país desplazada, las partes enfrentadas en la guerra civil parecen disponerse a librar una batalla crucial en la que fue gran capital comercial siria. El régimen del presidente Bachar el Asad se apoderó el pasado 17 de julio de la carretera Castello, la principal vía de suministro de los rebeldes situada al noreste de la ciudad. Las fuerzas insurgentes quedaron aisladas y cercadas junto a 250.000 civiles, pero el pasado sábado el denominado Ejército de la Conquista —que agrupa a fuerzas islamistas, entre ellas el Frente de la Conquista, el antiguo Frente al Nusra afiliado a Al Qaeda— rompió el cerco en la estratégica zona de Ramusa, en los distritos del suroeste y rompió también de paso las vías de suministro gubernamentales.

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El avance generó un nuevo asedio a los barrios occidentales, donde residen 1,2 millones de personas. Informes no confirmados por el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, que cuenta con una red de informantes sobre el terreno, apuntaban este martes a que el Ejército sirio recuperaba terreno en Ramusa con apoyo de la milicia chií libanesa de Hezbolá.

En plena escalada de los combates en zonas urbanas, Naciones Unidas ha apelado a un inmediato cese de las hostilidades. “La ONU está extremadamente preocupada por las consecuencias que la falta de agua y electricidad puedan tener sobre millones de civiles si las redes de suministro no son reparadas con urgencia”, advirtió en un comunicado el coordinador de la ayuda humanitaria en Siria, Yacub el Hillo. El enviado especial de Naciones Unidas, Staffan de Mistura, se disponía este martes a informar al Consejo de Seguridad sobre la catástrofe que se cierne sobre Alepo.

Unicef ha alertado del peligro que corre la vida de unos 100.000 niños en los barrios orientales rebeldes, cuyas familias dependen para sobrevivir del agua no potable de pozos que pueden estar contaminados por materias fecales. Las agencias humanitarias internacionales están enviando en la actualidad camiones cisterna con agua para atender a unas 325.000 personas en los distritos occidentales controlados por el régimen de Damasco. El suministro eléctrico quedó interrumpido por los combates que dañaron la central de la zona oriental que proporciona energía a las estaciones de bombeo de distribución de agua a toda la ciudad.

Concentración de tropas

Tras el avance rebelde del pasado fin de semana sobre los distritos gubernamentales, ambos bandos están concentrando fuerzas con una intensidad sin precedentes desde que la ciudad quedó dividida hace cuatro años. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos ha constatado el despliegue de unos 2.000 nuevos combatientes en las filas del régimen, entre los que figuran soldados sirios, asesores iraníes e iraquíes y milicianos de Hezbolá. El Ejército de la Conquista rebelde, mientras, también ha reforzado sus filas ante la batalla que se está librando en las calles de Alepo con insurgentes llegados del vecino feudo rebelde de Idlib, entre ellos varios uigures (musulmanes chinos), según el Observatorio.

Del resultado de los enfrentamientos en la gran ciudad del norte de Siria puede depender el futuro del país. Si los rebeldes logran expulsar a las fuerzas gubernamentales, el país árabe se dirigirá previsiblemente hacia la partición. Pero el régimen de El Asad intentará mantener a toda costa su control sobre la llamada “Siria útil”, según Joshua Landis, editor de Syria Comment. “Más de la mitad de la población siria vive en grandes ciudades donde se concentran las clases medias y altas”, recuerda el profesor estadounidense en su publicación. “Si la rebelión queda restringida a la parte rural y tribal del país, el régimen de Damasco habrá logrado una victoria moral y estratégica”.

La situación sanitaria también se ha tornado catastrófica en Alepo en medio de la batalla. En la parte este de la ciudad, ocho de sus diez hospitales y 13 de sus 28 centros de salud están seriamente dañados o fuera de servicio, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Solo 35 médicos permanecen aún en esa zona. Los ataques aéreos a un hospital de la ciudad de Millis (en la provicia de Idlib) ya causaron el pasado fin de semana al menos 13 muertos, según Médicos sin Fronteras. Entre las víctimas figuraban cuatro trabajadores del hospital. La ONU denunció que solo en julio fueron atacadas 44 instalaciones sanitarias en Siria.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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