La pena de muerte aún se aplica en 58 países
El presidente turco Erdogan ha afirmado que la mayoría de los países aplican todavía la pena capital. Es una afirmación errónea
“Aparentemente, no hay pena de muerte en Europa, pero sí en EE UU, en Japón y en China. La mayoría de los países la aplican”. Esas fueron las palabras que pronunció el domingo el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en Estambul, ante una muchedumbre considerable. Durante su alocución, el jefe de Estado se refirió una vez más al posible restablecimiento en Turquía de la pena de muerte, que fue abolida en 2004. “Si el pueblo quiere la pena de muerte, los partidos cumplirán su voluntad”. Son palabras que suponen una provocación para la Comisión Europea, que ya ha recordado a Ankara que un restablecimiento de la pena de muerte significaría la paralización de las negociaciones sobre el ingreso del país en la Unión Europea.
Si analizamos de cerca la aplicación de la pena de muerte en el mundo, el presidente Erdogan se equivoca. En realidad, casi dos tercios del mundo, es decir, 141 países, han abolido la pena de muerte legalmente o en la práctica, según el recuento llevado a cabo por Amnistía Internacional. Entre estos países, 103 la han abolido para todos los delitos, 6 para los delitos de derecho común y 32 cumplen una moratoria sobre las ejecuciones.
En cambio, la pena de muerte todavía se aplica en 58 Estados y territorios. El último informe de la ONG contabiliza 1.634 ejecuciones en 2015, un aumento de más del 50% con respecto al año anterior. Hay que señalar que el 89% de las ejecuciones tienen lugar en Arabia Saudí, en Irán y en Pakistán. Sin embargo, se debe manejar con cautela esta cifra por la falta de estadísticas oficiales en algunos países, especialmente en China, que según Amnistía Internacional es el país que más ejecuciones lleva a cabo.
En Europa, ningún país aplica ya la pena de muerte, excepto Bielorrusia. En este país no se registró ninguna ejecución en 2015, pero ese mismo año se pronunciaron al menos dos condenas a muerte.
Por el contrario, todos los países de Oriente Próximo aplican todavía la pena de muerte. La mayoría de las ejecuciones en esta región se llevan a cabo “en respuesta a amenazas supuestas o reales para la seguridad del Estado y la seguridad pública”, según el último informe de Amnistía Internacional. Un contexto sociopolítico con el que el presidente turco parece identificarse.
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