Erdogan exhibe su respaldo en un histórico mitin contra el golpe
Dos millones de personas arropan al presidente turco en una concentración a la que han asistido dos líderes de la oposición
Turquía vivió este domingo la que probablemente haya sido la mayor movilización del país en toda su historia, un mitin sin banderas de partidos políticos que congregó a más de 2 millones de personas en Estambul “por la democracia y los mártires” caídos luchando contra los golpistas el pasado 15 de julio. Pero, pese a que la concentración estaba planteada como un acto que aunase a los principales líderes políticos del país, se convirtió en una reafirmación del presidente, Recep Tayyip Erdogan, cuya figura ha ganado enteros desde la derrota de la asonada militar.
No en vano dos retratos flanqueaban la bandera turca en el escenario principal del manifestódromo creado durante el último año en el barrio estambulí de Yenikapi: el del fundador de la moderna Turquía, Mustafa Kemal Atatürk, y el de Erdogan. Y la efigie y el nombre del actual presidente superaba con creces a los del creador de la república laica en las camisetas, cintas y banderas que lucían los asistentes. Los camiones repetían el nombre de Recep Tayyip Erdogan incluso con la base musical de la Macarena, mientras sus fans lo coreaban y ondeaban la enseña turca.
El presidente turco comparó la lucha “hasta la última gota de sangre” librada contra los golpistas con la llevada a cabo contra las potencias que trataban de invadir el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial y con diferentes gestas heroicas de la historia del pueblo turco. Además prometió seguir luchando contra las “organizaciones terroristas, sean el (grupo armado kurdo) PKK, el Daesh (Estado Islámico) o FETÖ”, la presunta red establecida por el clérigo turco exiliado en EEUU Fethullah Gülen, a quien se acusa de ser el cerebro del alzamiento y a quien el Gobierno turco ha prometido llevar ante la Justicia. En este sentido, Erdogan reiteró su promesa de apoyar la reintroducción de la pena de muerte: “Si la nación toma esa decisión, creo que los partidos políticos la respetarán. Si el Parlamento vota a favor de ello, yo lo aprobaré”.
Además Erdogan afirmó que continuará con la “limpieza” de seguidores de Gülen en la Administración del Estado –en una purga que se ha cobrado ya el puesto de más de 60.000 funcionarios-, aunque también ordenó a sus simpatizantes que pongan fin el próximo miércoles a las llamadas “veladas de guardia por la democracia”, las manifestaciones nocturnas diarias contra el golpe de Estado.
Ante el estrado en el que intervino Erdogan estaban presentes el primer ministro, el islamista Binali Yildirim; el jefe de la oposición, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu, y el jefe del partido ultranacionalista MHP, Devlet Bahçeli, así como la plana del Estado Mayor, cuyo jefe, Hulusi Akar, se dirigió a los manifestantes con la promesa de que los participantes en el fallido golpe “serán castigados de la forma más severa”. Todos ellos, pese al carácter laico que garantiza la Constitución al Estado turco, hubieron de seguir la lectura del Corán y los rezos por los mártires que precedieron a los discursos, si bien Kiliçdaroglu no es suní, sino aleví (un grupo religiosos musulmán pero muy heterodoxo). Los prokurdos del partido HDP, en cambio, no fueron invitados a participar y organizaron sus propias manifestaciones en las ciudades en que son fuertes bajo el lema “contra los golpes, democracia de inmediato”.
Precisamente el líder socialdemócrata aprovechó su intervención en Estambul para subrayar la importancia del consenso que se ha establecido entre los partidos contra el golpe de estado y manifestó su deseo de que “el 15 de julio sea la puerta a un periodo de mayor diálogo”. “No permitamos a la política entrar en las mezquitas ni en los tribunales”, exhortó Kiliçdaroglu, que subrayó la importancia de respetar el régimen parlamentario –en una velada crítica a la intención de Erdogan de transformar Turquía en un sistema presidencialista-, los valores de la República y, en especial, el laicismo, “garantía de la libertad de conciencia y de culto”.
Buena parte de los participantes en la manifestación de Estambul asistieron con la sincera intención de condenar la sublevación militar sin importar las diferencias políticas. “Los golpes de estado, como el de 1980, han hecho mucho daño a este país, por eso no queremos que la historia se repita. Y no volverá a haberlos porque la gente ha demostrado que puede pararlos”, sostenía Gülhan, una empleada del sector textil.
Una minoría de laicos
“Es la primera vez que asisto a un acto de este tipo –reconocía por su parte Sevdet Alustan, una mujer laica que había acudido con sus dos hijos-. Hemos venido gente de diferentes sensibilidades, la gente con la que vivimos y junto a los que luchamos por la democracia y la libertad. Hoy se abre una página muy importante de la historia de nuestro país, porque estamos juntos. Y ahora ha llegado el momento de limpiar el Estado de todos esos FETÖ (seguidores de Fethullah Gülen) infiltrados”.
Con todo, los laicos eran la minoría entre los asistentes, ya que la mayoría eran declarados erdoganistas, como Salih, un comerciante para quien el actual presidente Erdogan “no es sólo el líder de Turquía sino de todo el mundo musulmán y el que puede liderar un nuevo renacimiento islámico”. Había, más que laicos socialdemócratas, representantes de diversas cofradías religiosas –como la ultraconservadora Ismailaga- o del partido ultraderechista MHP.
Además, la manifestación de Estambul fue replicada con actos multitudinarios en las principales ciudades del país y no sólo: también varias decenas de turcos se concentraron en Pensilvania (EEUU), el estado donde reside el clérigo Fethullah Gülen, para criticarlo y exigir su extradición a Turquía.
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