Pitidos a Valls y tensión máxima en el minuto de silencio en Niza
Los asistentes al homenaje a las víctimas en el Paseo de los Ingleses abuchearon al gobierno
Los ánimos estaban todavía muy caldeados este lunes en Niza. Parte de la multitud reunida bajo un sol abrasante en el Paseo de los Ingleses acogió con sonados abucheos e insultos a la delegación oficial, encabezada por el primer ministro Manuel Valls, a su llegada a la celebración del homenaje por las 84 víctimas del atentado del jueves. “¡Basura!”, “¡Esto es culpa vuestra!”, “¡Valls fuera!”, son algunos de los gritos que se escuchaban frente al monumento por el Centenario, lugar de la ceremonia, entre una nube de pitidos y abucheos.
“¡Estamos aquí por las víctimas, por favor, un poco de respecto!”, se quejaba una mujer entre la multitud, con el gesto desolado. Momentos después, se hizo el silencio, roto por un cañonazo que daba inicio a las conmemoraciones. Siguió un minuto de aplausos en recuerdo por los fallecidos y a continuación se entonó la Marsellesa. La delegación puso rumbo entonces hacia el interior del jardín de Albert I, a apenas a un centenar de metros, para reunirse con los familiares de los fallecidos. De camino, de nuevo se hicieron oír con fuerza los abucheos. Dieron lugar a los aplausos, cuando pasaron los efectivos de policía y de los equipos de rescate.
“Estoy aquí para gritar mi ira tanto a Valls y a su Gobierno como a la delegación del gobierno, e incluso al antiguo alcalde Christian Estrosi”, advertía momentos antes de la llegada de la delegación Brigitte, una francesa pied noir –de la antigua Argelia francesa–, “doblemente enfadada: primero nos echaron de Argelia y ahora nos asesinan aquí”. “¡Y estos desgraciados tienen la osadía ahora de venir aquí a hacerse la foto!”, le respondía otra mujer de mediana edad.
Estoy aquí para gritar mi ira tanto a Valls y a su Gobierno como a la delegación del gobierno, e incluso al antiguo alcalde Christian Estrosi Brigitte, francesa pied noir
Junto a Valls acudieron a la ceremonia la ministra de Sanidad, Marisol Tourraine, el alcalde de Niza, Philippe Raval, su adjunto, exalcalde y ahora presidente de la región Provenza-Alpes-Costa Azul, Christian Estrosi, y el Príncipe Alberto de Mónaco, venido para trasladar la solidaridad del pueblo monegasco. También se encontraba el futbolista Hugo Lloris, natural de Niza. Por su cuenta, llegó la candidata del Frente Nacional en las pasadas elecciones regionales, Marion Maréchal Le Pen.
Pasada la ceremonia, el ambiente seguía tenso en el Paseo. Hanane, una joven mulata, reivindicaba con fuerza su derecho a manifestar su descontento. “Había gente que nos pedía dejar de abuchear, que nos pusiéramos en el lugar del Gobierno, les he respondido que los que apoyan al Gobierno no tienen nada que hacer aquí”, explicaba alterada a un grupo. “¡Qué se vayan!”, añadía con fuerza. “¡Váyase usted a su país!”, le respondía una mujer mayor, que insistía en que ella era de “raza blanca”. “¡Estoy en mi país! ¡Soy de Córcega, pandilla de racistas!”, respondía a medida que la conversación se desviaba.
Momentos después, la cólera de Hanane no decaía. “Tendríamos que hacer como en Córcega, los musulmanes que vienen que sigan nuestras costumbres, ¿qué es eso de no servir cerdo en las cantinas?”, comentaba. Algunos vecinos se acercaban para darle la razón, mientras que otros pedían calma. “No es el momento de hablar de política, es el momento de homenajear a las fallecidos”, señalaba una mujer.
Conversaciones similares se repetían en diferentes corrillos a lo largo del paseo. “¿Usted ha perdido a alguien en el ataque? Yo he perdido a dos amigos ¿Con qué derecho nos dice que no gritemos?”, señalaba así un hombre a otro, que le pedía tranquilidad. “En Niza no, pero en el Bataclan sí. Solo digo que tenéis razón de estar enfadados pero que necesitamos calmar los ánimos”, respondía.
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