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Tribuna
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¿Quién ha maldecido a Brasil?

Los políticos también mueren, los Gobiernos pasan, y Brasil y la bella ciudad de Río seguirán inspirando sueños de belleza y calor humano

Juan Arias

Faltaba solo el desplome del carril bici Tim Maia, en la zona noble de Río de Janeiro, para completar y transmitir al mundo, en vísperas de los Juegos Olímpicos, esa nueva imagen de un país que parece estar siendo maldecido por los demonios.

La simbólica caída de la ciclovía se produjo en pleno festivo nacional de Tiradentes, y mientras la presidenta la República, en vísperas quizás de ser depuesta, se encuentra en Nueva York para denunciar que Brasil está sufriendo un golpe político.

El alcalde de Río, Eduardo Paes, tampoco estaba en su ciudad en el momento de la tragedia: viajó a Grecia para recibir la antorcha olímpica. Otro simbolismo.

Los brasileños están abrumados ante tantas noticias negativas acumuladas. Ven la imagen del Brasil -que se soñó grande, un jugador importante en el ajedrez del poder mundial- y de la ciudad maravillosa de Río ofuscadas hoy por la sombra de la nueva tragedia.

Los brasileños están abrumados ante tantas noticias negativas acumuladas

Todo ello, días después del bochornoso espectáculo de circo ofrecido por el Congreso brasileño durante la noche de la votación sobre el proceso contra Dilma de Rousseff, donde resonaron, escalofriantes, hasta elogios a los torturadores de la dictadura.

¿Quizá Brasil está necesitando de algún exorcista que expulse de una vez a los demonios que parecen haberse adueñado de este gran país? ¿Tendrán nombres y apellidos?

Mejor llamar a algún buen orixá [divinidad de la umbanda, religión afrobasileña] para que bendiga a Brasil y pueda cuanto antes volver a tener el sosiego que sus gentes merecen.

Los demonios no viven para siempre. Acabarán yéndose, sobre todo si la sociedad se convierte toda ella en un gran exorcista que proclame que esta es una tierra donde se prefiere la felicidad al dolor, y la honradez a la corrupción.

Los políticos también mueren, los Gobiernos pasan, y Brasil y la bella ciudad de Río seguirán inspirando sueños de belleza y calor humano alrededor del mundo.

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