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Muere Meir Dagan, exjefe del servicio secreto israelí

El cerebro de las operaciones contra el eje Irán-Hamas-Hezbolá fallece a los 71 años

Meir Dagan, exdirector del Mosad, a la izquierda, junto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en 2011.
Meir Dagan, exdirector del Mosad, a la izquierda, junto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en 2011.Ronen Zvulun (REUTERS)

Consumido por el cáncer murió este miércoles en un hospital de Tel Aviv Meir Dagan, exjefe del Mosad, la Agencia de Inteligencia de Israel, entre 2002 y 2011. Nacido en 1945 en la antigua Unión Soviética e hijo de emigrantes polacos judíos, llegó a ser muy admirado en Israel por sus méritos militares y en la lucha antiterrorista. Estuvo 32 años en el Ejército, donde fue condecorado y herido en el campo de batalla en varias ocasiones.

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Combatió en el Sinaí y en los Altos del Golán durante la guerra de los Seis Días y también en la guerra del Yom Kipur. En los años 80 fue el encargado de las operaciones sobre el terreno en el sur del Líbano en el marco de la llamada “guerra sucia” protagonizada por los grupos armados palestinos y la milicia libanesa Hezbolá. Llegó a ser jefe de operaciones del Estado Mayor del Ejército israelí y se retiró con el grado de coronel en 1995.

Tras un año sabático volvió a la lucha antiterrorista durante la última etapa de Simon Peres como primer ministro aunque su empleo más conocido le llegaría unos años más tarde de la mano del también militar, político y amigo Ariel Sharon. Su inicialmente polémico nombramiento al frente del Mosad llegó en el 2002, pero Dagan pronto supo acallar las voces críticas que decían que había logrado el puesto por su amistad con el entonces primer ministro hebreo.

A él se le atribuyen algunas de las operaciones más espectaculares del Mosad en el exterior en el marco de la guerra oculta de Israel contra Irán, Hamas y Hezbolá. Entre ellas, el asesinato en el 2008 en Damasco del jefe de seguridad del grupo libanés Hezbolá, Imad Mughniye, muerto al estallar una sofisticada bomba colocada en el reposacabezas de su todoterreno. Israel responsabilizaba a Mughniye, entre otros ataques, del atentado contra la AMIA, la mutual judía, en Buenos Aires en 1998.

También se le atribuye la organización de otro crimen para el que sus autores hicieron alarde de una gran logística, en la que se cree que participaron más de una veintena de agentes del Mosad: el asesinato de Mahmoud al Mabhouh, uno de los fundadores del brazo militar de Hamas, considerado en aquella época el principal enlace de la organización islamista con el régimen de Teherán y a cargo del contrabando de armas en Gaza. Mabhouh terminó sus días envenenado, electrocutado y torturado en la habitación de un lujoso hotel donde se hospedaba en Dubai.

“Meir Dagan es uno de los mejores directores que la agencia ha tenido jamás (...). El Mosad sabe cómo hacer su trabajo y es de todos conocido que quien levanta la mano contra Israel, pone su vida en juego”, dijo de él entonces el ministro israelí, Daniel Hershkovitz, dando a entender que la muerte de Mabhouh fue obra del Mosad.

Nunca criticó en público al gobierno israelí estando al frente de la agencia, pero en los últimos tiempos se mostró abiertamente en contra de las políticas de Netanyahu hacia los palestinos e Irán. A Dagan, partidario de dar una oportunidad a las negociaciones de la comunidad internacional con Irán, se le considera el freno que evitó durante casi una década que Israel iniciase un conflicto bélico con el país de los ayatolás.

El año pasado, visiblemente enfermo, participó en una multitudinaria manifestación en Tel Aviv contra Netanyahu, organizada por la izquierda israelí. La debilidad de su cuerpo nada tenía que ver con la fortaleza de su voz y llegó a acusar al actual primer ministro de causar “la peor crisis desde la fundación del Estado” y de “borrar cualquier perspectiva de acuerdo con los palestinos”.

Héroe para unos, y villano para otros, al final no logró sobrevivir a su última gran batalla, la que libró en los últimos años contra el cáncer. En el 2012 se sometió con éxito a un trasplante de hígado en Bielorrusia. Una cirugía que logró salvarle la vida pero que no logró frenar la enfermedad. Su familia, mujer y tres hijos, ha decidido donar sus órganos.

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