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El Bronco reconoce que aún el crimen controla algunas zonas del penal

Según el gobernador, los dos reos que iniciaron el motín están vivos y se encuentran dentro de la cárcel

Juan Diego Quesada
Militares y policías custodian las inmediaciones del penal.
Militares y policías custodian las inmediaciones del penal.Miguel Sierra (EFE)

Jaime Rodríguez, El Bronco, el gobernador de Nuevo León, explicó este jueves por la noche que las autoridades todavía están tratando de hacerse con el control total de la cárcel de Topo Chico, donde un motín se saldó esta madrugada con 49 muertes. "A estas horas no tenemos aún tomadas varias áreas. Está en poder de los criminales. Hay que ir con cautela para que no haya más víctimas", declaró el político a este periódico.

El Bronco, el hombre de 58 años que revolucionó el año pasado la política mexicana al ganar como independiente en uno de los estados más importantes de México, sobrevoló el penal en helicóptero a media tarde. Desde las alturas divisó "un penal viejo y muy complicado en muchos sentidos". "Hay una mezcla de reos que no debería existir. Presos de delincuencia común con otros de delincuencia organizada. El sistema penitenciario mexicano está rebasado y lo que pasó hoy fue una muestra".

Entre los fallecidos no se encuentran los dos líderes narcos que, según el gobernador, iniciaron la revuelta al enfrentarse entre ellos. Se trata de Jorge Hernández Cantú, El Comandante Credo y Juan Pedro Zaldivar, apodado Z-27. "Ellos están vivos y están ahí dentro", dijo el gobernador durante la conversación telefónica.

De los 49 muertos, informó, 40 ya han sido identificados y 17 de ellos entregados a sus familias. Hay nueve cadáveres de los que se desconoce la identidad, entre ellos cinco cuerpos calcinados. Los otros cuatro no se sabe quiénes son pese a que el rostro es reconocible. Eso evidencia que la dirección de la cárcel no tiene un conteo exhaustivo de su población reclusa, que ronda los 3.900 internos.

En la puerta de la prisión los familiares trataban de tener noticias de los suyos. Repasaban los nombres de las víctimas escritos en dos folios pegados en un muro, se hacían pruebas de ADN para descartar que fuera alguno de los calcinados y los llamaban a gritos desde la alambrada. Durante todo el día vivieron la intranquilidad de que fueran trasladados a otro penal.

El crimen organizado tenía -tiene- el poder ahí dentro. Los nuevos reclusos, según los testimonios recabados, están obligados a pagar 6.000 dólares nada más pisar la cárcel si no quieren meterse en problemas. Los familiares, semanalmente abonan cuotas de entre 100 y 200 dólares, depende de la cantidad que fijasen los líderes en cada caso. Hombres y mujeres están mezclados, y hay un buen número de bebés en una guardería. Los vis a vis de los miércoles, previo pago, podría alargarse hasta el día siguiente. En Topo Chico todo tiene un precio.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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