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“Quiero poder visitar la tumba de mi padre”

El hijo del jeque Al Nimr, el clérigo disidente chií ejecutado en Arabia Saudí, denuncia que las autoridades mantienen en secreto el lugar donde lo han enterrado

Ángeles Espinosa
Varios manifestantes portan retratos del clérigo Nimr al-Nimr  el pasado 8 de enero.
Varios manifestantes portan retratos del clérigo Nimr al-Nimr el pasado 8 de enero.MOHAMMED AL-SHAIKH (AFP)

“Aún no hemos podido recuperar su cuerpo. Nos han dicho que lo han enterrado en un cementerio musulmán, pero no les creo porque siempre mienten”, declara Mohamed Nimr al Nimr, hijo del clérigo disidente chií Nimr Baqr al Nimr, ejecutado por Arabia Saudí a primeros de año. La familia Al Nimr vive esa decisión de las autoridades saudíes como un segundo castigo. “Si es cierto, si lo han enterrado, ¿por qué no nos dicen dónde para que podamos acudir a su tumba? Es lo que espera cualquiera que pierde a un ser querido. Yo quiero poder visitar la tumba de mi padre”, subraya.

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Riad anunció el pasado 2 de enero que había ejecutado a Al Nimr junto a otras 46 personas, la mayoría por pertenencia a Al Qaeda y por su participación en diversos atentados cometidos en el reino por ese grupo extremista suní en 2003 y 2004. Al jeque, muy crítico con el régimen de los Al Saud, y a otros tres chiíes se les acusó de intentar derrocar a la monarquía. Mohamed, de 29 años y el único hijo varón del destacado disidente, rechaza que su progenitor promulgara la violencia y ha emprendido una campaña para defender su memoria como activista de los derechos de los chiíes. Esta comunidad constituye en torno a un 10 % de la población saudí y se concentra sobre todo en la Provincia Oriental.

“Mi padre era un hombre de paz que animaba a la gente a comportarse de forma pacífica. Protestar de forma pacífica contra el régimen no es un delito, ni equivale a condonar la violencia”, afirma el joven. “Hemos pedido pruebas [de su apología de la violencia], pero no nos han mostrado ni una sola. Solo mentiras. Repetirlas una y otra vez no las convierte en verdad”, insiste.

¿Y su llamamiento a la secesión de la Provincia Oriental? “Incluso si fuera cierto, ¿es eso una razón para ejecutarle?”, responde antes de desmontar lo que considera una tergiversación. “Tras unos incidentes ante la tumba de Mahoma en Medina [en febrero de 2009], en los que la policía golpeó a mujeres, ancianos y niños chiíes, mi padre criticó a las autoridades. Lo que dijo fue: ‘Nos han arrebatado nuestra dignidad, si no nos la restituyen, iremos hasta el final, incluso a la secesión’. No es lo mismo que hacer un llamamiento a la secesión”, manifiesta.

Mohamed Nimr al Nimr.
Mohamed Nimr al Nimr.

Mohamed habla con EL PAÍS por Skype desde Indianápolis, donde está buscando trabajo tras haber estudiado ingeniería mecánica en su universidad. Lleva dos años sin pisar Arabia Saudí. “Dudo de que sea bien acogido si vuelvo, creo que me detendrían”, confía. No ha recibido ninguna advertencia al respecto, pero indica que las amenazas son sutiles. “Basta con ver algunos de los comentarios a mis mensajes de Twitter”, señala. Su tío Mohamed, hermano de su padre, fue detenido en el mismo día en que este fue condenado a muerte en octubre de 2014 tras anunciarlo en esa red social.

Amnistía Internacional consideró la sentencia como “parte de una campaña de las autoridades de Arabia Saudí para aplastar cualquier disidencia”. Con su ejecución, el joven Al Nimr opina que “quieren aterrorizar a la gente dentro del país, mostrar que llevan las riendas con puño de hierro”. “No es nuevo y va a continuar mientras Occidente siga apoyándoles con armas y sin condenar sus violaciones de los derechos humanos”, afirma.

La mención de que el príncipe Mohamed Bin Salmán, hijo del rey y segundo en la línea de sucesión, ha asegurado en una entrevista que los ejecutados tuvieron un juicio con garantías, le causa incredulidad. “Tal vez el viceheredero no tiene una noción clara de lo que es un juicio justo”, apunta.

“No solo nosotros, las familias de todos los ejecutados se han quejado de que fueron [condenados en] juicios secretos. No hay juicios justos en Arabia Saudí. Los tribunales están controlados por las autoridades. En muchos casos las sentencias están escritas antes de que empiece el juicio”, declara. “En 2014, asistí a una de las vistas del juicio contra mi padre; duró menos de 60 segundos. ¿Es eso un juicio justo?”, se pregunta antes de recordar que “muchos de los acusados de terrorismo no tuvieron derecho a un abogado”.

La falta de asistencia letrada es una denuncia que hacen a menudo las organizaciones internacionales de derechos humanos. “En nuestro caso tras muchos esfuerzos logramos que tuviera un abogado, pero para entonces ya habían pasado cinco o seis meses desde su detención”.

Las grandes manifestaciones de protesta que se produjeron entonces en diversos puntos de la Provincia Oriental no se han repetido ahora como temían muchos observadores. “Hay mucha rabia contenida, pero no se manifiesta de forma violenta; no somos violentos como dice el régimen para justificar su represión”, subraya Mohamed.

En cualquier caso su familia ha pagado un alto precio por defender los derechos de los chiíes. Un sobrino del jeque, Ali al Nimr, está también en el corredor de la muerte por participar en una manifestación cuando era menor. “Mi primo tiene el ánimo alto; ha aceptado su destino tanto si lo liberan como si le hacen mártir”, asegura. “Si Arabia Saudí escucha a las voces de la razón y lo libera, nos alegraremos mucho; pero si sigue adelante…”. Su voz se quiebra un instante. “Esperemos que escuchen a las voces de la razón”, añade, antes de recordar que hay otros dos chavales en su misma situación.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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