Rusia vetará a partir de enero la sal, los claveles y las naranjas de Turquía
Moscú publica la lista de productos prohibidos a la importación por el derribo de un caza
Sal, tomates, pepinos, coliflor y brócoli, así como naranjas y mandarinas procedentes de Turquía son algunos de los comestibles que Rusia vetará a partir del 1 de enero próximo. La lista negra, un total de dieciséis mercancías, fue publicada el martes tras ser aprobada por el jefe del Gobierno, Dmitri Medvédev, en cumplimiento de las instrucciones del presidente Vladímir Putin. Las restricciones forman parte de la respuesta rusa por el derribo de un bombardero Su-24 en la frontera entre Siria y Turquía.
Otras mercancías turcas que deberán desaparecer del comercio en Rusia son los pollos y los pavos troceados, los claveles, los tomates, las cebollas, la uva, las manzanas, las peras, los albaricoques y melocotones, las ciruelas y las fresas. Tomates y cítricos han sido hasta ahora las partidas más relevantes en las exportaciones agrícolas turcas a Rusia. En los primeros 10 meses de 2015, Rusia ha importado de Turquía 300.500 toneladas de tomates y 255.200 toneladas de cítricos, dentro de un volumen conjunto de importaciones agrícolas valorado en 1.000 millones de dólares. Las restricciones rusas no se hacen extensivas a las mercancías para consumo individual dentro de los marcos permitidos por las normas de la Unión Económica Euroasiática. Moscú ya ha advertido a Bielorrusia (uno de sus socios en esta organización) que reforzará los controles y exigencias para la importación de frutas y hortalizas de supuesta procedencia bielorrusa.
Después de que el bombardero ruso fuera abatido por un caza turco, el presidente Vladímir Putin se ha negado a responder a las llamadas telefónicas de su colega Erdogan y también a reunirse con él en París. El secretario de Prensa del presidente, Dmitri Peskov, no ha querido aportar datos que avalen las acusaciones de Putin, según el cual Erdogan se beneficia del petróleo comercializado por el ISIS. La irritación de Putin contra Turquía tiene eco en la sociedad rusa y en las estructuras burocráticas, que corean e interpretan la actitud presidencial. Así por ejemplo el centro ruso-turco en la biblioteca de Literatura Extranjera de Moscú ha sido clausurado sin explicaciones, lo que supone el fin de todos los cursos de idioma turco, la ayuda a los estudiantes de postgrado, el uso de la biblioteca, y las actividades del centro tales como mesas redondas y conferencias. También los programas de intercambio entre universidades rusas y turcas están amenazados por la situación actual.
Los analistas ya han advertido sobre posibles incrementos de precios debido a las restricciones importadoras. El economista Vladislav Inozemtsev opina que las medidas rusas carecen de “lógica” y que no han calculado las “inevitables consecuencias”. En su opinión, las principales víctimas son los ciudadanos rusos y los negocios privados y el “perjuicio será sobre todo para la misma Rusia”.“¿Por qué todas nuestras sanciones van dirigidas solo contra los rusos y no contra quienes nos ofenden?”, se preguntaba retóricamente. Inozemtsev, quien llamaba la atención sobre la diferencia de actitud en el caso de Egipto y el de Turquía.
Por la deficiente seguridad en el aeropuerto de Sharm El Sheij, las autoridades egipcias también pueden ser consideradas responsables del derribo del Airbus ruso con 224 personas a bordo sobre la península del Sinaí, pero Putin apoya a su colega egipcio en la lucha contra el terrorismo y no manda unidades especiales a luchar contra el ISIS en el Sinaí. Sin embargo, Putin reacciona airadamente ante Turquía cuando ésta derriba un avión cuyo piloto se catapultó a un territorio en el que no deberían haber caído las bombas rusas, ya que se aseguraba que Moscú lucha contra el ISIS y no con la oposición siria moderada. Los turcomanos locales se vengaron de las bombas que cayeron sobre ellos disparando contra el paracaidista y el caso motivó sanciones inmediatas por parte de Putin.
Las respuestas rusas incrementan cada vez más el autoaislamiento y las limitaciones en la comunicación con el mundo exterior, opina el analista Georgi Bovt. Putin ni siquiera esperó a reunirse con Erdogán para firmar el decreto sobre medidas económicas especiales contra Turquía. Recordando las sanciones impuestas a los comestibles de la UE, el editorial del portal de Internet Gazeta.ru escribe que ahora “sin las verduras turcas nos alimentaremos aún peor y aún más caro”.
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