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Siria, Francia y Bélgica: así funcionaba la célula terrorista que atentó en París

El perfil dinámico del grupo demuestra la complejidad de la lucha contra el ISIS

Guillermo Altares
Agentes de la policía vigilan una calle tras los atentados de Paris.
Agentes de la policía vigilan una calle tras los atentados de Paris.Bernardo Pérez

La célula terrorista que planificó y llevó a cabo los atentados del viernes pasado en París, durante los que fueron asesinadas 129 personas, refleja por su complejidad y su capacidad de movimientos la inmensidad del problema al que se enfrentan las fuerzas de seguridad para luchar contra el terrorismo del Estado islámico (ISIS, en sus siglas en inglés). La mayoría de sus miembros estaban fichados y, a pesar de ello, pudieron viajar con libertad entre la Unión Europea y Oriente Próximo. Provienen de diferentes lugares de Francia y Bélgica, de distintas profesiones y edades, casi todos pasaron en algún momento por la yihad y por la cárcel, que se ha convertido en un auténtico centro de adoctrinamiento de fanáticos. El barrio de Molenbeek, en Bruselas, es una de las claves y Raqa, la capital del ISIS en Siria, es otra. París, el escenario de la masacre, cierra este triángulo del terror.

La policía todavía no ha completado el perfil de la célula, ni tampoco el número de integrantes. Por ahora se sabe que diez terroristas han muerto: siete durante la noche de terror de París, casi todos al hacer explotar la carga que llevaban pegada a su cuerpo, y otros tres durante el asalto, en la mañana del miércoles contra una vivienda de Saint-Denis: una mujer que se suicidó, un hombre no identificado y Abdelhamid Abaaoud, de 28 años, el presunto cerebro de la ofensiva terrorista. Otro implicado, Salah Abdeslam, logró escapar y se encuentra en busca y captura. Todavía quedan tres fallecidos por identificar y tampoco se conoce la identidad de una tercera persona, que formó parte del grupo que ametralló las terrazas de varios cafés parisinos.

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El perfil de la célula se complica todavía más si se tiene en cuenta que la persona que reivindicó los atentados en una grabación es un viejo conocido de los servicios de información: Fabian Clain, de 37 años, definido por el diario Le Monde como "un veterano de la Yihad". En la grabación puede escucharse de fondo la voz de su hermano pequeño, Jean-Michel, de 34. Los dos son musulmanes convertidos, los dos fueron aleccionados por el mismo imán salafista radical, los dos pasaron por Bélgica y ambos tenían lazos muy estrechos con Mohamed Merah que, tras entrenarse con los talibanes en Pakistán, asesinó en 2012 a siete personas, tres de ellas niños judíos, en Toulouse, antes de ser abatido por la policía.

"Europa no está preparada para esto", explica Farhad Khosrokhavar, investigador en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París y autor del ensayo Radicalización, sobre carácter transnacional de la célula, que viajó desde Bruselas hasta París para cometer los atentados pero que también conocía bien la capital francesa. "La UE sólo existe en el papel, no hay una verdadera policía europea y está claro que es un problema transnacional. Es algo parecido a lo que ocurre con el euro, tenemos una moneda común, pero no una auténtica política fiscal conjunta".

Tampoco está clara la relación que los presuntos terroristas detenidos el miércoles en Saint-Denis, que iban a atentar de forman inmediata y disponían de un arsenal, tenían con el comando que actuó el viernes, más allá de que ambos dependían de Abdelhamid Abaaoud, cuya muerte en el asalto fue confirmada este jueves por la policía. ¿Se trata de la misma célula? ¿Dos células diferentes?

Los autores de la masacre del viernes por la noche se dividieron en tres equipos coordinados: tres terroristas hicieron estallar sus cinturones de bombas ante el Estado de Francia: uno de ellos no ha sido identificado y otro viajó desde Turquía hasta Grecia y luego atravesó los Balcanes con un pasaporte sirio a nombre de Ahmad Al Mohammad, aunque es muy posible que el pasaporte sea falso. Según la prensa francesa, el nombre corresponde a un soldado de Bachar el Asad fallecido hace meses. El tercer integrante es Bilal Hadfi, de 20 años, el más joven del grupo terrorista, que residía en Bélgica después de haber pasado por Siria. En su página de Facebook aparece posando con armas y elogiando al Estado islámico.

Un segundo equipo formado por tres terroristas, todos fallecidos, desencadenó una matanza en la sala de conciertos Bataclan. Uno de los tres asaltantes no ha sido identificado. Otro es Ismaël Omar Mostefaï, de 29 años, que vivía en Chartres, y fue el primero en ser identificado. Su recorrido responde a un yihadista de manual: pequeño delincuente de barrio detenido varias veces, viajó a Siria y estaba bajo vigilancia de los servicios de información. El tercer integrante de este comando es Samy Amimour, de 28 años, nacido en Drancy, procesado por intentar viajar a Yemen en 2012. Logró finalmente escaparse a Siria. Su padre le fue a buscar en 2014, pero no logró traerle. Los servicios secretos no habían detectado su regreso a Francia. Amimoiur fue conductor de un autobús público en París durante 15 meses.

Un tercer equipo ametralló varias terrazas durante un recorrido asesino por las zonas de bares de París. Estaba formado al menos por los hermanos Brahim Abdeslam, de 31 años, que hizo estallar su cinturón de explosivos, y Salah, de 26 años, que actualmente está siendo buscado. Un vídeo muestra al menos a un tercer terrorista no identificado y es posible que haya un cuarto. El hermano mayor había tenido problemas con la justicia por ser propietario de un bar en el que se consumían estupefacientes y el pequeño no estaba fichado como fanático. Los hermanos Abdeslam crecieron en Molenbeek y conocen desde la infancia al jefe del comando, Abaaoud, que participó en la organización de al menos otros cuatro atentados y que mantuvo relaciones con otros terroristas, como Mehdi Nemmouche, un franco-argelino acusado del asesinato de cuatro personas el 24 de mayo de 2014 ante el museo judío de Bruselas. Todavía faltan muchas piezas para completar el puzle del terror, pero las que están sobre la mesa muestran una red de contactos y conexiones en torno a las que nunca se acaba de tirar del hilo.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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