Recorrido turístico por el imperio inmobiliario de Trump
Los seis enclaves de la marca del magnate que se convirtieron en atracción tras su candidatura presidencial
Donald Trump es de todo menos tímido. Solo hay que fijarse en la forma exagerada con la que luce su apellido, con letras mayúsculas en bronce, en casi una veintena de edificios dispersos por la preciada Manhattan. Los grupos de turistas europeos y asiáticos que toman estos días la ciudad se hacen autorretratos con sus móviles bajo la distintiva marca del magnate, con el empresario liderando las encuestas para ser candidato a la presidencia de los Estados Unidos.
Lo que no sabe el forastero es que estas propiedades en realidad no le pertenecen. Trump, como otras grandes fortunas en el negocio inmobiliario, utiliza sus inversiones con la puerta giratoria de uno de estos edificios. Compra y vende rápido los activos, cuando ve una oportunidad o si lo necesita para saldar deudas. Así llegó a ser propietario de edificios tan icónicos como el Hotel Plaza y el St. Moritz, que cimentaron su imagen como hombre de negocios.
Donald Trump licencia, esencialmente, su marca a otros promotores que se hacen con sus proyectos y así es como construye su legado inmobiliario en Nueva York. Los datos públicos identifican 17 edificios en Manhattan que lucen una insignia familiar que lograron convertir en todo un sinónimo de opulencia más allá de la ciudad de los rascacielos. De hecho, comprar o alquilar en uno de estos edificios va acompañado siempre de una prima importante para el cliente.
Trump Tower
La primera creación inmobiliaria del magnate fue la Trump Tower, el rascacielos de cristal oscuro que se alza en el 721 de la Quinta Avenida y punta de lanza de su imperio inmobiliario. El edificio de 68 plantas marcó una clara ruptura con la visión de su padre, Fred, que se dedicó con su proyectos más a atender la demanda de vivienda de la clase media en los barrios de Queens y Brooklyn. Donald Trump quería es hacer negocio con los más ricos entre los ricos.
La Trump Tower se inauguró en 1983 y fue entonces el rascacielos de cristal más alto en Manhattan. Está calificado como edificio históricos y es también de los más reconocidos del mundo. Acoge 263 apartamentos desde la planta 30 hasta al cima. Ahí es donde el magnate tiene su residencia, que ocupa tres pisos con un diseño inspirado en el Palacio de Versalles. La parte más baja está reservada a oficinas y espacios comerciales.
Trump International
Otro de los edificios más emblemáticos y que da poder a la marca Trump es el rascacielos que ocupa el One Central Park West, en Columbus Circle. El Trump International es uno de los edificios más prestigiosos para vivir por su vista limpia hacia el parque y tiene un diseño muy similar al que mira también a las Naciones Unidas. Las 17 primeras plantas están reservadas a 167 habitaciones de hotel. De ahí a la 52 son apartamentos. El bajo lo ocupa el restaurante insignia del chef Jean George, uno de los más exclusivos de Nueva York.
El antiguo Delmonico
Las fortunas de Donald Trump van a la par de la marcha de la economía en la ciudad. El pasado verano, al poco de dedicarse de lleno a la carrera presidencial, vendió por 21 millones de dólares un apartamento que casi no utilizaba en el edificio del antiguo hotel Delmonico en Park Avenue con la calle 59. Le ofrecieron 80.000 dólares mensuales para alquilarlo, pero pesó que era mejor vender aprovechando la demanda por estas propiedades de lujo. Trump compró este edificio de 32 plantas en 2001, por 115 millones de la época. La estructura, donde reside actualmente su hija Ivanka, se convirtió en apartamentos de lujo.
Hotel Plaza
La jugada no le salió tan bien con el emblemático Hotel Plaza, por el que pagó 407 millones de dólares en 1988. Donald Trump lo llamó en su día la “Mona Lisa de los hoteles”, porque lo veía como una gran obra de arte. Estaba enamorado del edificio. Lo sometió a una profunda reforma para actualizar su interior y resaltar aún más su glamour ante los hoteles más modernos que emergían.
Hundido en deudas tuvo venderlo ocho años después por 325 millones y así poder saldar cuentas con los acreedores. Sigue siendo su lugar preferido para ir a almorzar desde las oficinas en Trump Tower. En su cartera inmobiliaria también tuvo el rascacielos de la General Motors, en la acera opuesta del Plaza, el Empire State Building y el Gran Hyatt Hotel. Ninguno exhibe la marca Trump.
40 Wall Street
Es en realidad el único edificio propiedad enteramente de Donald Trump. Este rascacielos de 70 plantas se construyó en los años de la Gran Depresión. La historia cuenta que un bimotor militar impactó en su cara norte en mayo de 1946 por la niebla, cuando se dirigía al aeropuerto de Newark. El magnate lo compró en 1995 y desde entonces es conocido como el The Trump Building. Estaba en un estado pésimo. El empresario cuenta que pagó solo un millón de dólares por la estructura. Su idea era convertir la mitad más alta en residencias. Pero el coste de la renovación era demasiado alto así que optó por conservarlo como un espacio comercial. Ahora podría estar valorado en 600 millones.
River Side Boulevard
La marca Trump domina en los edificios residenciales que miran al río Hudson en la zona alta de la isla. Es un barrio que está al margen de la vorágine que domina la ciudad de los rascacielos y en la que residen jóvenes profesionales con un alto poder adquisitivo. El complejo lo domina el Trump Place en la calle 72 y de ahí se extiende hasta la 59, hasta quedar justo a la espalda del Lincoln Center.
La antigua “West Side Yards” estaba ocupada por vías de ferrocarril. Hasta hace pocos años se consideró como el mayor proyecto inmobiliario desarrollado en Manhattan por su escala y complejidad. Este trozo de las isla con modernos edificios que miran a la vecina Nueva Jersey es conocido como “el corredor de los multimillonarios”.
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