El laboratorio polaco del regreso al pasado
El atípico 'think tank' del partido conservador explica su programa nacionalista
El Instituto Sobieski es el think tank que alimenta de proyectos al partido Ley y Justicia (PiS), la formación ultraconservadora que este domingo parte como favorita para arrebatarle el Gobierno de Polonia a la Plataforma Cívica (PO), en el poder desde hace ocho años. En sus oficinas en la zona universitaria de Varsovia se ha cocinado el programa económico que la formación propone como relevo tras un ciclo con un crecimiento del 25% desde 2008 y un gran descontento social por el reparto de esa riqueza.
Leszek Skiba recibe en el instituto, con sede sobre un albergue juvenil. Este analista del Banco de Polonia especializado en la eurozona y amigo de buscarle tres pies a las estadísticas, se considera un orgulloso antisistema. Explica que se mantienen a base de fondos del PiS, quizá por eso habla en primera persona del partido. "Y tampoco tenemos ayudas de la UE como muchas fundaciones afines al PO. Somos menos visibles", sonríe.
"Polonia está en ruinas" es el eslogan que Beata Szydlo, la candidata del PiS a primera ministra, ha repetido hasta la saciedad. "El mayor problema del país es su bajo crecimiento", confirma Skiba. Ante la sorpresa que produce la afirmación, puntualiza: "Ha crecido por factores coyunturales como la mano de obra barata, pero eso va a acabar. Hace falta un crecimiento real".
Según su visión, la "supuestamente liberal" Plataforma Cívica no ha eliminado los obstáculos al enriquecimiento que el PiS quiere destruir. "El crecimiento es la clave", insiste en contraste con el resto de think tanks polacos, que presentan al PiS como un partido paternalista, "de derechas en lo ideológico y de izquierdas en lo económico". Y como prueba recuerdan que el discurso que sus candidatos esta campaña, más que en el libre mercado, ha insistido en la reindustrialización y la creación de campeones nacionales, en una jubilación más temprana y la importancia de regular el mercado de trabajo para que todos tengan uno.
Dos mujeres se disputan el Gobierno
Beata Szydlo, la candidata del partido conservador Ley y Justicia es, según los últimos sondeos, la favorita en las elecciones generales del domingo con el 32,5 % de los votos.
Ewa Kopacz, actual primera ministra, liberal y del partido Plataforma Ciudadana, tiene el apoyo del 26%.
Skiba suspira y comenta que el nivel de los diputados del PiS a veces es un poco bajo "en algunos temas". Se refiere a que "están muy centrados asuntos nacionales o la religión", pero no en la economía. Se refiere a los mensajes de la cartelería que envuelve el país: "Soy patriota", "Soy polaco". El partido se siente más cómodo hablando de recuperar la esencia polaca en las escuelas, o en defenderla de los refugiados que Bruselas espera que acepte. Al respecto, Skiba también privilegia el enfoque económico ante las diatribas xenófobas y ultracatólicas con que el PiS ha levantado a las masas contra los sirios: "No hay que ser idealistas. Aceptar inmigrantes supone problemas logísticos. El país tiene que ir paso a paso. Hay prioridades".
Diferencias respecto a Hungría
Skiba asegura que Szydlo, de la que ha sido colaborador, sí potenciará la economía como base del cambio social. "En Europa asocian nuestro proyecto económico con el de Viktor Orbán en Hungría porque compartimos discurso social, pero es diferente. Él utiliza el crecimiento para dar dinero a la gente; nosotros crearemos oportunidades para todos, y que eso termine con las desigualdades".
Un gato salta por las sillas de la habitación. En la atípica oficina tamborilean goteras. Skiba insiste en que usarán las leyes para eliminar los obstáculos al crecimiento, como los tribunales ineficaces, las trabas a la financiación o los impuestos a pequeñas compañías. En fiscalidad acepta mojarse sobre dos de las propuestas más intervencionistas de su programa: impuestos a los supermercados para evitar la deslealtad con el pequeño comercio, y una tasa bancaria para crear un depósito de garantía potente. El partido ha anunciado alternativamente que desarrollará y retirará estas medidas. "Se hará, aunque está por definir cómo", asegura.
Ante la visión dominante en Europa de que el PiS es un socio problemático que se niega a ceder competencias y pretende bloquear iniciativas como la restricción de emisiones de CO2, Skiba defiende que abundan los prejuicios sobre ellos porque se colocan "fuera del corazón del sistema": "No va a ser fácil ganarnos la aceptación de Bruselas; por supuesto que habrá polémicas pornuestra agenda propia en temas como la energía y el carbón. El PiS no tiene relaciones con la prensa o políticos extranjeros como el PO. Nos vendemos peor, pero nuestra prioridad no es hacernos comprender en Europa, aunque sabemos que es donde hay que estar". A la pregunta de si no existen ciertos segmentos eurófobos en la formación, Skiba lo atribuye a una gran jugada estratégica para evitar que surjan partidos más a su derecha. "Es una buena jugada del señor Kaczynski, el presidente del partido".
En eso en el PiS no caben matices: la total adoración por Jaroslaw Kaczynski (66 años), el líder carismático obsesionado por una Polonia imperial y por la muerte en un accidente aéreo de su hermano gemelo, Lech, mientras éste era presidente del país en 2010. " Kaczynski entiende que es quizás su última oportunidad. Quiere entrar en la Historia, cambiar el país y que su nombre esté en los libros", cuenta con devoción. ¿Y la gente no teme una ambición de cambio tan grande? "A veces hay que cambiar, y después de ocho años sin un movimiento, ya toca".
Ante el argumento del PO de que Szydlo es una pantalla de Kaczynski para gobernar desde la sombra, Skiba presenta el papel del primer ministro casi como vicario ante la potencia intelectual de un ideólogo: "A Kaczynski no le interesa ser primer ministro. Es un hombre mayor, preocupado por las grandes ideas y que no quiere enredarse en la gestión diaria".
Otro asunto que para Skiba no admite discusión es que Polonia debe negarse a entrar en el euro a medio plazo. "La eurozona no es un buen sitio para crecer. Lo mejor que hacemos es esperar y ver". Cuando se le pregunta por la pérdida de influencia que supondría eso para un país con creciente peso en las instituciones y decisiones de la UE (por ejemplo, en el endurecimiento de la posición común ante Rusia), Skiba responde con una pregunta que retrata la esencia ideológica de su formación, la idea de que Polonia es el lugar de los polacos de a pie, no de las élites ni los extranjeros: "¿Qué es más importante: el bienestar económico de un país o los sentimientos de 100 diplomáticos polacos en Bruselas a los que no invitan a más fiestas?".
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