Hollande lanza una minirreforma laboral en plena tensión social
Boicoteado por el principal sindicato, el presidente francés alerta de que solo cabe “la reforma o la ruptura”
El pasado día 13, un militante de la CGT, el principal sindicato de Francia, se negó a saludar al presidente François Hollande en los astilleros de Saint-Nazaire. Ese día, en Lyon, una mujer llamó “asesino de parados” al ministro de Economía, Emmanuel Macron, y le lanzó un yogur. Ocho días antes, enfurecidos sindicalistas de Air France arrancaron las camisas a dos directivos. En medio de esta creciente tensión, Hollande ha abierto este lunes la anual Conferencia Social para anunciar una leve reforma laboral en un último intento de revitalizar una legislatura que amenaza con llevarle a una histórica derrota electoral socialista.
La recuperación del diálogo social y el acercamiento de los socialistas a la izquierda radical son los dos hierros ardientes a los que se agarran Hollande y su partido para frenar un declive ya traducido en cuatro derrotas electorales consecutivas: municipales, europeas, parciales al Senado y departamentales. Las regionales de diciembre, última cita con las urnas antes de las presidenciales de 2017, auguran otra debacle.
El problemático intento de mejorar la relación con los sindicatos se escenificó este lunes. La CGT boicoteó la cita con su ausencia. “Atención, esto va a explotar”, había alertado el día anterior su secretario general, el duro Philippe Martínez, en Le Journal du Dimanche. Ante cientos de sindicalistas y medio Gobierno, Hollande ha asumido que existe “tensión y crispación”, pero ha tendido la mano: "¿Cómo superarlo? ¿Con violencia? No, sin duda. Con tranquilidad y, por tanto, con diálogo. Necesitamos cohesión y no división”.
Es ese diálogo social el que reclama Hollande y su Gobierno para afrontar el principal drama del país: el paro, que roza el 10,50% y afecta a más de tres millones de trabajadores. “Insoportable”, según Hollande. El presidente ha prometido que no volverá a ser candidato si no empieza a bajar el desempleo. Para conseguirlo, propone ahora una minireforma laboral. No afectará, prometió, ni al límite semanal de 35 horas laborales ni a la compleja maraña de contratos de trabajo.
Hollande y su Gobierno se disponen de nuevo a ceder ante las protestas y tensiones
Entre las medidas legales propuestas, la puesta en marcha de una cuenta personal de actividad para que los empleados preserven sus derechos (formación, seguro de paro, ventajas adquiridas por trabajos penosos…) con independencia de que cambien o no de empresa. O la “simplificación” del Estatuto de los Trabajadores para limitar la cifra y competencias de los delegados sindicales. Y la búsqueda de nuevos graneros de puestos –y desaparición de otros- en los sectores digital y energético.
Alianza improbable
Las perspectivas para pactar este “nuevo modelo social” se presentan complicadas, pero Hollande y su Gobierno se disponen, una vez más, a ceder ante las protestas y tensiones. El ejemplo se concreta en Air France. Ante el plan de la dirección para despedir a 2.900 de los 99.000 empleados, el presidente y varios ministros consideran ahora que “se pueden evitar” esa sangría…con diálogo.
Mientras, en el terreno político, los socialistas insisten en forzar candidaturas únicas de toda la izquierda para frenar el imparable avance de la derecha y la ultraderecha. Partidos radicales de izquierda y Verdes lo rechazan. Para torcerles la mano, el PS francés ha organizado entre el 16 y el 18 un extraño referéndum entre militantes y simpatizantes. 250.000 han votado en mercados y estaciones o por Internet. El 90% ha votado a favor de esa imposible unión.
Pero no todo está perdido para el Gobierno. Para su satisfacción, sindicatos –una vez más sin la CGT- y empresarios han firmado la semana pasada un principio de acuerdo para retrasar de los 62 a los 63 años la edad de jubilación. Otra minirreforma en un país que rechaza el cambio aunque lo considere necesario. "Reforma o ruptura", advierte Hollande. Para Los Republicanos, el partido de Nicolas Sarkozy, el presidente "ha cerrado la puerta a toda rerforma" este lunes. Los franceses repiten para consolarse: “En Francia no hacemos reformas. Hacemos revoluciones”.
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