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Otra foto, otro niño

Cuatro menores mueren ahogados en el enésimo naufragio ante las costas griegas

M. A. S. V. / AGENCIAS
Un guardacostas traslada el cadáver de un niño tras el naufragio.
Un guardacostas traslada el cadáver de un niño tras el naufragio.GIORGOS MOUTAFIS (REUTERS)

La trágica muerte en septiembre del niño sirio Aylan Kurdi, cuyo cadáver fue hallado ahogado, de bruces sobre una playa turca, se repite dolorosamente casi a diario, durante el trayecto que miles de refugiados e inmigrantes emprenden para llegar a Europa desde Turquía. Un nuevo naufragio ante la isla griega de Lesbos, con siete muertos —entre ellos tres niños y un bebé—, engrosa el número de bajas de esta crisis inmisericorde —más de 3.000 muertos en el Mediterráneo en lo que va de año, según ACNUR— mientras el ritmo de llegadas a Grecia se sitúa en unas 7.000 al día, más de 450.000 desde enero. El país heleno es la principal puerta de entrada en Europa de los extranjeros, en su mayoría refugiados de la guerra siria.

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El siniestro se produjo al chocar un bote de madera que transportaba a 39 refugiados e inmigrantes con una embarcación de la Guardia Costera griega. Los agentes recuperaron los cuerpos sin vida de un hombre, dos mujeres y los cuatro menores, algunos de los cuales lucían aún el chaleco salvavidas cuando fueron llevados a tierra, inertes, en brazos de los guardacostas. Una treintena de personas lograron ser rescatadas; 276 en total salvaron este jueves la vida en tres operaciones de rescate realizadas ante esta misma isla, y las de Quíos y Kos. La víspera, otro naufragio había dejado tres muertos.

Según las primeras investigaciones, el choque de las dos embarcaciones — una cáscara de nuez llena a rebosar de personas y una fragata que centuplica su tamaño— se produjo por las adversas condiciones meteorológicas, con fuertes vientos y olas de varios metros. La inminencia del mal tiempo ha intensificado la salida de barcazas desde Turquía; este miércoles, una mujer siria con dolores de parto se vio obligada a embarcar para no perder su turno y dio a luz nada más pisar la playa, también en Lesbos.

'Puntos calientes'

Frente a la apelación de Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, a Atenas para una vigilancia costera a cargo de patrullas conjuntas con los guardacostas turcos —algo que el Gobierno rechaza—, Grecia bracea como puede en medio de una crisis que desborda sus islas —las autoridades de Lesbos han alertado de que ya no hay espacio para enterrar a los ahogados— y sobrepasa la capacidad material y administrativa del país. Además de habilitar antiguas instalaciones olímpicas en Atenas para dar cobijo a los refugiados que periódicamente son trasladados al continente, el Gobierno ha abierto, en tiempo récord, el primer hot spot (punto caliente) de los cinco previstos en el país (y exigidos por Bruselas). Está en Mitilene, capital de la isla de Lesbos, y su cometido es la recepción, el registro, la toma de huellas dactilares y, por tanto, la criba entre refugiados —es decir, aquellos que pueden solicitar asilo en Europa— e inmigrantes, que serán deportados. En el proceso de identificación participan expertos europeos de las agencias comunitarias.

El comisario europeo del ramo, Dimitris Avramópulos, visitará este viernes Lesbos para visitar el primer punto caliente griego. Los demás se abrirán hacia finales de noviembre en las islas de Quíos, Samos, Leros y Kos, destino principal de las mafias que trafican con refugiados, si bien hay esporádicas llegadas a otras islas más lejanas como Amorgós. Con el establecimiento de estos puntos calientes, la UE quiere asegurarse de que los recién llegados son convenientemente identificados para evitar flujos descontrolados internos hacia el centro y norte de Europa, como sucedió en el apogeo de la crisis, entre agosto y septiembre.

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