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El Ejército sirio avanza con apoyo ruso en un marco de guerra fría

La intensa campaña de la aviación rusa allana el camino al régimen en las provincias de Idlib y Hama y en el feudo alauí de Latakia, donde Moscú defiende su base naval de Tartus

Juan Carlos Sanz

Apoyado por miles de combatientes chiíes libaneses de Hezbolá y por centenares de guardias revolucionarios iraníes, el Ejército del presidente Bachar el Asad ha profundizado en las últimas horas su avance sobre las líneas rebeldes. La intensa campaña de la aviación rusa durante los últimos 12 días le ha allanado el camino en las provincias de Idlib y Hama (oeste) y en su feudo alauí de Latakia, en la costa mediterránea, donde Moscú defiende su base naval de Tartus en un escenario que se asemeja cada vez más al de la guerra fría.

Casi todos los bombardeos rusos han ido dirigidos contra posiciones insurgentes distintas de las del Estado Islámico (EI), en contra de los repetidos anuncios del Estado Mayor ruso. Moscú destacó este domingo progresos en las conversaciones con Estados Unidos para evitar enfrentamientos accidentales entre sus cazas sobre el espacio aéreo sirio. Washington lidera una coalición internacional, en la que participan varios países occidentales, a los que se ha sumado recientemente Francia, y árabes, que bombardea desde hace más de un año las bases del Estado Islámico en Siria e Irak.

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El Gobierno israelí ya negoció en septiembre un acuerdo similar en las operaciones de castigo de su fuerza aérea en el vecino país árabe, que se suelen centrar en torno a los altos del Golán —región siria ocupada por Israel desde 1967— como represalias contra el lanzamiento de cohetes contra su territorio. Turquía, sin embargo, ha denunciado la violación de su espacio aéreo por aparatos rusos, que ha forzado a Ankara a ordenar maniobras de interceptación, y ha solicitado el respaldo de la OTAN frente a una eventual amenaza a su seguridad.

El presidente ruso, Vladímir Putin, ha advertido este domingo de que no enviará tropas de tierra para reforzar el avance de las fuerzas gubernamentales sirias. En declaraciones al canal de televisión Rusia 1, el jefe del Kremlin precisó que el objetivo de la intervención militar de su país es “estabilizar a las autoridades legítimas y crear las condiciones para una salida política al conflicto”. Mientras rusos e iraníes defienden que El Asad debe participar en una solución negociada, EE UU, Turquía y los países del golfo Pérsico exigen su renuncia previa.

Moscú ha desplegado al menos 30 de sus mejores aviones de combate Sujói 34, 24-M y 25SM en la campaña siria. El Ministerio de Defensa ruso aseguró que en las operaciones de este domingo sus fuerzas alcanzaron 63 objetivos.

Asesores militares

Asesores militares rusos se han integrado en las filas del Ejército de El Asad para manejar los nuevos misiles tierra-tierra que se han suministrado a Damasco. El despliegue ruso se completa con fuerzas especiales que protegen, junto con carros de combate y misiles tierra aire SA-22, a los aviones y helicópteros estacionados cerca de la ciudad de Latakia. El Kremlin ha efectuado además una demostración de fuerza al atacar posiciones de la insurgencia en Siria con misiles de crucero disparados por su flota en el mar Caspio, a más de 1.500 kilómetros del escenario de combates.

Sobre el terreno, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos ha constatado los avances de las tropas de El Asad tras los bombardeos rusos en uno de los principales ejes de carreteras del país. Como contrapartida, las operaciones aéreas rusas han espoleado también las conquistas territoriales de las milicias del EI en el noroeste del país, en las proximidades de la ciudad de Alepo, donde se han apoderado de poblaciones que estaban en manos del Frente al Nusra, filial de Al Qaeda, y de la coalición rebelde Ejército Libre de Siria, que habían sido atacadas por la aviación rusa.

Putin recibió este domingo en Moscú al príncipe heredero de Abu Dabi y responsable de Defensa de Emiratos Árabes Unidos, Mohamed bin Zayed, y al ministro de Defensa saudí, Mohamed bin Salman, en un intento de acercamiento a los países suníes del Golfo enfrentados con El Asad. En declaraciones citadas por Interfax, el presidente ruso aseguró que no quiere tomar parte “en el conflicto religioso de Siria”, entre suníes, la rama del islam que engloba a los rebeldes, y chiíes, que respaldan a un régimen de mayoría alauí.

La organización Human Rights Watch acusó a Rusia de estar utilizando o de suministrar al Ejército sirio bombas de racimo, que causan grandes daños entre la población al diseminar miles de pequeños proyectiles. Ni Siria ni Rusia han suscrito la convención internacional que prohíbe este tipo de armas.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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