Los países nórdicos aumentan su gasto militar ante la amenaza rusa
Suecia debate su entrada en la Alianza Atlántica en los próximos años
Los países nórdicos están aumentando su gasto militar significativamente ante la creciente aunque difusa amenaza rusa en la región. El conflicto en Ucrania y los incidentes con aviones militares rusos en el espacio aéreo de los escandinavos han elevado la tensión con el gigante vecino hasta niveles inéditos desde el fin de la guerra fría. Los proyectos de presupuestos para 2016 que actualmente tramitan sus parlamentos contemplan aumentos en las partidas dedicadas a defensa, que en el caso de Noruega llegan al 12,1% respecto a este año. Finlandia y Suecia, que no son socios de la OTAN, dedicarán un 8,4% y un 4,4% más respectivamente. Dinamarca, que sí pertenece a la Alianza Atlántica, apenas aumenta su gasto un 0,5%.
Los presupuestos que presentó el pasado miércoles el Gobierno de la conservadora Erna Solberg para 2016 prevén un gasto militar de 49.065,5 millones de coronas noruegas (5.351 millones de euros), con lo que este país socio de la OTAN llega a un 1,56% del PIB, aún lejos del 2% que se han propuesto alcanzar los países de la Alianza en los próximos 10 años. Una parte importante del presupuesto noruego se dedicará a comprar 52 cazas F-35, con un coste total de 67.900 millones de coronas, de los que ya han recibido dos aviones. Dinamarca prevé gastar 20.500 millones de coronas danesas en 2016, un 0,5% más que este año, lo que supone un 1,2% de su PIB, según su Ministerio de Defensa, un porcentaje similar al de Suecia.
Finlandia, en cuyo Gobierno, liderado por el centrista Juha Sipilä, participan el partido ultraderechista Los Finlandeses, uno de cuyos miembros, Jussi Niinistö, ocupa precisamente la cartera de Defensa, prevé incrementar su gasto militar un 8,4% hasta los 2.519 millones de euros.
Suecia dedicará el próximo año 48.827 millones de coronas suecas (5.265 millones de euros) si el Gobierno del socialdemócrata Stefan Löfven logra sacar adelante su proyecto: hace un año el apoyo de los ultraderechistas Demócratas Suecos al presupuesto alternativo presentado por la oposición de centroderecha estuvo a punto de derribar el ejecutivo de coalición de socialdemócratas y ecologistas.
La embajadora sueca en Madrid, Cecilia Julin, comenta que el debate en Suecia sobre la entrada del país en la OTAN es cada vez más intenso, aunque el actual Gobierno ha descartado hacerlo en esta legislatura, que finaliza teóricamente en 2018. “Los partidos de la oposición de centro-derecha están a favor pero en el partido socialdemócrata hay división de opiniones”, señala. “En Finlandia el debate es menos abierto, pero lo más probable es que si se decide entrar en la Alianza vayan ambos países juntos”.
Aunque los cuatro países ni comparten alianza militar, ni moneda ni siquiera la pertenencia a la UE, sí están integrados (junto con Islandia, que carece de un Ejército propio) en un órgano de cooperación militar y de defensa, NORDEFCO, desde 2009. La decisión de entrar en la Alianza dependerá, añade la embajadora Julin, de si una eventual caída del actual Ejecutivo obliga a convocar elecciones anticipadas y de la deriva que tome Moscú.La estabilidad del Gobierno es cada vez más precaria, toda vez que el partido más pequeño de alianza de la oposición, el cristianodemócrata, decidió el viernes abandonar el acuerdo presupuestario que alcanzaron los partidos para evitar la caída de Löfven en diciembre pasado. “Desde que comenzó la crisis en Ucrania la preocupación por Rusia ha ido en aumento”, concluye Julin.
“Un problema de inseguridad, sobre todo psicológica”, señala el general José Enrique de Ayala, ex Jefe de Estado Mayor del Cuerpo de Ejército Europeo y miembro de la Fundación Alternativas. Sam Perlo-Freeman, jefe del proyecto de Gasto Militar del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, en sus siglas inglesas), explica esa inquietud sobre todo por la amenaza a los países bálticos, antiguos miembros de la URSS y en algunos casos con importantes minorías rusófonas.
“Nadie cree que exista ninguna posibilidad de que Rusia lance una invasión a gran escala de Suecia, Noruega o Finlandia, o cualquier otro país, y es dudoso que los rusos tuvieran las capacidades logísticas para hacerlo (excepto quizás en el caso de Finlandia)”. Lo que preocupa es que pueda “existir un riesgo de que una futura intervención de Rusia en los países bálticos (probablemente comenzando con un 'conflicto híbrido', 'hombrecillos de verde', etcétera”, como ha ocurrido en el conflicto ucranio.
Los bálticos también han incrementado notablemente su presupuesto de defensa para este año, pero en el mejor de los casos (Lituania) el importe no supera los 425 millones de euros. Suecia se comprometió en agosto de 2014 a permitir el despliegue de tropas de la Alianza en su territorio en ciertas condiciones y a prestar apoyo logístico, de modo que, señala Perlo-Freeman, lo que implica que el país más poblado de Escandinavia entraría en cualquier conflicto en la región del Báltico.
Pero tanto Perlo-Freeman como De Ayala coinciden en matizar la capacidad rusa para embarcarse en un conflicto. “Rusia se percibe como un gigante estratégico pero esto no es exactamente así. La población rusa es sólo el 28,2% de la de la UE y su PIB es menor que el de Italia en términos nominales. Y a pesar de que el gasto militar ruso se ha incrementado un 50% entre 2010 y 2013, supone el 31,5% del gasto militar de los 28”, explica el militar español.
La capacidad de Rusia “para desplegar y mantener un gran número de tropas lejos de sus fronteras en una confrontación convencional es extremadamente limitada. Tiene actualmente desplegada una fuerza en Siria pero contra actores no estatales y con capacidades convencionales limitadas”, añade Perlo-Freeman.
“Rusia tiene los pies de barro, con una economía muy dependiente de la europea y con una demografía en decadencia. Rusia está atada de pies y manos, pero en Siria se está haciendo cada vez más imprescindible”, abunda De Ayala. “Obviamente la superioridad de Rusia como potencia nuclear es enorme, sólo comparable a EE UU, pero es altamente improbable que se use el arma atómica en Europa. Con todo, el 11-S quedó claro que más poder militar no equivale a más seguridad”.
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